—Siempre tan arrogante —dijo Hermes y sus párpados se cerraron ante el suave movimiento de Hariella, encima de él—. Me gusta.Los días pasaron y Hermes permaneció en la mansión de Hariella. Jugaba con sus hijos todo el día y dormía en las noches con Hariella. El contrato de la alianza fue firmado. Volvió al país donde estaba la sede principal de Industrias Mars y explicó todo a Marcus. Acordaron que seguiría como el director general de la empresa desde la distancia; la tecnología lo permitía sin problemas. También lo invitó a su matrimonio.Hermes pidió la mano de Hariella a los padres y fue a su pueblo a invitar a los suyos.—Mi nombre es Hermes Darner —dijo él con voz diestra y segura, mientras abrazaba a Hariella—. Soy el padre de sus nietos y el hombre que ama a Hariella, por eso, hoy he venido a pedir la mano de su hija y su bendición para nuestra boda.—Así que tú eres él que logró enamorar a Hariella —dijo Halley Heart, analizando de arriba abajo a Hermes—. Se ve que eres de cl
Un lujoso auto azabache se estacionó frente a un imperioso edificio. Un hombre con atuendo de chofer fue el primero en bajarse y luego una linda muchacha con ropa de secretaria.Ambos se colocaron al costado de la puerta trasera del vehículo. El chofer fue el encargado de abrir la puerta de manera sutil, como si estuviera por recibir a una reina de la edad media. Entonces, de manera espléndida, una esbelta pierna fue lo primero en mostrarse, cuyo tacón negro de aguja, se afirmó de modo firme en el asfalto. Así, como una poderosa soberana, que descendía de su carruaje real. Así, una espléndida mujer se manifestó con lentitud.Ella abandonó el coche con glamour y distinción. Tenía puesto en su cabeza un sombrero Hepbrum oscuro con un velo que tapaba la parte superior de su rostro, sol dejando ver la parte de su boca y fina barbilla. En su negra pupila se reflejó la maravillosa arquitectura empresarial que le pertenecía a ella.Hariella Hansen era conocida como La magnate. Era arrogante,
Las puertas se cerraron y dentro del sitio hubo un silencio que pareció ser eterno, mientras que el elevador empezó a subir. Por ordenes de Hariella, no había un ascenso ejecutivo o privada para ella; eso le parecía algo innecesario, ya que lo utilizaba pocas veces. Era superfluo, por lo que eso no existía en su empresa. Además, enviaba un trabajo a sus empleados que, no había preferencias por nadie.Hermes miraba a Hariella con disimulo por el rabillo del ojo, podía verle la piel blanca, libre de manchas y el cabello rubio le parecía brillar como si fueran mechones de oro.Hariella recibió un portafolio de parte de Lena y se puso a verlos. Hermes se percató y con eso había encontrado una excusa para romper el hielo.—¿Se presentará a la entrevista, para la vacante de finanzas? —preguntó Hermes, mirando hacia el frente en la pantalla donde iban apareciendo diferentes números.Lena arrugó el entrecejo y tragó un poco de saliva; sabía que a Hariella no le gustaba ser interrumpida y meno
Las puertas se cerraron y las dos quedaron de nuevo en silencio y en tranquilidad.Hariella había disfrutado de la conversación con el muchacho y hasta entonces se percató que no se habían presentado y no había llegado a descubrir el nombre de ese hombre con el que había hablado hace pocos segundos, pero eso podría solucionarse. Hace mucho que nadie le hablaba con esa confianza, debido a su cargo, las charlas siempre eran estrictas y puntuales.—¿Crees que sea alguien bueno? —interrogó Hariella a su secretaria Lena, quebrando la armonía en la que habían quedado.Lena lo pensó antes de responder, podría estar fingiendo a la vez que en verdad no conocía la identidad de su jefa. La pregunta se había convertido en un auténtico dilema, no tenía pruebas ni la certeza que aquel joven estaba mintiendo y no podía ir por el mundo acusando a todos los hombres que se acercaran a Hariella de estafadores o farsantes. Tendría que averiguarlo primero antes de dar un veredicto acusatorio en contra de
