David estira la mano y desabrocha mi sostén, lo retira lentamente. Sus ojos muestran un destello cuando los fija en mis pechos. Se inclina hacia atrás y me inspecciona, ahueca uno de mis pechos en su mano.Mi respiración se tambalea cuando mis nervios toman el control, y trato desesperadamente de controlarlo, pero es inútil.—Son más grandes de lo que recuerdo —admite.¿Acaso ha pensado en mis pechos?Me sorprende cuando se inclina y se lleva uno de mis pezones a su boca y comienza a saborearlo. Mis ojos se cierran y mi cabeza cae hacia atrás. Desliza mis bragas por mis piernas, me las quita dejándome completamente desnuda.Se aparta y siento que me mira de una forma diferente, de repente todo su control se desvanece cuando corta el espacio entre los dos y presiona su cuerpo con el mío y me toma para besarme agresivamente.Sus manos están en mi cabello, su áspera barba raspando contra mi cara, y su lengua se hunde más profundamente en mi boca. El calor aumenta entre mis piernas y sien
Me siento tan vulnerable acostada aquí desnuda, él se levantó y fue a lo que es el baño.—¿Qué hacías? —pregunto cuando vuelve. Se ha quitado el condón, se vuelve a tumbar a mi lado. Pasa sus dedos por mis pechos y mi estómago varias veces. —Pensé que habías huido.Y si me imaginé eso, creí que se había arrepentido y estaba tomando conciencia en el cuarto de baño, ya que se demoró un buen rato allí.—Fui por algo. Yo nunca huiría de ti, pueda que tú si de mí —contesta. —Como ahora, pueda que corras, pero no tengas miedo, no te haré daño, ya lo has comprobado, y esto solo durará un momento.Parpadeo sin entender, saca de no sé donde un listón rojo me quedo desconcertada viéndole. ¿Qué hará con eso?Sin embargo, no pregunto, veo como se mueve encima de mí sin aplastarme, toma mis manos y pasa el listón suave por mis muñecas, las junta y las presiona haciendo un nudo. Luego me sube los brazos a la cabeza, quedando en una posición más expuesta.—¿Qué haces?—Shhh, quédate quieta.Luego de
Salimos del lugar apenas amaneciendo. No dormí casi nada, pueda que solo una o dos horas. Me siento muy cansada.Pensé que cuando esto terminará, íbamos a irnos cada uno por su lado, no que me dejara botada allí, sino que saldríamos como si fuéramos unos completos desconocidos, y no fue así. Me tomó de la mano y condujo hasta su auto para que subiera, cosa que se me hizo raro, ya que no hablamos en todo el camino de regreso.No fuimos al apartamento de Samuel, llegamos directo a casa. No espero a que me abra o me diga algo, abro la puerta y bajo en cuanto apaga el motor de su auto.No sé qué hacer en este momento, no es como si le tuviera que decir, “gracias, estuvo bien la noche o el sexo salvaje que tuvimos.” Por Dios, no he sabido qué decirle, por lo tanto, he estado callada hasta ahora. Pero la verdad quisiera decirle muchas cosas, una de ellas es, confesarle que lo que dije en su despacho si es cierto, que lo amo, y que no sé cómo fue que paso todo, ni yo sé por qué estoy enamora
Ha llegado el viernes y desde aquel día no he vuelto a hablar con David. Nuestros encuentros se redujeron a breves momentos en su casa, generalmente cuando estaban presentes sus hijos. Otras veces, se encerraba en su despacho y no salía hasta altas horas de la noche. Empecé a tener sospechas de que me estaba evitando de nuevo, pero las deseché como ideas absurdas.Sin embargo, mis dudas se disiparon esta mañana cuando me mando a llamar para que fuera a su despacho antes de irse al trabajo. Llamé antes de entrar, como siempre lo hacía, y al cruzar la puerta, su mirada ya me indicaba que no estábamos allí para conversar de nosotros. Fue breve lo que me dijo; David me informó que llegaría muy tarde a casa debido a un evento al cual debía asistir. No hubo espacio para nada más. Él dejó claro con sus palabras que la distancia entre nosotros era algo que quería, así lo capte yo.Ahora, estoy en la universidad, a punto de salir de mi última clase. Ahora mi mente está ocupada con la cita pend
