49. Revelaciones

Emma

Cada mañana, después de desayunar, me dirijo al dispensario para visitar a Briana. Aunque aún no había recobrado la conciencia, yo seguía llevando sus flores favoritas.

Al llegar, caminé directamente a la mesita junto a su cama y cambié las flores, llenando el espacio con su rico aroma. Luego, me senté a su lado, como cada mañana, para hablarle, con la esperanza de que pudiera escucharme. Para mi sorpresa, al volverme hacia ella, noté que Briana me estaba observando, sus ojos fijos en mí.

Me quedé sorprendida al encontrar su mirada y estaba a punto de salir a buscar a un sanador, pero me detuve al escuchar su voz débil pero clara:

-Ya me revisaron.-

Me acerqué un poco más y le pregunté en voz baja, con cuidado: -¿Cómo te sientes?-

-¿Tú cómo crees que me siento? Seguro que sabes bien el sentimiento de no tener loba.- Dijo con una mezcla de melancolía y enojo en su voz.

-¿Necesitas algo?- Pregunté, intentando suavizar el ambiente.

-Si. Dile a tu hombre que me mate de una vez.- Re
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