su mate...

De repente, todo entre nosotros cambió. Se acercó con una rapidez que me hizo perder el aliento. Antes de que pudiera decir algo, sus manos me tomaron con delicadeza del cuello, y me besó.

Este beso fue diferente. No era el impulso salvaje, no era la necesidad de dominar o ser dominado. Era algo suave, tierno, como si de alguna manera lo hubiéramos esperado siempre. No respondí por inercia, sino porque quise. Porque quería. El roce de sus labios me desarmó, y por un segundo, olvidé todo lo que había pasado entre nosotros. Fue como si el mundo dejara de girar y solo quedáramos él y yo.

Cuando nos separamos, me quedé sin aliento, mirando a su alrededor, y vi cómo los demás nos observaban. Estábamos sentados, frente a todos, pero en ese instante, no importaba.

De repente, una sombra se acercó a nuestra mesa, interrumpiendo nuestra burbuja. Un hombre castaño, con piel clara y ojos verdes que brillaban con un matiz dorado, se paró frente a nosotros. Su sonrisa era como un veneno dulce.

—¿B
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