★Marisol.A pesar de que estaba feliz, aún así tenía miedo. Los días habían pasado demasiado rápido hasta llegar el fin de semana. Leonardo estaba emocionado de que yo ya supiera su secreto; jamás hubiera imaginado que mi primer amor resultaría ser ese papasote con su sonrisa encantadora y sus ojos que parecían brillar cada vez que me miraba.Mi habitación estaba llena de maletas y ropa esparcida por todos lados. Andreina, mi mejor amiga desde la infancia, había venido a ayudarme a empacar. Sus rizos dorados rebotaban con cada movimiento y su risa contagiosa llenaba el cuarto.—¿Ya tienes todo listo? —comentó Andreina mientras doblaba una blusa con destreza.—¿Qué es esto? —preguntó al ver los vestidos que había escogido. Su expresión era una mezcla de sorpresa y desaprobación.—Son vestidos para el día. Obvio, deben taparme bien, por si quiere que vayamos a la playa. No quiero dejar en vergüenza a Leonardo; ya me imagino una mujer con un cuerpo tan grande en un bikini cachetero. ¡Qué
★Itzel.Estaba enojada y mi gata ya hasta huyó de mí. Solo me descuidé un momento y se fue.Giré para buscarlo por todos lados, pero no estaba.—¿Cirquera, dónde estás? —mencioné, tratando de mantener la calma.Pero mi pequeña gata no estaba por ningún lado, seguro andaba explorando como siempre.Mi vista se fijó en Kerem, quien acariciaba a mi gata con una sonrisa tranquila en su rostro.Me acerqué a él y me senté a su lado, tratando de ocultar mi alivio al ver a Cirquera sana y salva.—Tienes pegue con las gatas cirqueras —pronuncié, intentando sonar casual.—Me gusta tu gata —respondió Kerem sin apartar la vista de Cirquera, quien ronroneaba contenta en su regazo.—Se llama Cirquera. La encontré en la calle; es una gata testaruda que peleaba porque no podía atravesar un cristal. Pero no deja de ser mi gata. ¿Y te dije que le puse Karla la Cirquera? —dije, recordando el día en que la recogí, sucia y desorientada, pero con un espíritu luchador.—Te llamé y no respondiste —dijo Kerem,
★Taylandia.Esperar a que mi hermano llegue con su nueva conquista siempre me da dolor de cabeza. Leonardo siempre ha sido de tener muchas mujeres porque es un hombre muy apuesto y, además, millonario. Casi todas se fijan en él por eso, así que estoy preocupada por él. No me gusta que le vean la cara de idiota, y sé que esa tal Marisol, la dueña del corazón de mi hermano, lo hará.Mi primera opción para él era Karla, pero resultó ser muy payasa y controladora. ¿Qué se cree?Salí de mi habitación y me dirigí al porche, donde estaban mis padres y el idiota de Ian.Me cae en la punta del iceberg porque de niña me hacía travesuras, como poner arañas en mi cabeza o espantarme escondiéndose detrás de las puertas y gritando "¡Boo!".—Taylandesa —dijo Ian poniéndose en pie.Me sorprendió que no haya venido con el resto de los chicos o con su hermano Jhonatan.—¡Señora Alicia, qué gusto verla! —exclamé, saliendo corriendo a abrazar a Ali.Ella es como una madre para Jhonatan, Ian, Brian, Jhon
Nos dirigimos al jardín, donde una mesa larga estaba dispuesta con una variedad de platillos que Alicia había preparado. La suave luz de las lámparas de jardín iluminaba el ambiente, pero no podía disipar la creciente tensión. Nos sentamos todos, intentando encontrar comodidad en la incomodidad del momento.Marisol tomó asiento junto a Leonardo, irradiando confianza. A su lado, Jhon sujetaba firmemente la mano del pequeño niño que había llegado con Marisol. Parecían una imagen perfecta de una familia unida, lo que me hizo rodar los ojos internamente.Mientras tanto, Kerem e Itzel continuaban con su pelea, susurrando pero claramente enfadados.—No puedo creer que hayas olvidado eso, Kerem —decía Itzel con frustración, cruzándose de brazos.—¡Te dije que no era mi culpa! —respondió Kerem en voz baja pero enérgica—. Si hubieras revisado la lista como te pedí…—¡No me eches la culpa a mí! —interrumpió Itzel, con sus ojos chispeando de ira.Observé la escena, desconcertada. No tenía idea d
