Ambos padres se me quedan viendo muy serios. Yo me paseo por delante de ellos furioso. No puedo entender su empeño en quererme casar con Adele. ¿Qué quieren ganar con eso? Es algo que me llena todo este tiempo de intriga.—¿Te acuerdas de algo, hijo? —pregunta papá, mirándome muy serio.—No, no me acuerdo de nada. ¡Nada! ¿Contentos? Pero eso no quiere decir que haré lo que me digan, solo porque según ustedes, yo estuve de acuerdo antes del accidente. Ahora es lo que cuenta, ¿o están felices de que me puedan manipular?—No digas eso, hijo, ¿cómo vamos a estar contentos de que no nos recuerdes? Solo que hablaste de tu hermana con tanta convicción que pensé que la recordabas.
Eva quedó estupefacta. Era la primera vez que él amenazaba con el divorcio, y eso no podía ser una señal positiva. El doctor Alfonso, sin duda, tenía algo que ver en esto, estaba segura. Santiago comenzaba a darse cuenta de lo que le habían hecho durante años, reflexionó. Sin embargo, su recuperación fue rápida; ocultó su turbación tras una sonrisa hipócrita que apenas asomó en sus labios.—No te pongas así. Lamento lo que dije antes. Ya sabes que si ella no me quiere, yo tampoco la quiero. Pero eso no significa que le desee el mal. No fue hoy, fue ayer cuando la vi. Aparentaba estar demacrada, aunque no del todo mal.Santiago se dejó caer en la silla lentamente, sus ojos nunca abandonaron a Eva. Algo estaba siendo ocultado, lo sabía, y estaba decidido a descubrirlo. Se levantaría e iría al médico en cuanto amaneciera; no dejaría pasar más tiempo antes de visitar a su madre y a su hija, se prometió. Sin embargo, una inquietud lo carcomía, una preocupación nublaba sus pensamientos: des
Tiene que acabar de saber en qué está metida Eva, la otra vez casi lo arruinó con sus deudas de juego. Luego se dejó engañar con Luis y expuso a Isabella a ese peligro. Es verdad que le gustaría que su hija se casara con un buen partido, pero no confiará más en su esposa para tal propósito. Levanta el teléfono y le marca al de su mamá, se queda por un instante así y cuelga luego de escuchar el mensaje de la contestadora, extraña tanto escuchar la voz de su madre, que solo ahí la tiene grabada. Se pone de pie y baja hasta su auto y le pide que lo lleve al hospital para hablar con el doctor de su madre, pero el mismo no se encuentra, resopla y se aleja.Mientras Eva, al salir de la oficina de su esposo en la naviera, desde su auto en marcha, llama por teléfono a una persona que enseguida le responde.—¿Y? ¿Aceptó?—Todavía, pero ya se lo dije. Estoy segura de que cuando vea lo bueno que es el niño, aceptará. Esta vez no podemos fallar, tenemos que hacernos de todo.—¿Y tu hija? ¿Cuándo
La noticia de que sus padres planeaban una visita llenó a Isabella de preocupación. Los recuerdos de conflictos pasados resurgieron en su mente, mezclándose con la incertidumbre del futuro. Aquellos momentos difíciles parecían revivir con cada paso que tomaba hacia el futuro incierto que se avecinaba. El consejo del abuelo resonó en su mente, una voz sabia que siempre había sido un faro en su vida. Él sugirió la mejor manera de abordar esta situación delicada: invitar a sus padres a su casa para un almuerzo el sábado al mediodía. Marta, su confidente y amiga, se llevaría a los niños a un parque de diversiones mientras Isabella y sus padres hablaban. La idea no le resultó fácil de aceptar, pues no quería esconder a sus hijos como si fueran un secreto, pero entendió que era una manera de proteger a su abuela de posibles conflictos y tensiones innecesarias. El fin de semana se acercaba, y Isabella sentía un torbellino de emociones en su interior. Preparar la casa para la visita de sus
