Me desperté sintiéndome pérdida y descoordinada. Al topar mi vista con los peluches de pony entendí donde estaba, Nada era un sueño, todo era real y estaba sucediendo. Me desperecé y estire en la enorme cama, sintiendo el enorme vacío, fije mi mirada en el blanco techo perdiéndome en mis pensamientos y en todo lo que quería hacer, era sábado. Sumando y restando los días faltantes para el gran día, oh bueno, no es que sea EL día, pero lo catalogue así pues no solo cumplo la mayoría de edad si no que por fin podré usar el veatrúm. Me dispuse a tomar una ducha y tratar de averiguar la hora. No había ningún reloj en la habitación, pero a juzgar por la postura del sol no deben de ser mas de las 8. Divise mejor todo mi entorno, la habitación era totalmente blanca y tenía adornos entre gris, morado y rosa. Dos puertas a mi izquierda que supongo que son del baño y armario. Una cómoda con tres cajones y un espejo a su lado una puerta corrediza de cristal. Me levanté y la corrí, un pequeño pero