NicolaMis ojos se estrecharon mientras observaba con más detenimiento.Y entonces lo vi. La forma en que su cuerpo se arqueaba, la manera en que sus manos se movían bajo las sábanas, como si intentara sofocar una necesidad que se negaba a ignorar.Todo mi autocontrol comenzó a desmoronarse en cuestión de segundos.Sin poder contenerme, activé el sonido de la habitación, mis dedos moviéndose rápidos y ansiosos sobre el teclado.En cuanto lo hice, sus gemidos resonaron en mi habitación, llenando el aire con una intensidad que me hizo apretar los dientes. El sonido de su respiración entrecortada, sus suaves jadeos, era todo lo que necesitaba para hacerme perder la cabeza.Pero cuando la escuché gemir "Nicola", mi nombre escapando de sus labios en un susurro entrecortado, todo mi autocontrol se fue al carajo.Podía sentir el calor acumulándose en mi entrepierna otra vez, extendiéndose por mi cuerpo como un incendio incontrolable.Mi nombre. Valentina jadeaba mi maldito nombre, allí, en s
NicolaCuando salí de la mansión, un auto oscuro ya me esperaba en la entrada, su motor ronroneaba suavemente, preparado para llevarme directo al infierno, si era necesario.Mi respiración aún pesada, efectos de lo que había sucedido en la habitación de Valentina que seguían retumbando en mi mente y picando en mi piel.Cada paso que daba era un esfuerzo consciente por apartar esos pensamientos, por mantenerme enfocado en lo que tenía que hacer ahora y no volver corriendo a su lado.Mi deseo por ella seguía palpitando bajo mi piel, pero había otras prioridades, otras urgencias que no podían esperar.Este era mi mundo, donde un solo error podía costarte la vida. Ya no había tiempo para distracciones.Cuando abrí la puerta del auto y me acomodé en el asiento trasero, mi mirada se cruzó con la de Lorenzo, que estaba en el asiento del conductor.No dijo nada, pero sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa que solo alguien que lo conocía bien podría interpretar. No era la sonrisa fría d
ValentinaDesperté con el sudor pegado a mi cuerpo, como una segunda piel.Mis músculos aún estaban sensibles por el placer que había recorrido mi cuerpo, mientras me quedaba acostada en la cama, con los ojos aún cerrados, dejé que mis dedos se deslizaran hacia mi vientre, rozando mi piel aún caliente.Una chispa de deseo me atravesó cuando recordé el toque de Nicola. El placer que me había dado… el fuego que había encendido en mí en mis sueños...Abrí los ojos de golpe, sentándome bruscamente en la cama.No. No había sido un sueño.Él realmente había estado aquí, en esta misma habitación, su cuerpo tan cerca del mío, sus dedos dentro de mí, que el simple recuerdo hacía que mi corazón latiera con fuerza.Me mordí el labio con una mezcla de nerviosismo y excitación todavía vibrando en mi pecho.¡Ay no!Miré a mi alrededor, buscando alguna señal de él, alguna evidencia de lo que había sucedido.Las sábanas estaban revueltas, empujadas hacia un lado, pero no había señales de mi consolado
Valentina—Papà, ella es Valentina Rinaldi, —dijo Bianca mientras me presentaba a su padre.Me paré frente a él y extendí la mano para saludarlo, intentando mantener mi voz firme y por consiguiente, todo mi cuerpo.—Es un placer, señor Moretti.Él tomó mi mano y la llevó a sus labios en un gesto sorprendentemente caballeroso. A pesar de la cortesía en su gesto, no pude evitar sentir la fría formalidad detrás de su mirada.—El placer es mío, señorita Rinaldi, —dijo con una voz grave y profunda.Sin embargo, noté cómo Nicola, de pie a su lado, apretaba los dientes en cuanto su padre me besó.Mis dedos temblaron cuando retiré mi mano, y me esforcé por mantener la compostura mientras tomaba asiento junto a Bianca.Entró una muchacha joven con un uniforme impecable. Comenzó a servirnos, pero mi estómago estaba enredado en un nudo de nervios.Bianca hablaba con su papá, mientras yo ponía cada gota de voluntad en mantener una expresión relajada.Era difícil cuando sentía la mirada de Nicola
