—Hola Holly. —Sonríe—. ¿Cuál es tu incomodidad? —Se levanta de su escritorio—. Por favor siéntate. —Era más una orden que una petición

—No gracias, será rápido. —El profesor asiente y camina al frente de su escritorio, se recuesta en él y la mira con deseo, se la come con la mirada de arriba abajo.

—Muy bien, entonces cuéntame, ¿en qué puedo ayudarte? —Ella se incomoda por la mirada morbosa que le ofrecía él.

—Quisiera saber… —Tocan la puerta y él profesor se exaspera.

—¡Pase! —No tenía opción.

—Lo siento profe, tenía una inquietud y desearía que usted me ayudará —dice un joven, Holly lo conocía, practicaba fútbol americano y se veían normalmente los fines de semana.

—Entiendo, espérame afuera Ethan, en este momento estoy ocupado. —El chico asiente y cierra la puerta después de salirse—. ¿Entonces? Como verás, no tengo mucho tiempo.

—Bueno, voy al grano, quisiera saber si no tiene otro tipo de ejercicios para que no se me agranden los brazos, quiero tener brazos femeninos. —Se siente