TylerSolté el teléfono con fuerza. maldiciendo en todos los idiomas que conocia.¡Jameson Shields era un maldito bastardo!El corazón me tronaba en los oídos, la frustración de no poder tenerlo en frente y no poder decirle al hijo de puta todo lo que pensaba de él hacía que quisiera golpear algo, siempre estuvimos bajo su mira; en la empresa, en la mansión, sin necesidad que Markus estuviese detrás de mí como una jodida sombra.El tuvo el sarten por el mango todo el tiempo.Golpeé el escritorio haciendo que varios de los documentos en los que estaba trabajando se desparramaran en el suelo, las palabras de Jameson parecían estrellarse contra las paredes de mi conciencia. Quería a Isabella, a eso se refería con:“Todo lo nuevo que hay en ella”.Y no pensaba permitirlo, la puerta se abrió y Stefy me observó con los ojos abiertos.—¿Sucede algo, señor Shields?—preguntó observando el caos que había en mi oficina.—¿Sabes si mi esposa ya está en la oficina? —consulté recogiendo los documen
TylerEventualmente salimos de la bañera y nos trasladamos a la cama, al menos, yo lo hice, ella se quedó frente a mí, completamente desnuda, aplicándose crema humectante en todo el cuerpo.—Ven aquí…—Ya casi termino. —Cerró el envase y antes de ir a nuestro lecho, abrió el cajón de su tocador y sacó algo, no pude verlo, caminó hacia mí, sonriendo, se sentó a un lado de la cama.—¿Tienes algún tipo de relación con las cremas?—Cuando pesas más de cien kilos, las cremas son tu mejor aliado, pero no es por ello que las uso. —Metió un mechón de cabello detrás de su oreja—. Mi madre lo hacía después de su baño, siempre. —La atraje hacia mí y la abracé, sin ningún tipo de tensión sexual entre los dos—. Cuando era niña, quería ser a su imagen y semejanza; una buena esposa, una buena mamá… así que me hace sentir más cerca de ella y cuido mi piel. —Giró su rostro y encogió sus hombros—. Es un ganar, ganar.—Si lo ves desde ese punto de vista… Tienes un punto, Vida.—Hablando de mi madre. —Se
Tyler.Aprete el telefono con fuerza ante las palabras de mi hermana. habíamos estado esperando los resultados de Mia que el doctor hubiese llamado personalmente significaba que eran malas noticias.—Tengo que irme —repetí antes de empezar a moverme, mis pasos eran torpes, me dolía el pecho, el frío se había apoderado de mí, bajé las escaleras que conducían hasta el sótano donde los autos de Jameson parecían alineados, como en una feria de exhibición, y tomé el primer juego de llaves, encaminándome al auto que se iluminó cuando activé la alarma, subí pero no pude si quiera colocar la llave en el puerto de contacto, mis manos estaban temblando, mi vida entera se tambaleaba, lo intenté una vez más, pero las llaves cayeron, fue como si ese pequeño acto me hubiese explotado, así que me rendí, golpeé el volante y grité.Grité porque el cáncer era una gran perra que no sabía cuándo putas morirse, lloré porque ella era mi niña y sabía perfectamente que esas palabras de Megan no profetizaban
TylerEstuve todo el día en el hospital luego de los exámenes, Mia fue llevada a su habitación especial, una enfermera nos llevó a Megan y a mí hasta el lugar, luego de colocarnos la indumentaria requerida, entramos, se veía cómoda con pequeñas flores dibujadas en la pared. Un baño y una cama auxiliar para el acompañante. Mi hija estaba dormida, por lo que Owen nos dio una charla acerca de la importancia de los implementos de vestuario.No pude irme a casa esa noche, ni siquiera las dos siguientes; pero para el tercer día tuve que volver a la mansión de los Shields, tenía mucho trabajo por hacer con la inauguración del hotel tan cerca, además del contrato que cumplir.Corté el suministro de agua y tomé una toalla, deslizándola en mi cadera; Isabella estaba sentada en la cama, con Tikki en sus piernas, me había traído el gato porque Megan estaría todo el tiempo con Mia en el hospital y no quería que el animalito estuviese encerrado en el departamento.—Hola.—susurré al vela ella bajó a
