¡Hola a todos! <3 Muchas gracias por vuestra infinita paciencia <3 Quería disculparme si al final del capítulo hay algo mal escrito, en mi país son las 2 am y me he quedado dormida varias veces escribiéndolo. Pero aunque mañana tenga que trabajar, sea tarde y me caiga de sueño, quería cumplir con mi promesa y daros un capítulo. ¿Por qué? Porque para mi sois los mejores del mundo y os quiero muchísimo por eso <3 Mil gracias por seguirme y leer la historia de Mar <3 Sois increíbles <3
Abracé a mis padres que se habían acercado y se miraban completamente confusos. — Mia. — Mio. Solté una pequeña risita. — Parece que estabais destinados a estar juntos. Ellos me miraron sin entender. — Los metamorfos solemos tener una pareja predestinada. Es, en teoría, quien complementa mejor nuestras almas. Lo que estáis experimentando es la unión. Preguntad a vuestros ciervos, estoy convencida de que ellos os lo sabrán explicar mejor que yo. — Mar. — Jake se había acercado y su tono de voz era completamente serio — No tuviste que haber aceptado. Mi vida no vale la tuya o la de Erika. Deshazlo. — No se puede deshacer. — dijo Isa, acercándose — se ha hecho un contrato y debe ser cumplido. Si no se paga el precio, las consecuencias serán peores. — ¿Cuánto empeorará? — preguntó Jake. — Morirás... y también lo hará alguien que cumpla el pago. — Resumiendo: estáis jodidos. Lo siento mucho. — dijo Esteban, que se había acercado en algún momento junto con Alfred. — No. — dijo Al
Pasaron varios días en los que estuve haciendo la estrategia de ataque, mientras Maya y las brujas se esforzaban en intentar averiguar algo que nos pudiese dar cierta ventaja. El principal problema era que no teníamos información, ya que Yo, Elisa, Creo, Nariel y Camila no podían recordar nada. La exótica ave sólo sabía cómo llegar al laboratorio del que había sacado a mi padre y lo había hecho por la ventana de un pasillo, así que su información no servía de mucho. Lo único adicional que sabíamos era que de vez en cuando, en las plantas mas altas, hacían rondas. Elisa nos habló de algunas criaturas como los demonios, pero si lográbamos hacer otro ataque sorpresa, no les daría tiempo a llegar. Yo y Creo nos dijeron que en una de las mazmorras del castillo quedaban cinco sombras mas: cinco que seguramente nos atacasen. Aquello me preocupaba porque las sombras eran... bueno, demasiado peligrosas. Aunque ellos dos dijesen que se encargarían de las cinco restantes, se les podía escapar alg
— Alfred, es la hora. — dije entrando al despacho y me sorprendí al ver a María y Alfred conmocionados — ¿Estáis bien? — Sí, mi Reina. Es... — comenzó María. — Son los nervios de la batalla, Reina. No te preocupes, ahora mismo vamos. — la interrumpió Alfred de forma apresurada. Enarqué una ceja.— Está bien, creo. Date prisa Alfred, te necesito en el campo de batalla. — Por supuesto, mi Reina. — dijo Alfred haciendo una leve inclinación de cabeza. Me dirigí hacia el templete de la manada: excepto Alfred que se agotaba con los papeles, los demás estábamos completamente descansados. "Odio tener que dar discursos" — le dije a Sahira mientras subía las escaleras — "Nunca me acostumbraré a eso" "Ahora mismo soy muy feliz siendo una espectadora" — me respondió medio riéndose. "A mi no me hace gracia" — refunfuñé mientras me colocaba en el centro. Jake se acercó. "Mucho ánimo, mi reina. Tú puedes"— me dijo mientras me cogía de la mano con una sonrisa en el rostro. — Hola a todos. Se
— ¿Cuál es la situación? — pregunté mientras me apartaba del círculo para que llegase mi ejército. — Bastante mejor de lo que esperaba, mi Reina. No parecen habernos detectado. — me respondió una de las brujas. La miré con mas intensidad y se incomodó — Bueno, no hemos visto que hayan cambiado las rondas o que se estén reuniendo para defenderse o atacar y... — dijo visiblemente nerviosa. — Entiendo. Pero podrían estar organizándose en algún punto al que no tengamos acceso visual o control mágico. — Sí, mi Reina, claro... yo... no había pensado en esa posibilidad. Lo siento. — se disculpó. — No pasa nada. ¿A cuánta distancia aproximada nos encontramos del castillo? — A unas dos horas andando. No nos hemos atrevido a acercarnos mas por si acaso éramos detectados. — Habéis hecho bien. Buen trabajo. — dije con una sonrisa. Observé y espere mientras mi ejército cruzaba sin parar el portal. Aproximadamente, éramos unos mil luchadores entre todos los seres, ya que los ancianos, los niñ