Hermes salió del edifico administrativo de Industrias Hansen. El viento lo refrescaba la piel y le movía su ondulado cabello castaño. El sol comenzó a resplandecer con más fuerza. Era lindo estar vivo y poder disfrutar de todo esto. Las personas entraban y salían del imponente rascacielos, y por la carretera pavimentada pasaban automóviles y motocicletas, era cómodo escucharlos. Vio su reloj, apenas comenzaba el día y no había rastro de aquella hermosa mujer. Se desanimó de inmediato. ¿Cuándo podría volver a verla, si no sabía nada de ella? Quizás todavía no se había ido y seguía dentro, pero que se quedaría haciendo para poder esperarla.—¡Flores, Flores! Llévela en un ramo o una sola por aparte —anunció una vendedora de avanzada edad en su puesto ambulante y Hermes supo lo que tenía que hacer.Esa era un motivo perfecto para quedarse y así mataría el tiempo. Hermes se acercó a la vendedora y observó la variedad que tenía, era un pequeño y lindo jardín móvil. Algunas estaban decorada
—¿Ya han terminado las entrevistas a los aspirantes de gerente de finanzas? —preguntó Hariella a Lena, luego de haberla llamado.Ya habían pasado algunos minutos desde que había hablado con Hermes. Él se veía motivado y confiado de que obtendría el puesto y la copia del currículo que había visto, era bueno y también el registro de notas. Hermes cumplía con un buen perfil, como para poder desempeñar ese cargo.—Me han avisado que sí, ya han terminado, señora.—Tráeme los resultados, quiero verlos.Lena cumplió con el mandato de Hariella y al rato, llegó con lo que le había pedido. No necesitaba ser una bruja para saber a quién quería buscar: a Hermes Darner. Ella también había leído la información de él. Se preguntaba si en verdad había logrado captar la atención de su señora. Podría ser solo momentáneo, nada de lo que preocuparse. Se le pasaría después de la prueba que Hariella le había ordenado realizar. Pero, y si resultara cierto que desconocía de la identidad de Hariella y no esta
—Haremos un receso de una hora —anunció Lena a los miembros de la junta directiva—. La reunión continuará a la una en punto de la tarde.Los ejecutivos se levantaron de sus cómodas sillas que, estaban frente a una larga y delgada mesa rectangular de madera pulida color marrón claro, y le hicieron una reverencia a Hariella y salario del despacho. La sala era grande y los vidrios daban vista a la hermosa ciudad.Hariella estaba sentada a la cabeza y detrás de ella, sobre la pared blanca, también estaba un tablero tecnológico. Se puso recta en silla, se tocó los hombros y el cuello. Tanto tiempo sentada con la misma postura le causaba pequeños dolores, pero no eran de importancia, se le pasaban luego de una pequeña caminata.—¿Quiere que programe una cita con la masajista, señora Hariella? —preguntó Lena al ver a su señora, mostrando malestar, por la posición en que había estado.—No, no es necesario —dijo Hariella, colocándose de pie y mirando a través de la ventana, en tanto caminaba p
Hermes regresó al edificio de la empresa. La vendedora de flores le había guardado el maletín al igual que la rosa amarilla eterna, el frasco que la protegía se había roto. En ese estado no podía regalarlo. La señora había vendido todas las flores, por lo que ya no le quedaba ninguna. Eso lo entristeció, más que haber perdido la oportunidad de conversar con su precioso ángel, que ya no estaba presente por los alrededores.—¿A dónde vas, muchacho? —preguntó la vendedora al verlo caminar cabizbajo.—Debo irme.—¿Y no te llevarás esto? —La vendedora sacó la última rosa amarilla eterna y los ojos de Hermes se iluminaron llenos de felicidad—. La había apartado para ti, toma.Hermes se regresó hasta la señora y le dio un fuerte abrazo.—Gracias, maestra.Hariella llegó a su deslumbrante mansión que, se encontraba muy alejada de la empresa; a ella le gustaba la tranquilidad y solo en esta zona exclusiva, podía tener armonía. Ahí, distante del bullicio de la gran ciudad.El guardia de segurid