Habían pasado varios días desde la traición de Laida. El hospital estaba de nuevo destrozado y había que volver a comprar varias maquinarias bastante caras. Habíamos creado, en un edificio que iban a ser unas oficinas, a los pacientes del hospital. Los miembros de Luz de Luna también hicieron un sitio en sus casas para la mayoría de los pacientes, que no tenían ninguna enfermedad contagiosa o requiriesen de unos cuidados muy específicos. Ana se había recuperado de su agotamiento y ya podía encargarse de nuevo de Jake. Además, desde que Laida huyó, Jake dejó de recibir ataques por lo que estaba casi todo el tiempo despierto y volvía a ser el de siempre. Por seguridad, se había trasladado a La Casa de la Manada (que era mi antigua casa, pero bastante ampliada por las viviendas de alrededor) junto con todos los guardaespaldas, algunos médicos y varios guardias. También se sumaron a la defensa algunos híbridos, un par de brujas blancas y siempre había abejas revoloteando entre las flores
Había seguido a la bruja a través del portal, agarrándome en mi forma de abeja a su ropa en la espalda y ahora no sabía bien qué hacer. Tan sólo era una de las cientos de abejas obreras que teníamos en la colmena. Todas teníamos entrenamiento para el combate, a fin de cuentas, defender una colmena no era tarea sencilla pero de ahí a sobrevivir hasta encontrar la ubicación del castillo y después averiguar cómo regresar a la manada... eso era tarea para otras, no para mi. Ese día tan sólo me habían enviado a buscar flores para recolectar polen cerca de quien creíamos que era humana ya que teníamos que vigilarla y no esperaba terminar siendo la nueva Joséphine Baker. Y ahora... bueno, tenía que cumplir la misión, aunque las alas me temblaban sólo de pensarlo. Noté como la humana se dirigía hacia algún lugar y me agarré con mas fuerza, mientras intentaba ubicar la dirección de la manada a través del vínculo de colmena: era hacia el norte. No sabía donde estaba pero al menos, ya tenía una d
Habían pasado varias semanas después del ataque. Habíamos buscado por todas partes animales salvajes y habíamos intentado hacerles entender la situación, pero no habíamos conseguido ningún resultado. La mayoría huían nada mas vernos y los pocos que no lo hacían, no lográbamos entendernos con ellos. Habíamos hecho de conocimiento público lo que se necesitaba para salvar a mis padres y que eso los convertiría en metamorfos. La manada estaba encantada de que mis padres pudieran salvarse y ser parte del mundo sobrenatural. Todos habían escuchado la historia en la que me adoptaban, me cuidaban con amor infinito aún pensando que tenían una hija loca, cómo habían aceptado después la realidad y el enfrentamiento con las brujas que terminó con sus almas atrapadas por no delatarme, y alguien había filtrado una gran parte de todo lo que habían vivido Jake y Susan desde que se encontraron. Aunque mi madre no lograba entenderlo, para una gran parte de la manada mis padres eran unos héroes y eso hac
El reencuentro entre Camila y Nariel fue bastante intenso. La llevamos al edificio de oficinas que habíamos improvisado como hospital mientras el actual se reconstruía y nos llegaba la nueva maquinaria. Ya había pasado una semana desde que el pájaro había salido de peligro y se iba recuperando favorablemente. Los médicos y las brujas aún no querían darle el alta porque se encontraba bastante débil. Sin embargo, nada de aquello importó porque Camila se lanzó contra la cama nada mas entrar. — ¡MI AMOR! — gritó mientras se abrazaba a él llorando — ¡Estaba tan preocupada..! Nos fuimos para dejarles algo de intimidad, aunque Camila no era precisamente silenciosa y pudimos escuchar toda la conversación. Después de dejarles una hora en la que se pusieron al día (y de paso, en la que nos enteramos de cómo habían llegado a la manada: Nariel era un prisionero de Laida después de haber escuchado una información que no debía. Sin embargo, él estaba dispuesto a hacerme llegar la información como
