ValentinaHabía algo devastador en ver cómo el rostro de Nicola cambiaba al escuchar esas palabras: "Alessandro lo mató". Su cuerpo se tambaleó, sus ojos se cristalizaron y su respiración, aunque controlada, era pesada y forzada.Mantuve una mano en su brazo, apretando un poco, un gesto silencioso que sabía que él entendía.No le diría que se calmara. Conocía demasiado bien lo que significa perder a alguien de esa manera. No existían palabras capaces de suavizar ese tipo de dolor, y Nicola no era alguien que aceptara consuelo fácil.Lo miré de reojo. Sentía el calor que emanaba de su cuerpo, la furia tan marcado en cada uno de sus gestos, y algo que reconocía bien: era el odio que nace del dolor.La muerte de Vittorio no solo era una pérdida para él, sino un golpe directo a su orgullo, a todo lo que representaba como hijo y como hombre.—La muerte de Alessandro será tuya, Nicola, —dije cuando todos quedaron en silencio, mi voz baja pero firme, como si fuera un juramento.Alessandro m
ValentinaBianca y Lorenzo se quedaron detrás, listos para comenzar lo que él llamó "un entrenamiento básico", aunque sabía que en su mente ya tenía un plan riguroso para convertir a Bianca en algo más que una víctima.El camino hacia la casa segura en la ciudad fue tranquilo. Shadow conducía con la misma expresión impenetrable de siempre, pero había algo en la rigidez de sus hombros que delataba su tensión.Nicola, a mi lado, estaba inmerso en sus pensamientos, con la mirada fija en el paisaje que pasaba rápidamente.No había hablado mucho desde la discusión con Bianca, y aunque su rostro era una máscara de frialdad, sabía que las emociones estaban latiendo bajo la superficie. Todos estábamos lidiando con nuestros propios demonios.Cuando llegamos a la casa segura, Nicola se dirigió a una habitación para prepararse, mientras yo me ocupaba de encontrar algo adecuado para la reunión.Shadow, como siempre, desapareció sin decir nada, moviéndose por la casa como un fantasma.Entré en una
BiancaNicola, Valentina y Shadow ya se habían ido, dejándonos a Lorenzo y a mí en la cabaña que de repente parecía demasiado grande y vacía.Me senté en una de las sillas junto a la ventana, abrazando mis rodillas mientras miraba hacia afuera.Mi mente vagaba lejos de aquí, atrapada en los recuerdos de mi padre; la sangre brotando de su cabeza, de las manos de Alessandro sobre su arma. La furia y la tristeza me invadían, pero entre esos sentimientos surgía algo más: una determinación que nunca antes había sentido.Lorenzo se acercó, entregándome una taza de té, antes de apoyarse contra la mesa frente a mí. Se cruzó de brazos, su postura relajada, pero sus ojos claros estaban fijos en mí y me observaban con tal intensidad que un calor inexplicable recorrió todo mi cuerpo.—¿Por qué yo? —preguntó, rompiendo el silencio.Levanté la vista hacia él, y por un momento, no supe qué decir. Era una pregunta simple, pero la respuesta era complicada.—Nicola no se separaría de Valentina para que
BiancaEl toque de sus manos fue tan inesperado que casi me olvidé de respirar.Cerré los ojos un momento, obligándome a concentrarme en lo que me estaba enseñando y no en el hecho de que su mano seguía en mi cintura.—Ahora apunta, —susurró, su voz calmada justo junto a mi oído—. Usa la mira delantera y alinea con el objetivo.Abrí los ojos, enfocándome en las latas frente a mí. Apreté los labios y me concentré, haciendo lo que me había indicado.—Respira, Bianca, —dijo suavemente, y su mano en mi hombro me dio un pequeño apretón—. Tómate tu tiempo. Inhala. Exhala. Y cuando estés lista, aprieta el gatillo.Seguí sus instrucciones, inhalando profundamente antes de exhalar lentamente. Luego apreté el gatillo. El sonido del disparo resonó en todo el lugar, y el retroceso me asustó, haciendo que diera un paso atrás.Pero cuando miré hacia el tronco, vi que una de las latas había caído.—¡Lo hiciste! —exclamó, y su sonrisa amplia fue suficiente para hacerme olvidar el dolor que sentía en