Alexia no ha dejado de hablar de su día en la escuela mientras le ayudo a Hilda con la comida. Entre cucharadas y mezclas, la miro de vez en cuando, sus ojos brillando con la emoción de compartir sus experiencias con nosotras, me alegra el día a mí también.—Hoy en el colegio, James y yo hicimos una promesa. Dijimos que tendremos el restaurante más famoso y conocido de la ciudad y que ambos inventaremos un platillo juntos para que muchas personas lo coman.—¿Quién es James? Jamás había escuchado su nombre —digo.—Es mi amigo y es muy divertido, me agrada mucho —dice con una sonrisa.Mientras corto las verduras, escucho atentamente de las aventuras que Alexia ha pasado con ese niño. Me cuenta de las veces que la a defendiendo de otros compañeros más grandes y de cómo le ayudo a resolver un problema de matemáticas que ella no entendía en absoluto.—¿Y ese James que edad tiene? —indago.—Casi mi edad —contesta, luego se queda pensando. —Como nueve o casi diez.—Tú tienes ocho.—Por eso d
¿Había escuchado bien?—¡Hola! —Efectivamente, si había sido así.Es esa mujer, tiene el teléfono de David y respondió como si fuera suyo.—Sí, soy Andrea —digo después de un rato, no sé ni cuanto tiempo paso.—¿Andrea? —contesta, con un tono de duda. Que no me venga con que no me recuerda. —Perdón, es que estamos ocupados. Nos agarraste en un momento de distracción.¿Los agarré?, ¿a qué se refiere con distracción?, ¿será trabajo? Por Dios, porque me siembro tantas dudas en mi cabeza, él no es mi novio ni nada que le parezca, así que no me debe dar explicaciones. Aun así, no puedo dejar de sentirme como me siento ahora, celosa y molesta.—¿Hay una urgencia o algo? —pregunta.—Oh, no. Solo hablaba para informarle algo al señor.—Ah —pronuncia solamente y se queda unos segundos callada. —Dame el recado a mí, yo se lo pasaré a él. Aquí lo tengo cerca.De repente se ríe, pero como que medio cubre la bocina y dice algo en voz baja, cosa que no alcanzo a oír. Mi molestia aumenta y estoy por
Me lleva del brazo hacia una habitación; parece una oficina. Cierra la puerta detrás de él, asegurándose de que nadie más entre y nos interrumpa. Me suelta de un modo tosco, y fijo mis ojos en los suyos.—¿Qué quieres hablar conmigo? —digo, tratando de mantenerme serena.—¿Por qué vinieron? —pregunta. Se queda donde está, no hace ningún intento por acercarse de nuevo a mí.—No le veo nada de malo a eso, ¿o acaso lo es? —cruzo los brazos contra mi pecho.—¿En serio piensas que es apropiado que los niños estén aquí? —su voz es firme, pero noto un dejo de frustración.—Son tus hijos, David. No veo cuál es el problema que los presentes ante esa gente estirada. Solo es un evento social, no una reunión altos ejecutivos. O que, ¿te avergüenzan tus hijos? —respondo, intentando calmar la tensión en el aire.Él exhala una bocanada de aire, como si tratara de contener su enojo.—Te pedí que los cuidarás, no que los trajeras. Esto no es lugar para niños —dice entre dientes. —No es un evento para
Fue un instante el que me distraje, en unos cuantos minutos. Axel y Alexia ya no están a mi lado y eso me preocupa.—¿No vistes a dónde se fueron los mellizos? —le pregunto a mi amiga mientras los busco con la vista entre la multitud de gente que hay en el salón.—No, ni idea —contesta, sin un gramo de preocupación. —¿Qué no estaban contigo?—Lo estaban, pero me distraje un momento mientras hablaba con Arturo y de la nada desaparecieron.—Ves, eso te pasa por estar coqueteando —dice bromeando.—No estaba coqueteando —aun así me molesto. —¿Me ayudas a buscarlos?Ella gira los ojos luego de suspirar.—Sabes que no me agradan los niños, pero haré un esfuerzo para ir a buscarlos.—No te estoy pidiendo que los cuides, solo que si los ves por allí, me avises pronto. Si David se entera de que se me escaparon…—¿Así que David? —alza una ceja mientras me sonríe. —Ahora ya no es el ogro.—Lo es —espeto.—Pues ya no parece igual. No sé, yo tengo ese instinto de que hay algo más ahí entre ustedes