BiancaEl toque de sus manos fue tan inesperado que casi me olvidé de respirar.Cerré los ojos un momento, obligándome a concentrarme en lo que me estaba enseñando y no en el hecho de que su mano seguía en mi cintura.—Ahora apunta, —susurró, su voz calmada justo junto a mi oído—. Usa la mira delantera y alinea con el objetivo.Abrí los ojos, enfocándome en las latas frente a mí. Apreté los labios y me concentré, haciendo lo que me había indicado.—Respira, Bianca, —dijo suavemente, y su mano en mi hombro me dio un pequeño apretón—. Tómate tu tiempo. Inhala. Exhala. Y cuando estés lista, aprieta el gatillo.Seguí sus instrucciones, inhalando profundamente antes de exhalar lentamente. Luego apreté el gatillo. El sonido del disparo resonó en todo el lugar, y el retroceso me asustó, haciendo que diera un paso atrás.Pero cuando miré hacia el tronco, vi que una de las latas había caído.—¡Lo hiciste! —exclamó, y su sonrisa amplia fue suficiente para hacerme olvidar el dolor que sentía en
Bianca—Bella mia, —susurró, inclinándose hacia mí mientras su mano se deslizaba por mi mejilla—. No tienes idea de lo que significas para mí.Lo atraje hacia mí, dejando que mis labios hablaran por mí mientras lo besaba con la intensidad de todo lo que sentía.Él correspondió con la misma necesidad, sus manos viajando desde mi rostro hasta mis hombros, y luego hacia abajo, con una lentitud que era casi desesperante.Sus dedos encontraron el borde de mi blusa, y con un movimiento suave, comenzó a quitármela.El aire de la habitación acarició mi piel desnuda, pero todo lo que sentía era el calor de sus manos, la forma en que me tocaba como si fuera algo que había deseado durante mucho tiempo.Yo también lo había deseado.Mis manos buscaron los botones de su camisa, deslizándolos uno por uno con torpeza, ya que mis dedos temblaban. Lo miré mientras lo hacía, y la crudeza de su mirada hizo que mi corazón latiera más rápido.—¿Estás segura? —preguntó con un tono de voz baja.Su mano se de
NicolaEl auto se detuvo frente a un edificio discreto, pero imponente, con una fachada de piedra gris y ventanas altas que reflejaban la luz del día.No había señales obvias de que este lugar fuera el centro de las reuniones más importantes de la organización, pero yo sabía que dentro de esas paredes, el futuro de las familias se estaba definiendo.Y, si Alessandro tenía éxito, también sería nuestra condena.Shadow, haciendo el papel de Lorenzo, apagó el motor y salió del auto con la misma calma con la que siempre enfrentaba cualquier situación.Valentina, a mi lado, ajustó la chaqueta que llevaba sobre su vestido, y aunque su postura era relajada, sabía que por dentro estaba tan alerta como yo.Este era un escenario lleno de pólvora, y solo hacía falta una chispa para que todo explotara.—¿Listos? —pregunté, mirándolos mientras arreglaba el cuello de mi camisa.—Siempre, —respondió Valentina, con una pequeña sonrisa que no alcanzó sus ojos.Shadow solo asintió, ajustando el reloj en
ValentinaSentía mi cuerpo tenso, cada músculo bloqueado en posición de ataque, el arma en mis manos se sentía más pesada, cargando no solo con la vida de Alessandro, si no también con la de mi esposo.Mi dedo estaba atento en el gatillo, preparado para disparar si era necesario.No parpadeé, no me moví. Mi mente estaba en blanco y en completo silencio.Nicola mantenía la calma de siempre, aunque sabía que estaba tan alerta como yo. Pero Alessandro estaba al límite, su respiración pesada y sus ojos inyectados de odio. Nos miraba como si pudiera matarnos con la fuerza de su rabia.—Baja el arma, Alessandro, —dije, mi voz tan fría como el hielo—. No voy a repetirlo.Sabía que esto podía terminar en una fatalidad y en segundo si alguno de nosotros cometía un mínimo error.El peso del arma en mis manos me recordaba todo lo que había hecho, de todo lo que había aprendido, y principalmente todo lo que estaba dispuesta a hacer para proteger a Nicola.Shadow, en el otro extremo de la sala, le