Bianca—Bella mia, —susurró, inclinándose hacia mí mientras su mano se deslizaba por mi mejilla—. No tienes idea de lo que significas para mí.Lo atraje hacia mí, dejando que mis labios hablaran por mí mientras lo besaba con la intensidad de todo lo que sentía.Él correspondió con la misma necesidad, sus manos viajando desde mi rostro hasta mis hombros, y luego hacia abajo, con una lentitud que era casi desesperante.Sus dedos encontraron el borde de mi blusa, y con un movimiento suave, comenzó a quitármela.El aire de la habitación acarició mi piel desnuda, pero todo lo que sentía era el calor de sus manos, la forma en que me tocaba como si fuera algo que había deseado durante mucho tiempo.Yo también lo había deseado.Mis manos buscaron los botones de su camisa, deslizándolos uno por uno con torpeza, ya que mis dedos temblaban. Lo miré mientras lo hacía, y la crudeza de su mirada hizo que mi corazón latiera más rápido.—¿Estás segura? —preguntó con un tono de voz baja.Su mano se de
NicolaEl auto se detuvo frente a un edificio discreto, pero imponente, con una fachada de piedra gris y ventanas altas que reflejaban la luz del día.No había señales obvias de que este lugar fuera el centro de las reuniones más importantes de la organización, pero yo sabía que dentro de esas paredes, el futuro de las familias se estaba definiendo.Y, si Alessandro tenía éxito, también sería nuestra condena.Shadow, haciendo el papel de Lorenzo, apagó el motor y salió del auto con la misma calma con la que siempre enfrentaba cualquier situación.Valentina, a mi lado, ajustó la chaqueta que llevaba sobre su vestido, y aunque su postura era relajada, sabía que por dentro estaba tan alerta como yo.Este era un escenario lleno de pólvora, y solo hacía falta una chispa para que todo explotara.—¿Listos? —pregunté, mirándolos mientras arreglaba el cuello de mi camisa.—Siempre, —respondió Valentina, con una pequeña sonrisa que no alcanzó sus ojos.Shadow solo asintió, ajustando el reloj en
ValentinaSentía mi cuerpo tenso, cada músculo bloqueado en posición de ataque, el arma en mis manos se sentía más pesada, cargando no solo con la vida de Alessandro, si no también con la de mi esposo.Mi dedo estaba atento en el gatillo, preparado para disparar si era necesario.No parpadeé, no me moví. Mi mente estaba en blanco y en completo silencio.Nicola mantenía la calma de siempre, aunque sabía que estaba tan alerta como yo. Pero Alessandro estaba al límite, su respiración pesada y sus ojos inyectados de odio. Nos miraba como si pudiera matarnos con la fuerza de su rabia.—Baja el arma, Alessandro, —dije, mi voz tan fría como el hielo—. No voy a repetirlo.Sabía que esto podía terminar en una fatalidad y en segundo si alguno de nosotros cometía un mínimo error.El peso del arma en mis manos me recordaba todo lo que había hecho, de todo lo que había aprendido, y principalmente todo lo que estaba dispuesta a hacer para proteger a Nicola.Shadow, en el otro extremo de la sala, le
ValentinaTodo ocurrió en una fracción de segundo.Shadow se movió antes de que alguien pudiera siquiera respirar.Se lanzó delante de mí, su cuerpo siendo un escudo entre el arma de Fiamma y mi pecho. El disparo resonó en la sala, el impacto lo golpeó con una fuerza, forzándolo a retroceder un paso antes de caer al suelo.—¡Renzo! —grité, mi voz rompiéndose mientras me arrodillaba a su lado. La sangre ya comenzaba a empapar su camisa, y su respiración se volvió irregular.Nicola, con los ojos llenos de furia, apuntó su arma directamente a Fiamma y disparó sin dudar. La bala la alcanzó en el hombro, haciéndola soltar su arma mientras retrocedía tambaleándose.Alessandro gritó algo, pero no lo escuché. Todo mi mundo se redujo a Shadow, que me miraba con una sonrisa débil mientras intentaba hablar.—Valentina… —susurró, su voz apenas audible—. No… no dejes que se salgan con la suya.—No hables, —le dije, mi voz quebrándose mientras intentaba detener la sangre con mis manos—. Vas a salir