ValentinaSubí las escaleras hacia mi habitación, cada paso se sentía eterno mientras intentaba poner distancia entre Nicola y yo.Una vez que llegué, cerré la puerta detrás de mí y apoyé la espalda contra ella, intentando controlar mi respiración.Necesitaba espacio.Nicola era demasiado; demasiado intenso, demasiada potencia, demasiado... todo.Era como si, desde el momento en que nos habíamos encontrado, no hubiera dejado de ocupar cada rincón de mis pensamientos, cada parte de mi ser. Sentía que me estaba consumiendo, y necesitaba un respiro.Sí, eso es, solo un poco de aire fresco.Miré alrededor de mi habitación, buscando algo en lo que concentrarme, algo que me ayudara a sacarlo de mi mente, aunque fuera solo por un momento.De seguro Bianca y yo saldríamos, iríamos de compras o almorzaríamos fuera, algo que me permitiera distraerme.Me acerqué a la ventana y miré hacia el jardín, pero mi mente estaba en otro lado, vagando entre los recuerdos de lo que había sucedido en el come
ValentinaLuca no se quedó atrás. Su mirada era un poco más descarada, y pude ver en su expresión que ya estaba planeando su próximo movimiento.No podía evitar sentir una ligera tensión en mi estómago. Sabía que esto era parte del juego social, que los hombres coqueteaban y probaban su suerte, pero había algo en su manera que me hacía sentir... observada, casi como un objeto.Si bien la conversación fluía de manera ligera, con los dos primos haciendo bromas y coqueteando de forma evidente, mi amiga se reía y los reprendía suavemente, yo me sentía muy incómoda. En un momento una chica vino a saludar a Bianca y se la llevó con otro grupo.Apenas se fue, una mano grande y firme, se colocó en la parte baja de mi espalda.—Sabes, Valentina, —susurró Luca con un tono que intentaba ser seductor mientras sus dedos se movían ligeramente contra mi piel, —Las mujeres como tú nunca deberían quedarse solas en una fiesta tan grande. Necesitan... compañía.Mi cuerpo se tensó de inmediato, una mezcl
La panteraEstar entre ellos se había vuelto parte de mi vida cotidiana.Caminaba, observaba sus gestos confiados, las miradas de superioridad que intercambiaban, como si fueran invencibles.Se creían intocables, rodeados de su poder y sus armas, incapaces de concebir que una amenaza como yo pudiera infiltrarse en sus vidas.Y mucho menos delante de sus narices.Eso era lo más irónico de todo: que ellos, tan orgullosos de su posición, no podían ver que el verdadero peligro no venía de afuera, sino de alguien que estaba justo entre ellos.Los malditos Moretti tenían una deuda con mi familia, una deuda que había nacido en sangre y que solo podía ser pagada de la misma manera.Desde el día que perdí a mis padres, mi vida dejó de ser mía. Mi tutor, el hombre que me había salvado de morir junto a ellos, se encargó de hacerme una mujer fuerte, letal, una sombra que acechaba en la oscuridad, esperando el momento adecuado para cobrar venganza.Tenía solo cinco años cuando mataron a sangre frí
NicolaMe alejé de la fiesta, tratando de mantener la calma, pero sentía cómo la rabia y los celos me quemaban en mi interior.El aire fresco de la noche no hacía nada por enfriar el fuego que ardía dentro de mí, tanto por la rabia de tener que tolerar a Renata delante de todos, como el calor abrasador de estar cerca de Valentina y no poder reclamarla ante todos... aún.Cada vez que pensaba en Valentina, rodeada de esos imbéciles, sonriendo, dejando que la tocaran, que la miraran… el nudo en mi pecho se apretaba más.Maldita sea.Sabía que no tenía derecho a sentirme así, pero no podía evitarlo. Valentina me estaba volviendo loco.Caminé a grandes zancadas hacia la casa, sin mirar atrás, dejando el ruido de la fiesta lejos de mí.Necesitaba despejarme, poner distancia entre Valentina y yo antes de hacer algo que nos pusiera a los dos en peligro.Pero lo cierto es que no podía escapar de ella. Ni siquiera encerrándome en mi oficina, podía dejar de pensar en lo que estaba haciendo allá