CAPITULO 3

—No puedes hacerme esto mamá ¿Por qué de todas? —giró su rostro para ver a Anthony con la niñera

—¿Crees que soy estúpida? Te conozco perfectamente Antonio de haber contratado a cualquiera de esas mujeres estarías durmiendo con ella antes de saber si es apta o no para el trabajo —Margarita no iba a ceder ante la insistencia de su hijo, su actitud le decía claramente que había hecho una buena elección Antonio nunca se fijaría en alguien como Patricia Rojas…

—Estás loca mamá no puedes imponerme su presencia —discutió nuevamente

—Bien si no te parece puedes despedirla y tendrás que hacerte cargo del niño o irte a vivir a otro lugar. Porque yo no voy a cuidarlo —salió de la sala. Tenía cosas más importantes que ocuparse que prestarle atención a los berrinches de su hijo.

—¿De verdad no eres de chocolate? —Anthony preguntó ya que su papá no le había dado tiempo de responder a la chica.

—No, no lo soy ¿Quieres probar? —Patricia extendió su brazo. Mientras el niño negaba

—Te creo —Anthony sin embargo no apartaba la mirada de Patricia. El contrate de sus pieles al estar juntos era tan notorio que el niño parecía fascinado.

—¿Tienes hijos? —el cambio de conversación relajo a Patricia pero también le sorprendió

—No.

—¿Cómo harás para cuidarme si no tienes hijo?—arrugó las cejas— Mi vecina tenía dos hijos y Rene solía dejarme donde ella

—Rene ¿Es tu madre? —preguntó había notado a simple vista que el niño era tan nuevo en el lugar como ella.

—Sí. Pero se ha cansado de mí. Me dejo en la puerta de mi padre —señalo al hombre rubio que continuaba discutiendo con su madre. Trato de no pensar de manera negativa pero era obvio que el rubio no la quería allí.

—¿Te dejo? ¿Por qué haría algo cómo eso? —pregunto prestando atención a las palabas del niño

—No me quería supongo. En realidad no lo sé a ella le gustaba salir por las noches y muchas veces tuvo que quedarse en casa por mí —Patricia de repente sintió la necesidad de golpear a esa tonta mujer. Tonta y egoísta  mujer.

—¿Cómo te sientes? —preguntó imaginaba que era un trauma para el niño ser abandonado por su madre de esa manera tan cruel

—No conocía a mi padre hasta ayer. Supongo que estaré bien aunque la señora. Mi abuela no me quiere —se encogió de hombros

—¿Por qué dices eso? — preguntó con cuidado

—Lo sé soy un niño pero no soy ciego ni sordo —Patricia sonrió

—¿Quieres jugar? —se llevó al niño a la parte limpia del jardín

—Me gusta el Futbol aunque si pudiera elegir escogería ser corredor como él —señalo al rubio de nuevo

—No soy tan buena en el futbol pero puedo intentarlo y veremos más adelante si encontramos una motocicleta para correr —eso si no terminaba despedida al filo de la tarde.

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—Dafne ¿podrías tráeme la carpeta de envíos de la semana pasada por favor? —Danilo pidió por el intercomunicador

—Ahora mismo señor Rocco. La señorita Lucrecia pide verlo —Danilo entorno los ojos. Ella parecía no entender las indirectas.

—Trae lo que te he pedido y dile a la señorita Lucrecia que tengo una reunión en cinco minutos y no puedo atenderla.

—Si señor —corto la comunicación. Suspiró Lucrecia, Lucrecia quizá debía emplear un nuevo método para dejarle claro que no tenían ninguna intención de volver a retomar su relación  nunca más.

—¿Por qué te niegas a verme? —Danilo levantó la mirada de los documentos que estaba revisando para ver a la chica furiosa delante de él, seguida por Dafne

—Lo siento señor yo

—Gracias Dafne déjame a solas con ella —la chica asintió y salió cerrando la puerta tras de sí, se lamentó no ser tan dura como para impedir que entrará a la fuerza.

—Soy un hombre muy ocupado Lucrecia —continuo revisando los documentos para no ver a la mujer. Era rubia y hermosa. También era joven al menos casi quince años menor que él pero con una inmadurez de una niña de diez.

—Quiero que retomemos lo nuestro. No quiero terminar contigo —Danilo dejó los papales sobre el escritorio con sumo cuidado antes de levantar la mirada.

—Terminamos hace cinco meses Lucrecia. Haz salido con al menos cuatro hombres durante ese corto tiempo. No veo en que momento has sufrido por nuestra ruptura

—Para no estar interesado sabes muy bien la cantidad de hombres con los he salido. Pero ninguno de ellos me interesa. Sólo he querido darte celos para ver si me buscabas —hizo un puchero típico de una niña berrinchuda acostumbrada a salirse con la suya.

