La noticia de que sus padres planeaban una visita llenó a Isabella de preocupación. Los recuerdos de conflictos pasados resurgieron en su mente, mezclándose con la incertidumbre del futuro. Aquellos momentos difíciles parecían revivir con cada paso que tomaba hacia el futuro incierto que se avecinaba. El consejo del abuelo resonó en su mente, una voz sabia que siempre había sido un faro en su vida. Él sugirió la mejor manera de abordar esta situación delicada: invitar a sus padres a su casa para un almuerzo el sábado al mediodía. Marta, su confidente y amiga, se llevaría a los niños a un parque de diversiones mientras Isabella y sus padres hablaban. La idea no le resultó fácil de aceptar, pues no quería esconder a sus hijos como si fueran un secreto, pero entendió que era una manera de proteger a su abuela de posibles conflictos y tensiones innecesarias. El fin de semana se acercaba, y Isabella sentía un torbellino de emociones en su interior. Preparar la casa para la visita de sus
La imagen del hombre en la foto me dejó sin aliento. Era mi abuelo, Santiago Sardino, en su juventud. No había lugar para dudas; su rostro era inconfundible. Sentí una mezcla de asombro y emoción al reconocerlo.—Estoy segura, es él. Aunque luce mucho más joven en esa foto, no tengo ninguna duda de que es mi abuelo, Santiago Sardino.Mi jefe parecía igualmente sorprendido, intrigado y lleno de una cierta esperanza.—¿Tu abuelo? Entonces, ¿me conocías de niño, Isabella? —preguntó con un tono de incredulidad y curiosidad.Respondí con honestidad, tratando de buscar en mis recuerdos cualquier indicio de conocimiento.&mda
Adele entra en el despacho de su padre, este está hablando con alguien y le hace señas de que se espere. Lo hace, se queda de pie quieta y asustada en el centro de la habitación. Ve que termina la llamada, y rodea el buró y sin previo aviso, una fuerte bofetada hace que caiga de bruces en el suelo. Su padre la mira con odio.—¡¿Ni eso pudiste hacer bien?! ¡Lo tenías en la palma de la mano, con su falta de memoria! ¡Nadie sabía que te había cogido con un tipo engañándolo! Y ahora te rechaza, ¡te rechaza! ¡No se acordará de lo que le hiciste, pero todo él sabe que lo engañaste y te rechaza!—¡Perdón papá! Te juro que no sé qué me pasó cuando hice esa locura, pero dame tiempo. Si lo enamoré una vez lo haré de nuevo, más que ahora no tiene memoria. Me encontré con Luis Ibáñez, que ahora trabaja con él y se están haciendo muy amigos, me dijo que me iba a ayudar. Me dirá dónde se mete Christian y así podré aparecerme sin que sospeche nada, ya verás, lo voy a volver a lograr, solo dame tiem
Después de colgar, guardó el teléfono con determinación. Había unido fuerzas con Luis, formando una extraña alianza con un único propósito: ¡enamorar a Christian! Necesitaba que él se convirtiera en su esposo para librarse de las garras de su padre, quien no le da tregua. Desea cumplir cuanto antes sus sueño de escapar con su verdadero amor a un rincón remoto, donde nunca pudiera ser hallada, inundaban sus pensamientos. Estaba cansada de ser una marioneta obediente, sometida a los caprichos de su progenitor.Tenía la certeza de que cuando su padre amasara una fortuna a través de sus negocios, finalmente la dejaría en paz. Consciente de que sus asuntos económicos no estaban en su mejor momento, sabía que habían confiado en que su unión con Christian generaría prosperidad. Sin embargo, un arrebato pasional había deshecho todos esos planes, y su padre no estaba dispuesto a perdonárselo.¿Qué clase de nueva idea estaría bullendo en la mente de Luis? Esa pregunta la inquietaba, pero tambi
