Sintiéndose triste, Julia salió del guardarropa, con las prendas de Andrés y lo oyó hablar por teléfono, con tono suave: —No tengas miedo, pídele a Ana, la empleada, que te vigile, ahora voy para allá. Julia se detuvo en seco.—¿Con quién hablabas? —preguntó.—Es alguien que no conoces —respondió Andrés, mirándola con frialdad.Gracias a su sexto sentido, tan propio de las mujeres, Julia se sintió muy inquieta.—¿Es una mujer? —lo interrogó.—No tiene nada que ver contigo —repuso Andrés con impaciencia. Acto seguido, le quitó el traje de la mano de Julia y se vistió para salir; algo impropio en él, ya que siempre dejaba que ella lo hiciera. «¿Acaso es cierto que cuando un hombre se enamora de otra mujer, empieza a resistirse a su propia esposa?», se preguntó Julia.Sentía que algo no andaba bien, por lo que, sintiendo un nudo en el estómago, siguió a Andrés hasta la puerta. —No me encuentro bien, ¿podrías quedarte conmigo esta noche? —preguntó. Andrés se volvió un momento, para m
De repente, Julia recordó que un amigo de Andrés, quien había mencionado que Andrés ya tenía una favorita, alguien que había conocido en América y se parecía mucho a ella. En aquel momento, Julia no lo creyó, pensando que esa mujer no debía ser rival para ella. Después de todo, ella estaba casada con Andrés y él no debería estar interesado en otra mujer. Sin embargo, ahora, al ver lo cariñoso que era Andrés con aquella mujer, no pudo evitar reconocer que Andrés nunca la había amado.En medio del bullicio, cuando Andrés está a punto de acompañar a la mujer, vio a Julia parada no muy lejos, junto a Luz.Andrés frunció el ceño.—Andrés, ¿la conoces? —le preguntó la mujer, en voz baja.—Es mi esposa, Julia Gómez. Alicia, ve a esperarme al coche, iré luego —respondió Andrés con indiferencia.—Está bien —dijo Alicia con suavidad, mientras asentía. Antes de irse, Alicia miró a Julia, quien casualmente también enfocó su mirada en ella. Alicia midió a Julia por un momento y sonrió levemente. S
—Julia, ¿sabías que tu marido te está engañando? —preguntó Emilia López, la mejor amiga de Julia, al otro lado del teléfono—. Esta mañana lo vi en las noticias. Te engañó con una pianista llamada Alicia González, quien parece que está. Publicaron las fotos de él acompañándola al hospital para un chequeo de maternidad, ¡está en las noticias de moda! Puedes comprobarlo.Andrés era el CEO del grupo Martín, con innumerables propiedades a su nombre, y encabezaba la lista de los hombres más ricos de la ciudad, con los que las mujeres querían casarse, por lo que el mundo prestaba especial atención a su vida privada.Esta vez, había sido fotografiado acompañando a una mujer a una revisión de maternidad, e, inmediatamente, ocupó en el primer puesto de las búsquedas más calientes. Incluso había salido a la luz el perfil de Alicia González.Esta es la famosa pianista americana, Alicia González, quien ha mantenido una estrecha relación con Andrés desde la infancia. Después de que ella se marchó a
Andrés frunció el ceño y se acercó a Julia.Ella lucía tan adorable y encantadora; especialmente sus labios: tan rosados y tentadores como un melocotón maduro.Al ver su rostro, el enfado de Andrés desapareció. Se inclinó y tomó a Julia en brazos con ternura. Cuando Julia sintió el calor de su abrazo de Andrés, se acurrucó instintivamente.A continuación, Andrés la colocó en la cama y la arropó, antes de darse media vuelta. Sin embargo, cuando estaba a punto de marcharse, la oyó murmurar: —Andrés, eres un cabrón,Andrés guardó silencio un momento, antes de acariciarle suavemente la mejilla. De repente, Julia frotó su mejilla contra la mano de Andrés, con cierto apego.—¿Julia?Sin embargo, Julia no le respondió. Acto seguido, Andrés bajó la cabeza y la besó en los labios. Julia se despertó aturdida y, en cuanto abrió los ojos, vio a Andrés. Antes de que pudiera decir nada, Andrés la besó con mayor intensidad, y le deslizó la mano por debajo de la falda, dispuesto a hacerle el amor.
