Valentina"Nicola" Escuché que alguien decía ese nombre, el hombre que me tenía atrapada en sus brazos apretó la mandíbula con fuerza. Podía sentir la tensión en su cuerpo, como su agarre se apretó, y el calor de su piel pasaba a través del poco espacio que quedaba entre nosotros.Mis pensamientos estaban fragmentados, como si estuviera suspendida en un estado de trance. El modo en que me sujetaba contra él, su fuerza tan evidente y controlada, me dejó sin aliento.Cada fibra de mi ser estaba al tanto de su proximidad, de la forma en que su respiración se volvía más profunda, más pesada, al sentirnos tan cerca.Mi mente había dejado de lado cualquier lógica, y solo podía pensar en lo fácil que sería perderme en el calor de sus labios, en lo inevitable que se sentía todo esto.Por un instante, pensé que estaba enojado por la interrupción, o tal vez... algo más. Algo que él estaba intentando controlar, que, posiblemente, no quería mostrar al mundo. Sentí su respiración en mi cuello, cá
Nicola—Nicola, —la voz de Renata tembló mientras me entregaba la carpeta con los documentos que había solicitado. —¿Qué pasó para que salieras?Levanté la vista de los papeles que sostenía en mis manos. Me la quedé mirando durante unos segundos, sin decir nada, solo observando cómo sus ojos nerviosos buscaban alguna señal en mi rostro.Pero no sentía nada. Ninguna presión en el pecho, ni ese familiar cosquilleo en la espalda que me recorría cada vez que consideraba la idea de abandonar mi habitación.Cinco años.Habían pasado cinco años desde que me encerré apartado del mundo exterior.Todo había comenzado después de esa maldita cena de compromiso fallida. Pasé semanas en coma después de lo que ocurrió aquella noche. Un error que casi me costó la vida.Cuando desperté, mi cuerpo estaba débil, mis movimientos torpes y descoordinados. Cada paso que daba me recordaba lo lejos que estaba de la fuerza y el control que solía tener.Los dolores de cabeza eran constantes, acompañados por mar
NicolaMis ojos se estrecharon mientras observaba con más detenimiento.Y entonces lo vi. La forma en que su cuerpo se arqueaba, la manera en que sus manos se movían bajo las sábanas, como si intentara sofocar una necesidad que se negaba a ignorar.Todo mi autocontrol comenzó a desmoronarse en cuestión de segundos.Sin poder contenerme, activé el sonido de la habitación, mis dedos moviéndose rápidos y ansiosos sobre el teclado.En cuanto lo hice, sus gemidos resonaron en mi habitación, llenando el aire con una intensidad que me hizo apretar los dientes. El sonido de su respiración entrecortada, sus suaves jadeos, era todo lo que necesitaba para hacerme perder la cabeza.Pero cuando la escuché gemir "Nicola", mi nombre escapando de sus labios en un susurro entrecortado, todo mi autocontrol se fue al carajo.Podía sentir el calor acumulándose en mi entrepierna otra vez, extendiéndose por mi cuerpo como un incendio incontrolable.Mi nombre. Valentina jadeaba mi maldito nombre, allí, en s
NicolaCuando salí de la mansión, un auto oscuro ya me esperaba en la entrada, su motor ronroneaba suavemente, preparado para llevarme directo al infierno, si era necesario.Mi respiración aún pesada, efectos de lo que había sucedido en la habitación de Valentina que seguían retumbando en mi mente y picando en mi piel.Cada paso que daba era un esfuerzo consciente por apartar esos pensamientos, por mantenerme enfocado en lo que tenía que hacer ahora y no volver corriendo a su lado.Mi deseo por ella seguía palpitando bajo mi piel, pero había otras prioridades, otras urgencias que no podían esperar.Este era mi mundo, donde un solo error podía costarte la vida. Ya no había tiempo para distracciones.Cuando abrí la puerta del auto y me acomodé en el asiento trasero, mi mirada se cruzó con la de Lorenzo, que estaba en el asiento del conductor.No dijo nada, pero sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa que solo alguien que lo conocía bien podría interpretar. No era la sonrisa fría d
