—¿Q-qué es lo que deseas? —inquiere con la voz entrecortada.—Ya lo sabes, te pedí las AK-12 que tienes en tu poder y te has negado, tanto así que fuiste tan imbécil como para no responder mis llamadas —expreso molesta.—¿Por qué deseas esas armas en especial? —inquiere el escurridizo hombre frente a mí.—Me parece que no tengo por qué darte las razones por las cuales las deseo, confórmate con saber solo lo necesario.—¿Cuánto estás dispuesta a pagar? —me cuestiona con un brillo de ambición que bien podría apocar a la luz de la Luna, sin embargo, soy capaz de frenarlo en un parpadeo.—Creo que no estás entendiendo —comento con un rastro de burla en mi voz—, me entregarás esas armas o de lo contrario ese secreto que tanto has intentado proteger a lo largo de todos estos años llegará hasta los oídos de tu dulce pupila o debería decir…—¡¡Cállate!! —grita furioso, intentando levantarse de la silla en la cual permanece atado—, más te vale que te calles —me amenaza con la respiración entre
Anastasia —¿A dónde vas? —pregunta Fiară cuando me ve bajar con bolso en mano. —Solo quiero dar una vuelta —respondo evitando contarle la verdad. —Tú nunca te vistes así, Ana, ¿a dónde vas? —¿Ahora también vas a cuestionar la forma en que me visto? —inquiero molesta. —No es eso Ana, pero prefiero que me digas la verdad a estar angustiado sin saber de tu paradero. —Iré al… Cușcă de aur —comento en un susurro casi imperceptible. —¡Con un demonio! ¡¿Acaso estás loca?! ¿Ya se te olvido lo que sucedió hace días? —grita dando un fuerte golpe a uno de los pilares. —¡No me grites Benedikt! —¿Qué no te grite? En verdad no sé si eres idiota o algo por el estilo. —No te pases Benedikt. —Perfecto, haz lo que gustes, puedes ir… —No necesito de tu permiso para salir, además, no eres mi padre para impedírmelo —respondo conteniendo mis ganas de darle un fuerte golpe. —Pero yo i
Días después —Te tengo buenas noticias, muñeca —expresa Fiară interrumpiendo mi cena.—¿De qué se trata?—El infeliz de Pyotr Orlov acepto reunirse con nosotros —responde con una enorme sonrisa, la cual llega hasta sus ojos y parece un niño con su juguete nuevo.—Supongo que puso algunas condiciones —reflexiono después de darle un pequeño sorbo a mi té.—Nada del otro mundo, obviamente tú debes de estar presente, por supuesto le asegure que estarías ahí sin falta, según esto al muy imbécil no le gusta hacer tratos con câinele proprietarului (el perro del dueño).—Ese hijo de perra —comento furiosa dando un fuerte golpe en la mesa—, aquí el único câinele proprietarului es él y yo soy su dueña.<
—¡Bajen sus armas! —les ordeno a los hombres de Pyotr y como era de esperarse no falta el imbécil que se hace el valiente e intenta repelernos, cayendo muerto al instante cuando mis hombres abren fuego.—Eres una… maldita bruja —sisea el hombre apretando su pecho y mirando como sus hombres se encuentran de rodillas con los brazos en la nuca, con lo cual es imposible que puedan salvarlo de su inminente destino.—Recuerde lo que se dice de mí, que solo algunos han sido testigos de mi belleza, pero lamentablemente ninguno ha sobrevivido para contarlo y digamos que usted, en este momento, se encuentra en la misma situación.—Esto no se… quedará así —me amenaza, toma su arma, pero cuando intenta jalar el gatillo sus manos tiemblan tanto que le es imposible llevar a cabo esa simple acción.—Le manda saludos Fedora Matveyeva —le susurro antes de arrebatarle su arma.Cuando me escucha nombrar a esa mujer, sus ojos se abren por la sorpresa al recordar de quien se trata, y después simplemente c
Los siguientes días siguen siendo una locura total, por un lado, nuestra búsqueda de una mujer que nadie ha visto y que parece no existir, mientras por el otro, tratar de calmar a los ciudadanos, quienes al enterarse de la muerte de Pyotr Orlov la histeria no se hizo esperar, y no precisamente por qué estuviesen a favor de ese hombre, sino porque todos saben de qué es capaz La muñeca de Bratva y que tan cruel puede llegar a ser.Yasha y yo nos encontramos en mi oficina revisando toda la información que hemos podido recabar sobre El gran Pyo, pero al igual que en el caso de Konstantin Gerasimov no es de gran ayuda, a tal extremo que parece que solo estamos dando vueltas en círculos.—Seguimos igual que al principio —me quejo recargando mi cabeza en la silla y cierro mis ojos con gran pesar.—No te desesperes Damien, ambos sabíamos que esto sucedería, nunca ha sido fácil dar con ese tipo de personas —me consuela Yasha y antes de que pueda refutarle tocan a mi puerta.—¡Adelante! —expres
Benedikt—Creo que deberías de tener cuidado con ese hombre Ana —le comento en cuanto salimos con prisa del bar.—¿Por qué? A mí no me parece peligroso —responde con la ceja arqueada.—Aun así, no sabemos mucho sobre él, no sabes a qué se dedica, es más, te aseguro que no sabes ni su nombre completo —veo como aprieta sus labios molesta con lo que acabo de decirle y gira su rostro.—Ya soy mayor para saber lo que hago Ben —responde después de unos segundos.—¿Y si ese hombre te desvía de tu venganza? —insisto.—Nadie podrá frenarme de llevarla a cabo, así tenga que perecer en el intento, pero de que acabo con esos miserables lo hago, se lo jure a esa niña y no voy a fallarle —me dice apretando sus manos en puños y cuando vuelve a mirarme la dete
—Jefe, ¿por qué lo cito hasta pasado mañana, tenía entendido que deseaba regresar cuanto antes para proteger a la jefa? —me pregunta uno de mis hombres.—Muy fácil Igor, un hombre desesperado, es más peligroso; él desea respuestas que solo nosotros podemos darle y conforme pasen los días va a contrarreloj, en su afán por salvar a su conocida podría ser capaz de hacer cualquier cosa —le explico, mientras observo toda la información que Şacal recolecto.Mi hombre asiente y comenzamos a planear como nos moveremos en ese lugar para pasar desapercibidos ante los ojos de cualquier posible enemigo.[…]Me abro paso entre toda la multitud y solo me detengo hasta llegar a un lugar un poco apartado del bullicio donde se encuentran unas pocas mesas, en una de ellas veo a dos hombres y sin poder evitarlo frunzo el ceño, le dije al muy imbécil que
Damien—¿Estás bien? —insiste Yasha como lo ha hecho durante la última media hora.—Por última vez sí.—No lo pareces, estos últimos días te he notado un poco raro, no pareces el mismo, ¿acaso es por esa mujer?, ¿es por qué no la has visto? —inquiere frunciendo los labios y echando chispas por los ojos.—No, no es por Ana.—¿Entonces? Ya habla Damien, te conozco demasiado para saber que no estás bien —la miro unos segundos y aunque me cueste admitirlo, es verdad, esta mujer me conoce mejor que nadie.—He estado pensando sobre la muerte de mis padres y creo que todo tiene una conexión.—¿Conexión? No te entiendo.—Mi tío murió por investigar a La muñeca de Bratva.—¿Eso que tiene que ver con la muerte d