TylerLas siguientes semanas fueron vertiginosas; Owen nos entregó los examenes de compatibilidad y para nuestra mala suerte Isabella no era compatible con Mia, Henrry apesar de ser su bisabuelo tampocolo lo era, el cerco de la esperanza se reducia cada vez más lo que me tenia completamente loco, sin saber que hacer como moverme, por otro lado Jameson estaba al asecho y sentia como si estuviese respirandome en la jodida nuca. lo unico bueno de todo esto era que el doctor Owenhabía logrado que el centro de trasplantes colocara el nombre de mi niña como prioridad en la lista de donaciones de órganos.Solo que el donante no aparecía, había escuchado casos que demoraban meses, incluso años antes de poder tener uno compatible.Entre la oficina, los detalles de la inminente inauguración del Blue Ivy y los viajes hasta Jersey todos los días, mi vida se había convertido en un caos.Una semana antes de la inauguración del hotel, todo estaba mal, el suelo del vestíbulo no estaba lo suficientem
Jameson Apreté los nudillos al volante del coche y Kate acarició mi pierna, en un intento de calmarme, hacía dos días que estaba en Nueva York. El maldito Thomas me había traicionado, confié parte de mi negocio a él mientras estuve en Italia. ¿Y qué hizo el muy maldito? Compró m****a de mala calidad solo para enriquecerse a mi costa, siempre dándome mercancía “de la buena” para probar, cuando él vendía coca rebajada con cal a nuestros clientes, los italianos se dieron cuenta rápidamente, y uno de sus hombres visitó mi oficina hacía una semana, no precisamente para conversar. Hice lo que tenía que hacer, lo entregué a Vito, el hombre que Luca Di Marco, envió. Thomas había cavado su propia tumba, yo simplemente eché el primer palazo de tierra. Esperaba que, para ese momento, los animales del desierto hubiesen hecho un festín con su cuerpo, lo mejor de todo, era que Brown era mi mejor coartada. Nadie podía involucrarme con la muerte de Tom, si siempre estuve en Nueva York. Pero, a
IsabellaMiré por la ventana de mi oficina, podía ver parte del este de Central Park, por eso la elegí cuando supe que las empresas se fusionarían, según el trato de mi padre y Domenico treinta años atrás, nunca entendí cómo inició la amistad de ambos, pero recuerdo lo mucho que mi padre y Domenico se frecuentaban. Mi padre adoptó el apellido de mi madre a pesar de sus raíces italianas, siempre decía que se volvió loco de amor, al verla, y yo sonreía ante su historia, el verdadero apellido de mi padre era Di Rossi, pero una vez me dijo que no debía contárselo a nadie.Nunca pregunté por qué.Pasaron dos semanas desde la inauguración del Blue Ivy, todo parecía haber caído en una cómoda monotonía, había trabajo, sí, pero no al vertiginoso ritmo de los meses anteriores, mi nueva función era encargarme de organización de los distintos eventos, que se darían tanto en los hoteles como los restaurantes, sin embargo, tenía tiempo y últimamente siempre me sentía cansada y somnolienta.Tyler pa
Isabella—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Tyler cuando nos estábamos acomodando la ropa después de nuestra fantasía del sexo en la oficina.—Que no vine aquí para esto. —Volví a reír.—Ah, ¿no? —Arqueó una de sus cejas, negué con mi cabeza alcanzando mi cartera del suelo, supongo que se cayó cuando limpió el escritorio. —De hecho, te traía un regalo. —Saqué la caja, seguíamos con las camisas abiertas, mi falda aún estaba arremolinada en mis caderas y él solo había acomodado su miembro dentro del bóxer—. Para ti. —Fue su turno de arquear una ceja, pero tomó la caja—. ¡Ábrela! —animé y lo hizo.Su rostro se congeló por unos segundos, antes de levantar su mirada hacia mí.—Pruebas de embarazo… —se veia muy confundido—¿Pruebas de embarazo? ¡Isa! ¡Mierda! ¿Estás? ¿Estamos? —Asentí—. Dios, ¡demonios! —Me reí—. ¿Estás bien? —Besó mi frente—. Tú y yo, ¡joder! No te lastimé, ¿verdad? —Negué y él sacó las pruebas—. Funcionó. —Asentí con la cabeza, nuevamente, parecía que había perdido la capac