Después de dos años, Julia había pasado de estar llena de esperanza a sentirse completamente decepcionada de él, y se sentía sumamente cansada.—¿Has olvidado que fue tu padre, Diego Gómez, quien te entregó a mí hace dos años? —Los ojos de Andrés se nublaron, antes de continuar—: Se tomó la molestia de obligarme a casarme contigo, ¿y ahora hablas de que quieres divorciarte? Tengo un límite. Si te excedes, yo también me cansaré.En efecto, hacía dos años, había sido su padre quien la había enviado a la cama de Andrés.En esa época su empresa estaba en problemas y temía ser encarcelado. Por este motivo, buscando proteger a Julia de posibles represalias de las personas con las que estaba conflictuado, la había enviado a la cama de Andrés, para luego exponer la historia en los medios y ante la familia de Andrés, obligándolo a casarse con ella. Diego conocía los secretos del Grupo Martín y lo amenazó con revelarlos, si Andrés no aceptaba el matrimonio. —Tu padre te entregó a mí, en el futu
—¿Te arrepientes? ¿Tu amor has desaparecido por completo en solo dos años? —preguntó Andrés, burlonamente.Julia palideció mientras Andrés la apretaba contra las almohadas. —Pues me arrepiento, ya no me gustas.—Vale, ya que no me quieres, te perdonaré aún menos, te obligaré a quedarte a mi lado para siempre para expiar tus pecados. Eso es lo que te torturará el resto de tu vida —repuso, enfadado.—¿No me perdonarás, solo porque mi padre te tendió una trampa? —preguntó Julia, con tristeza.—Sí, así que, no tienes salida. Tendrás que pagar quedándote junto a mí, el resto de tu vida. Tras decir esto, Andrés se marchó de inmediato.Julia se quedó helada; no esperaba que Andrés la odiara tanto.*Al día siguiente, la luz del sol brillaba a través de los grandes ventanales.Julia se despertó, pero su humor no era tan bueno como el tiempo.Le dolía el estómago otra vez, por lo que tuvo que levantarse rápidamente para comer y tomar algo para calmar el dolor. Cuando bajó a la cocina, vio qu
Julia creyó que el comentario de Alicia estaba dirigido a Andrés y le contestó.—Has sufrido durante todos estos años —dijo Andrés, consolando a Alicia.—No me importa —repuso Alicia con una sonrisa, mientras movía el girador de la mesa y alcanzó la ensalada. A continuación, sirvió algunas verduras en el plato de Andrés mientras decía:—Andrés, no puedes seguir saltándote las verduras, esta ensalada sabe bien, ¡pruébala!Andrés miró a Julia, que observaba la escena, inexpresiva, como si no le importara mucho.—Bien —respondió, llevándose un bocado de ensalada a la boca.Julia se rio burlonamente. Ella sabía que Andrés era una persona con un serio trastorno obsesivo-compulsivo. En el pasado, para conseguir que comiera verduras, ella se levantaba temprano para envolverle una ensalada, mientras le decía: —Andrés, cómete antes de irte. Tardé mucho en prepararla. Tiene salmón y está muy sabrosa. —Yo no como comida que otras personas han tocado —respondía Andrés, cada vez, acompañando sus
Julia se quedó helada y fingió no haber oído lo que Alicia acababa de decir. —¿Qué has dicho? —preguntó.—¿No te gusta Andrés? He oído que lo perseguiste locamente y que siempre has estado cerca de él —repuso Alicia, antes de mirar a Andrés, observando sus reacciones. Andrés permaneció inexpresivo.—No —respondió Julia, riendo sarcásticamente.—¿No?Alicia no terminaba de creérselo, dado que había oído muchos rumores sobre ellos en los últimos días.Julia dijo con fingida indiferencia:—Era joven, y solo me gustaba bromear con él —contestó Julia, con fingida indiferencia. En aquel entonces, ella sentía un gran cariño por Andrés y no quería conformarse con solo tener el título de marido y mujer sin ningún sentimiento genuino. A menudo, salía a vagar a propósito, y, luego, llamaba a Andrés para decirle que se había perdido y pedirle que necesitaba que la fuera a buscar. A veces Andrés acudía a su llamada, pero muchas otras no, pero, aunque no fuera, enviaba a su asistente para que la