Dijo Christian con firmeza, tomando el brazo de Isabella con un gesto posesivo. Mientras los veía alejarse, Luis se llenó de una mezcla de odio y frustración. Necesitaba entender la dinámica entre ellos dos, así que se propuso averiguar más detalles. ¿Cómo se conocían? ¿Qué relación tenían?Debería averiguar bien a esos dos, se dijo a sí mismo, con los puños apretados. No puedo dejar que Isabella venga a interrumpir el plan que tengo con Adele. Si es necesario, descubriré sus secretos.Con ese propósito en mente, regresó a la recepción, donde la secretaria lo saludó con una sonrisa profesional.—Buenos días.—Buenos días, Luis. ¿En qué puedo ayudarte?—¿Sabes en qué trabaja la mujer que entró con el jefe?La secretaria, aparentemente intrigada por su pregunta, le contestó con un toque de sarcasmo.—¿Te refieres a Isabella?—Sí, ella misma. ¿Cuándo comenzó a trabajar aquí y en qué puesto?—Vaya, no sabía que te interesara tanto la vida de los demás.Luis sintió la necesidad de dar una
Después de mi visita a la casa de los abuelos de Isabella, me encuentro sumido en profundos pensamientos. La vida, en su inesperada forma, me ha llevado a encontrarme con personas que nunca hubiera imaginado. ¿Quién podría haber predicho que mi nueva asistente y editora, Isabella, fuera alguien que conocí en mi infancia? La ironía de la situación es abrumadora.No puedo negar que Isabella tiene un encanto especial, y sus hijos son adorables. Me pregunto cómo tuve el valor de afirmar que era su padre. ¿Por qué lo hice? Ambos me miraban con aquellos ojitos tan lindos, ansiosos, expectantes, que no tuve valor para decirle que no era su papá. Me sentí tan bien cuando dije, “sí soy su papá", Sus miradas me llenaron de una extraña emoción que me impulsó a pronunciar esas palabras. Durante un instante, deseé con toda mi alma que fuera cierto. ¿Podré tener hijos algún día? Es una pregunta que me persigue constantemente.Recuerdo las miradas de Isabella y sus hijos mientras les decía que era s
Me llena de preguntas cómo es su costumbre y me hace reír con felicidad. Si hay alguien que me colma de alegría, ese alguien es Christie, mi única y adorada hermana, amiga, confidente y la depositaria de mi memoria. Sin importar las circunstancias, ella siempre está para mí, enfrentándose al mundo a mi lado. Si fuéramos gemelos idénticos, no podría protegerme más de lo que ya lo hace. A veces me preocupa que, al estar tan atenta a mí, pueda olvidarse de vivir su propia vida. —No, a todo eso que preguntas, no te diré nada hasta que vengas a verme. Te tengo una gran sorpresa —la dejo así, para hacer que venga a verme, sé que ahora mismo se muere por coger el avión y venir a ayudarme. —No seas malo y dime de quién se trata, acuérdate que yo estoy de tu lado. Vamos, ¿dime quién es? Por favor…, sniff, sniff…., por favor, ¿quién es?... —,ruega para que le diga, pero no lo haré, en serio necesito que venga. —Ja, ja, ja… No te diré, así que deja de rogarme y ven a verme —la exhorto, además
Observo una y otra vez el número desconocido en la pantalla de mi teléfono. No tengo la más mínima idea de quién puede ser. Un destello de esperanza fugaz cruza por mi mente, imaginando que tal vez sea Isabella desde otro número. Decidido, contesto la llamada, solo para escuchar la voz de un hombre desconocido al otro lado. —Hola. —Hola Christian, soy Luis. —¿Luis? —Me desconcierta por completo su llamada a esta hora. ¿Qué diablos querrá este tipo? —Luis Ibáñez —aclara, como si notara mi confusión. —Tu trabajador de contabilidad. Mamá me dijo que tus padres habían intervenido para conseguirme este trabajo. Por eso quiero invitarte a salir a comer, como una manera de agradecer que me hayas contratado. —Luis, no te equivoques. Te contraté no porque mis padres lo pidieran, sino porque tienes un sólido historial y eres competente en tu labor —le recalco, dejando en claro que no acepto deudas ni favores. La verdad es que en este momento, lo desprecio por lo que hizo con Bella. Si no fu