Me atacaron de forma conjunta, muy sincronizadas pero muy lentas. Esquivé con facilidad a todas las sombras excepto a Cero Tres, con quien había practicado en la manada y conocía algo mejor mis nuevos movimientos. Todas las sombras se sorprendieron del movimiento, especialmente porque en el último momento vi las intenciones de Creo y haciendo un salto lateral, también esquivé su ataque. — ¿Cómo hasss hecho essso? — preguntó sorprendido Cero Uno. — Ha entrenado en la manada. Allí le dan mucha importancccia a la lucha. — dijo Cero Tres — Yo también pude entrenar un poco. — Entiendo. Por essso no debemosss dejar que pueda ayudar a losss lobosss. — dijo Cero Dos. — Sssomosss muchosss. Podemosss entretenerlo. — ¡O podéisss unirosss a nosssotrosss! — exclamé — Sssé lo que podemosss hacccer. — Nadie puede vencccer a las brujasss. — dijo Cero Cuatro. — ¡Ssse lasss puede vencccer! Ya maté a una y casssi al Alfffa de Nuria. — dije con orgullo. — ¡ESSSO ESSS IMPOSSSIBLE! — exclamó Cero
Las brujas habían sido bastante inteligentes y nos atacaban desde el aire aprovechando que no podíamos volar. Por suerte para nosotros, habíamos entrenado y nos habíamos traído armas a distancia por lo que no estábamos indefensos: Emily y sus trabajadores (decir aprendices se me hacía corto, ya que eran muy buenos aunque no llegasen al nivel de Emily) lo habían hecho muy bien y Mar había sido muy buena estratega al incluir en los entrenamientos obligatorios el uso con armas a distancia. Los hechizos de las armas a distancia funcionaban y veíamos caer con mucha facilidad a las brujas. Los demonios eran diferentes: sus cuerpos tenían una especie de coraza (que yo creía que era un exoesqueleto como el de las cucarachas, pero mucho mas flexible y mezclado con sus nervios y tendones) que los protegía de la mayor parte de los ataques. "A Jake no debió resultarle nada fácil terminar con aquel demonio." — le dije a mi lobo mientras lanzaba un dardo envenenado a una bruja haciéndola caer. Un l
Esquivé a todas las sombras excepto a Cero Tres, que me agarró del brazo e hizo tangible sus uñas, haciéndome sangrar. —¿Lo vesss, Yo? No puedesss ganar. — me dijo con una sonrisa triste — Acccepta nuessstro dessstino. Me esforcé en cubrir la herida con magia negra: la sangre era peligrosa cuando tu rival podía usar su magia, y con seis sombras a la vez, no iba a ser sencillo. Durante unos minutos, noté cómo mi fuerza mágica disminuía mientras me aseguraba de mantener mi sangre dentro de mi cuerpo a la vez que realizaba la curación. Ninguno nos movimos por la gran concentración que necesitábamos. Finalmente, logré cerrar la herida. — ¿Cómo lo hasss hecho? — preguntó Cero Dos, sorprendido — Éramosss ssseisss... no esss posssible... — ¿Desssde cuándo eresss tan fffuerte, Yo? — preguntó Cero Cinco. — Mi manada me da de comer tresss vecccesss al día, o másss, sssi quiero. — Nadie daría tanta comida a unasss sssombrasss. — dijo Cero Siete. — Allí lo hacccen. Y comida buena y rica.
— Estoy aquí, Rose. — dije saliendo detrás del árbol en el que me escondía y dirigiéndome hacia el lugar de donde provenía la voz de la bruja. Jake y Ana me siguieron. Como precaución, activé mi barrera antimagia en la piel e hice bien, porque un rayo negro impactó en mi brazo, deshaciéndose. Gracias a eso, pude localizar, a bastante distancia, una cabellera rubia escondida detrás de un árbol. Sonreí. — ¿¡YA HAS ACTIVADO ESA M****A!? — me gritó — ERES TAN INÚTIL QUE NO SABES LUCHAR SIN ESO. — ¿Yo soy la inútil? — dije riéndome — ¿Quién es la que ha lanzado un hechizo a traición? Ni siquiera te atreves a enfrentarte a mi en un uno contra uno y tienes que recurrir a trucos baratos para intentar matarme. — ¿¡Qué no me atrevo!? — dijo Rose riéndose — perdí la cuenta de todas las veces que te destrocé en cada paliza que recibiste, año tras año. Esta vez fue mi turno de reírme. — Sólo lo hiciste porque tenía miedo de mi propia fuerza y de mi loba, y no me defendía. Aunque todo ca