—No estoy interesado en volver contigo Lucrecia. Ten buen día —señalo el camino hacia la salida él no iba a ser el tonto de nadie. No sólo habían sido citas simplemente había dormido con cada uno de esos hombres y no. No estaba interesado pero era una figura pública una modelo de renombre y la prensa se la comía viva a diario y él odiaba el escándalo.

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Patricia se preparó cuando al final de la tarde fue llamada a la biblioteca de la casa. Estaba segura que le darían las gracias, pagarían las horas trabajadas y se encontraría de nueva cuenta en la calle. Menos mal estaba vez no tendría que mentirle a su abuela, pues no le había dicho nada al respecto cogió el taxi desde el puesto de periódicos.

—Tome asiento —Margarita la observó un poco más detalladamente era bonita, no podía negarlo su crespa chocolate le hacía ver ¿Exótica? Justo lo que necesitaba era todo lo contrario a las mujeres que su hijo correteaba con nieto sin madre era más que suficiente.

—Estos son sus horarios. El niño recibirá clases directamente de usted. Será la responsable de su educación y de que aprenda todo lo que necesita no irá al jardín hasta que aclaremos ciertos puntos con respecto al niño —Patricia imaginaba sobre qué. Pero se abstuvo de hacer comentario alguno.

 —Revise cuidadosamente, si tiene algún inconveniente con algo por favor dígamelo para poder solucionarlo no quiero buscar a nadie más —Patricia se sorprendió, era la primera vez que no tenían intención de reemplazarla. Por supuesto ella desconocía las verdaderas razones de la amable mujer.

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—¿Por qué no la quieres? —Anthony interrogo a su padre mientras se comía una paleta de chocolate en la cocina

—¿Cómo sabes que no la quiero? —preguntó bebiendo un jugo de manzana. Necesitaba salir o se volvería loco.

—Te vi discutiendo con tu mamá —Antonio miro fijamente al niño. Danilo tenía razón. Anthony era un niño inteligente y tomaría todo lo que se dijera a su alrededor bueno o malo. Debía tener cuidado pero ¿Cómo lo haría? Estaba acostumbrado únicamente a cuidar de sí mismo.

—¿Te gusta? —preguntó al final de todo era el niño quien pasaría todo el día en compañía de la niñera. Si a él le agradaba era un buen comienzo

—Me gusta. Me gusta el color de su piel. ¿La viste? Parece un trozo de chocolate —el niño rió bajito

—¿No temes que se moleste si le llamas  de esa manera? —Anthony negó

—Es buena y me gusta —aseguró

—De verdad

—¡Sí! Juega al futbol y ama la motocicletas también —dijo emocionado en realidad ella había dicho que le gustaban no que las amará pero su padre no tenía por qué saberlo.

—Eso es genial —sonrió para complacer al niño. Dudaba que tuviese un interés real por ambos deportes.

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—¡He llegado! ¡Abuela! —gritó entrando a su casa. Seguramente su abuela le caería a paletazos por no haberle dicho que saldría a una entrevista de trabajo.

—¡En la cocina cariño! —eso fue nuevo ¿No le gritaría? Se encogió de hombros mientras dejaba su bolso sobre el sofá en la sala y camino hacia donde su abuela cocinaba.

—¿Y bien? — preguntó mientras movía la paleta dentro de la olla

—¿Qué cocinas? —preguntó ante de responder

—Arroz con leche, tu favorito —Patricia se relamió los labios era su postre favorito

—¿Me dirás como te fue o tengo que adivinarlo? —preguntó más sería. Micaela estaba cansada de ver a su nieta despreciada no sería la primera vez y estaba segura no sería la última vez que sucediera. Pero no quería esto para Patricia incluso había pensado en dejar la ciudad y probar suerte en las áreas rurales, quizá allí la gente no tuviera tantos prejuicios.

—He conseguido el trabajo —trato de no sonar muy emocionada

—¿Cuánto durará esta vez?

—¿Eh?

—Sé que no estas enseñando en el Jardín Infantil Patricia. También sé que te presentaste a una entrevista hoy —Patricia agacho la cabeza con vergüenza mentirle a su abuela era cada vez más complicado porque era difícil mantenerla al margen de todo.

—Yo —Micaela llevo su mano hasta el mentón de Patricia para que levantará la mirada

—No me mientas cariño. Sé que lo haces para protegerme pero tengo mis años y te he criado desde que eras un bebe, no puedes mentirme

—Lo siento abuela, te prometo que no volverá a suceder —sonrió entre sus lágrimas. Rogaba porque esta vez pudiera quedarse mucho, mucho tiempo…

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