★ Marisol.—Cachetitos, ¿qué pasa? —me pregunta Leonardo mientras caminamos hacia la que será mi habitación.Este lugar es enorme y rebosa poder, fortuna y brillo. Las paredes están adornadas con obras de arte impresionantes, y los candelabros de cristal cuelgan majestuosos desde el techo, reflejando la luz en patrones intrincados.Cualquier mujer estaría encantada de que su pareja fuera un hombre como Leonardo, pero yo sé que lo amaría igual si fuera el hombre más pobre del mundo.—Marisol... —Leonardo detiene mis pasos y me toma de las manos, sus ojos buscaban los míos con preocupación.—¿Te das cuenta de que, aunque mantuve mi brillante sonrisa, nadie me dirigió la palabra? Tu madre y Alicia estaban encantadas con Angie, y haciéndole caras a Andreina y a Itzel, pero a mí ni siquiera me prestaron atención.—Créeme, te prestaron toda la atención —me aseguro, acariciando suavemente sus manos con las mías—. Así es mi familia; primero se hacen una imagen mental de ti y después deciden s
Abro la ducha y dejo que el agua caliente relaje mis músculos, recordando los momentos de pasión de la noche anterior.Después de ducharme y secarme, regreso al cuarto y encuentro a Leonardo aún dormido.Me visto con ropa cómoda y bajo a la cocina, decidida a preparar un desayuno que nos energice para el día.Mientras preparo café y corto frutas frescas, pienso en lo que nos espera.La familia de Leonardo sigue siendo un desafío, pero después de la conversación que tuvimos anoche, me siento más segura de nuestro amor y nuestra capacidad para enfrentarlo juntos.Justo cuando termino de preparar todo, escucho pasos suaves acercándose. Me vuelvo y veo a Leonardo en la entrada de la cocina, todavía somnoliento pero con una sonrisa radiante.—Buenos días, hermosa —dice, acercándose para darme un beso en la frente.—Buenos días, dormilón —respondo, devolviéndole la sonrisa. —He preparado desayuno.Leonardo mira la mesa y sus ojos se iluminan al ver el festín que he dispuesto. Nos sentamos y
★Marisol.Estaba a punto de mandar a callar a ese viejo amargado, cuyas cejas fruncidas y labios apretados eran un claro presagio de tormenta.Uno puede criticarme a mí, pero que no se atreva con mis criaturas; con mis pollitos nadie se mete sin probar la ira de esta duende endemoniada y cachetona.Mi expresión, llena de ardiente determinación, estaba lista para estallar como un volcán.Leonardo, con su cabello revuelto y ojos centelleantes de cómplice entusiasmo, también estaba listo para lanzar su propia ira. Sin embargo, no fuimos ni Leonardo ni yo quienes reaccionamos al instante, sino Andre, Angie e Itzel, armadas con su característico humor picante y afiladas lenguas.—Usted cállese, viejo amargado, con mi hermosa "dolor de cabeza" nadie se mete, o nunca llegará a conocer a sus nietos —espetó Andreina, con una chispa de ternura y amenaza brillando en su mirada, que solo ella sabía combinar tan magistralmente.Las palabras de Andreina retumbaron en la sala, siendo un audaz desafí
Me sentía extremadamente feliz; mis niñas me abrazaban efusivamente mientras los hombres, entre bromas y risas, felicitaban a John.—Deberías felicitar a tu amigo de abajo por ese gran logro —pronunció Jhonatan, mientras soltaba una carcajada sonora que resonaba en la sala.Leonardo, con los ojos brillantes de humor, comenzó a reírse aún más fuerte por el comentario alocado de Jhonatan.—¡Qué barbaridad! Ahora no dormirás. ¿Pensabas armar un preescolar de una sola tirada? —preguntó Leonardo entre risas, dando palmadas en la espalda de John, quien no podía dejar de sonreír ante la ocurrencia.Kerem, siempre el más teatral del grupo, comenzó a persignar a John de manera exagerada, provocando una nueva ola de risas.—Te regalaré una dotación de pañales para la boda —mencionó Kerem, con una sonrisa pícara, mientras fingía escribir una nota mental.—Qué estupidez —murmuró el padre de Leonardo, cuya amargura no lograba ocultar su desaprobación.Se alejó con paso firme hacia la cocina, busca