ValentinaTodo ocurrió en una fracción de segundo.Shadow se movió antes de que alguien pudiera siquiera respirar.Se lanzó delante de mí, su cuerpo siendo un escudo entre el arma de Fiamma y mi pecho. El disparo resonó en la sala, el impacto lo golpeó con una fuerza, forzándolo a retroceder un paso antes de caer al suelo.—¡Renzo! —grité, mi voz rompiéndose mientras me arrodillaba a su lado. La sangre ya comenzaba a empapar su camisa, y su respiración se volvió irregular.Nicola, con los ojos llenos de furia, apuntó su arma directamente a Fiamma y disparó sin dudar. La bala la alcanzó en el hombro, haciéndola soltar su arma mientras retrocedía tambaleándose.Alessandro gritó algo, pero no lo escuché. Todo mi mundo se redujo a Shadow, que me miraba con una sonrisa débil mientras intentaba hablar.—Valentina… —susurró, su voz apenas audible—. No… no dejes que se salgan con la suya.—No hables, —le dije, mi voz quebrándose mientras intentaba detener la sangre con mis manos—. Vas a salir
ShadowTodo pasó en cámara lenta, mientras Fiamma apuntaba con el arma a Valentina.No tuve tiempo de pensar con la frialdad que necesitaba en este momento. Pero una cosa sí era clara: Valentina estaba en peligro.Y no podía perderla.Escuché el disparo justo después de lanzarme frente a ella, protegiéndola con mi cuerpo.El impacto me dio de lleno en el pecho, con una fuerza brutal que me robó el aliento.El tiempo se detuvo. El ruido a mi alrededor se detuvo de golpe. Caí de rodillas.La sangre empapó mi ropa saliendo demasiado rápido de mi cuerpo. Pero nada tenía sentido ahora, nada más que ella a salvo.Mis ojos no se apartaron de mi amiga, la mujer que amo, que me miró con una expresión que nunca había visto antes en su rostro: terror.—¡Renzo! —gritó, su voz filtrándose en el pitido constante que escuchaba en mi mente.Se dejó caer junto a mí, sus manos presionando la herida, intentando detener el sangrado.—Valentina… —murmuré, mi voz un susurro mientras trataba de enfocar su r
Nicola—Tengo un auto en el estacionamiento, —dije, mi voz firme y la adrenalina aún corría por mis venas, mientras girábamos hacia una pequeña entrada lateral.Llegamos al estacionamiento y caminé directamente hacia el sedán oscuro estacionado en una esquina oculta. Abrí la cajuela con un movimiento rápido. Sabía muy bien lo que encontraríamos allí, pero me tomé un segundo para verificar que todo estuviera en su lugar.Valentina se acercó, y sentí su mirada curiosa mientras inspeccionaba el contenido.—Por supuesto que si—, murmuró rodando los ojos—, tienes todo un arsenal aquí.—Nunca sabes cuándo lo vas a necesitar, —respondí sin levantar la vista, sacando una de las armas más grandes del maletero. Revisé el cargador con un clic y luego la metí en la parte trasera del cinturón. Lancé una mirada rápida a Valentina, evaluándola, antes de tomar otra pistola y ofrecérsela.—¿Sabes? Este matrimonio está resultando exactamente lo que esperaba, —comentó mientras tomaba el arma y la revisa
Nicola—¡Hazlo ahora! —gritó, giré el volante hacia la derecha, golpeando el lateral del auto de Alessandro con toda la fuerza que pude manejar sin perder el control.El impacto resonó, y el sedán negrø se tambaleó de tal manera que el conductor perdió por completo el control.Vi cómo el vehículo giraba bruscamente hacia el borde del camino, levantando una nube de polvo y esparciendo piedras en todas direcciones.El auto comenzó a girar sobre sí mismo dando una, dos, tres vueltas completas antes de que una roca enorme al costado del camino pusiera fin a su abrupto recorrido.El sonido del metal retorciéndose y los vidrios rompiéndose llenó el aire, seguido por un silencio sepulcral que solo era interrumpido por el ruido del motor de nuestro auto.—¡Mierda! —grité, frenando de golpe para detenernos al borde del camino.Mi corazón latía con fuerza, mientras una mezcla de adrenalina y rabia me atravesaba como un veneno.—No puede morir así, —dije, casi rugiendo mientras salía del auto y