La imagen del hombre en la foto me dejó sin aliento. Era mi abuelo, Santiago Sardino, en su juventud. No había lugar para dudas; su rostro era inconfundible. Sentí una mezcla de asombro y emoción al reconocerlo.—Estoy segura, es él. Aunque luce mucho más joven en esa foto, no tengo ninguna duda de que es mi abuelo, Santiago Sardino.Mi jefe parecía igualmente sorprendido, intrigado y lleno de una cierta esperanza.—¿Tu abuelo? Entonces, ¿me conocías de niño, Isabella? —preguntó con un tono de incredulidad y curiosidad.Respondí con honestidad, tratando de buscar en mis recuerdos cualquier indicio de conocimiento.&mda
Adele entra en el despacho de su padre, este está hablando con alguien y le hace señas de que se espere. Lo hace, se queda de pie quieta y asustada en el centro de la habitación. Ve que termina la llamada, y rodea el buró y sin previo aviso, una fuerte bofetada hace que caiga de bruces en el suelo. Su padre la mira con odio.—¡¿Ni eso pudiste hacer bien?! ¡Lo tenías en la palma de la mano, con su falta de memoria! ¡Nadie sabía que te había cogido con un tipo engañándolo! Y ahora te rechaza, ¡te rechaza! ¡No se acordará de lo que le hiciste, pero todo él sabe que lo engañaste y te rechaza!—¡Perdón papá! Te juro que no sé qué me pasó cuando hice esa locura, pero dame tiempo. Si lo enamoré una vez lo haré de nuevo, más que ahora no tiene memoria. Me encontré con Luis Ibáñez, que ahora trabaja con él y se están haciendo muy amigos, me dijo que me iba a ayudar. Me dirá dónde se mete Christian y así podré aparecerme sin que sospeche nada, ya verás, lo voy a volver a lograr, solo dame tiem
Después de colgar, guardó el teléfono con determinación. Había unido fuerzas con Luis, formando una extraña alianza con un único propósito: ¡enamorar a Christian! Necesitaba que él se convirtiera en su esposo para librarse de las garras de su padre, quien no le da tregua. Desea cumplir cuanto antes sus sueño de escapar con su verdadero amor a un rincón remoto, donde nunca pudiera ser hallada, inundaban sus pensamientos. Estaba cansada de ser una marioneta obediente, sometida a los caprichos de su progenitor.Tenía la certeza de que cuando su padre amasara una fortuna a través de sus negocios, finalmente la dejaría en paz. Consciente de que sus asuntos económicos no estaban en su mejor momento, sabía que habían confiado en que su unión con Christian generaría prosperidad. Sin embargo, un arrebato pasional había deshecho todos esos planes, y su padre no estaba dispuesto a perdonárselo.¿Qué clase de nueva idea estaría bullendo en la mente de Luis? Esa pregunta la inquietaba, pero tambi
Dijo Christian con firmeza, tomando el brazo de Isabella con un gesto posesivo. Mientras los veía alejarse, Luis se llenó de una mezcla de odio y frustración. Necesitaba entender la dinámica entre ellos dos, así que se propuso averiguar más detalles. ¿Cómo se conocían? ¿Qué relación tenían?Debería averiguar bien a esos dos, se dijo a sí mismo, con los puños apretados. No puedo dejar que Isabella venga a interrumpir el plan que tengo con Adele. Si es necesario, descubriré sus secretos.Con ese propósito en mente, regresó a la recepción, donde la secretaria lo saludó con una sonrisa profesional.—Buenos días.—Buenos días, Luis. ¿En qué puedo ayudarte?—¿Sabes en qué trabaja la mujer que entró con el jefe?La secretaria, aparentemente intrigada por su pregunta, le contestó con un toque de sarcasmo.—¿Te refieres a Isabella?—Sí, ella misma. ¿Cuándo comenzó a trabajar aquí y en qué puesto?—Vaya, no sabía que te interesara tanto la vida de los demás.Luis sintió la necesidad de dar una