ValentinaDesperté con el sudor pegado a mi cuerpo, como una segunda piel.Mis músculos aún estaban sensibles por el placer que había recorrido mi cuerpo, mientras me quedaba acostada en la cama, con los ojos aún cerrados, dejé que mis dedos se deslizaran hacia mi vientre, rozando mi piel aún caliente.Una chispa de deseo me atravesó cuando recordé el toque de Nicola. El placer que me había dado… el fuego que había encendido en mí en mis sueños...Abrí los ojos de golpe, sentándome bruscamente en la cama.No. No había sido un sueño.Él realmente había estado aquí, en esta misma habitación, su cuerpo tan cerca del mío, sus dedos dentro de mí, que el simple recuerdo hacía que mi corazón latiera con fuerza.Me mordí el labio con una mezcla de nerviosismo y excitación todavía vibrando en mi pecho.¡Ay no!Miré a mi alrededor, buscando alguna señal de él, alguna evidencia de lo que había sucedido.Las sábanas estaban revueltas, empujadas hacia un lado, pero no había señales de mi consolado
Valentina—Papà, ella es Valentina Rinaldi, —dijo Bianca mientras me presentaba a su padre.Me paré frente a él y extendí la mano para saludarlo, intentando mantener mi voz firme y por consiguiente, todo mi cuerpo.—Es un placer, señor Moretti.Él tomó mi mano y la llevó a sus labios en un gesto sorprendentemente caballeroso. A pesar de la cortesía en su gesto, no pude evitar sentir la fría formalidad detrás de su mirada.—El placer es mío, señorita Rinaldi, —dijo con una voz grave y profunda.Sin embargo, noté cómo Nicola, de pie a su lado, apretaba los dientes en cuanto su padre me besó.Mis dedos temblaron cuando retiré mi mano, y me esforcé por mantener la compostura mientras tomaba asiento junto a Bianca.Entró una muchacha joven con un uniforme impecable. Comenzó a servirnos, pero mi estómago estaba enredado en un nudo de nervios.Bianca hablaba con su papá, mientras yo ponía cada gota de voluntad en mantener una expresión relajada.Era difícil cuando sentía la mirada de Nicola
ValentinaSubí las escaleras hacia mi habitación, cada paso se sentía eterno mientras intentaba poner distancia entre Nicola y yo.Una vez que llegué, cerré la puerta detrás de mí y apoyé la espalda contra ella, intentando controlar mi respiración.Necesitaba espacio.Nicola era demasiado; demasiado intenso, demasiada potencia, demasiado... todo.Era como si, desde el momento en que nos habíamos encontrado, no hubiera dejado de ocupar cada rincón de mis pensamientos, cada parte de mi ser. Sentía que me estaba consumiendo, y necesitaba un respiro.Sí, eso es, solo un poco de aire fresco.Miré alrededor de mi habitación, buscando algo en lo que concentrarme, algo que me ayudara a sacarlo de mi mente, aunque fuera solo por un momento.De seguro Bianca y yo saldríamos, iríamos de compras o almorzaríamos fuera, algo que me permitiera distraerme.Me acerqué a la ventana y miré hacia el jardín, pero mi mente estaba en otro lado, vagando entre los recuerdos de lo que había sucedido en el come
ValentinaLuca no se quedó atrás. Su mirada era un poco más descarada, y pude ver en su expresión que ya estaba planeando su próximo movimiento.No podía evitar sentir una ligera tensión en mi estómago. Sabía que esto era parte del juego social, que los hombres coqueteaban y probaban su suerte, pero había algo en su manera que me hacía sentir... observada, casi como un objeto.Si bien la conversación fluía de manera ligera, con los dos primos haciendo bromas y coqueteando de forma evidente, mi amiga se reía y los reprendía suavemente, yo me sentía muy incómoda. En un momento una chica vino a saludar a Bianca y se la llevó con otro grupo.Apenas se fue, una mano grande y firme, se colocó en la parte baja de mi espalda.—Sabes, Valentina, —susurró Luca con un tono que intentaba ser seductor mientras sus dedos se movían ligeramente contra mi piel, —Las mujeres como tú nunca deberían quedarse solas en una fiesta tan grande. Necesitan... compañía.Mi cuerpo se tensó de inmediato, una mezcl