Abracé a mis padres que se habían acercado y se miraban completamente confusos. — Mia. — Mio. Solté una pequeña risita. — Parece que estabais destinados a estar juntos. Ellos me miraron sin entender. — Los metamorfos solemos tener una pareja predestinada. Es, en teoría, quien complementa mejor nuestras almas. Lo que estáis experimentando es la unión. Preguntad a vuestros ciervos, estoy convencida de que ellos os lo sabrán explicar mejor que yo. — Mar. — Jake se había acercado y su tono de voz era completamente serio — No tuviste que haber aceptado. Mi vida no vale la tuya o la de Erika. Deshazlo. — No se puede deshacer. — dijo Isa, acercándose — se ha hecho un contrato y debe ser cumplido. Si no se paga el precio, las consecuencias serán peores. — ¿Cuánto empeorará? — preguntó Jake. — Morirás... y también lo hará alguien que cumpla el pago. — Resumiendo: estáis jodidos. Lo siento mucho. — dijo Esteban, que se había acercado en algún momento junto con Alfred. — No. — dijo Al
Pasaron varios días en los que estuve haciendo la estrategia de ataque, mientras Maya y las brujas se esforzaban en intentar averiguar algo que nos pudiese dar cierta ventaja. El principal problema era que no teníamos información, ya que Yo, Elisa, Creo, Nariel y Camila no podían recordar nada. La exótica ave sólo sabía cómo llegar al laboratorio del que había sacado a mi padre y lo había hecho por la ventana de un pasillo, así que su información no servía de mucho. Lo único adicional que sabíamos era que de vez en cuando, en las plantas mas altas, hacían rondas. Elisa nos habló de algunas criaturas como los demonios, pero si lográbamos hacer otro ataque sorpresa, no les daría tiempo a llegar. Yo y Creo nos dijeron que en una de las mazmorras del castillo quedaban cinco sombras mas: cinco que seguramente nos atacasen. Aquello me preocupaba porque las sombras eran... bueno, demasiado peligrosas. Aunque ellos dos dijesen que se encargarían de las cinco restantes, se les podía escapar alg
— Alfred, es la hora. — dije entrando al despacho y me sorprendí al ver a María y Alfred conmocionados — ¿Estáis bien? — Sí, mi Reina. Es... — comenzó María. — Son los nervios de la batalla, Reina. No te preocupes, ahora mismo vamos. — la interrumpió Alfred de forma apresurada. Enarqué una ceja.— Está bien, creo. Date prisa Alfred, te necesito en el campo de batalla. — Por supuesto, mi Reina. — dijo Alfred haciendo una leve inclinación de cabeza. Me dirigí hacia el templete de la manada: excepto Alfred que se agotaba con los papeles, los demás estábamos completamente descansados. "Odio tener que dar discursos" — le dije a Sahira mientras subía las escaleras — "Nunca me acostumbraré a eso" "Ahora mismo soy muy feliz siendo una espectadora" — me respondió medio riéndose. "A mi no me hace gracia" — refunfuñé mientras me colocaba en el centro. Jake se acercó. "Mucho ánimo, mi reina. Tú puedes"— me dijo mientras me cogía de la mano con una sonrisa en el rostro. — Hola a todos. Se
— ¿Cuál es la situación? — pregunté mientras me apartaba del círculo para que llegase mi ejército. — Bastante mejor de lo que esperaba, mi Reina. No parecen habernos detectado. — me respondió una de las brujas. La miré con mas intensidad y se incomodó — Bueno, no hemos visto que hayan cambiado las rondas o que se estén reuniendo para defenderse o atacar y... — dijo visiblemente nerviosa. — Entiendo. Pero podrían estar organizándose en algún punto al que no tengamos acceso visual o control mágico. — Sí, mi Reina, claro... yo... no había pensado en esa posibilidad. Lo siento. — se disculpó. — No pasa nada. ¿A cuánta distancia aproximada nos encontramos del castillo? — A unas dos horas andando. No nos hemos atrevido a acercarnos mas por si acaso éramos detectados. — Habéis hecho bien. Buen trabajo. — dije con una sonrisa. Observé y espere mientras mi ejército cruzaba sin parar el portal. Aproximadamente, éramos unos mil luchadores entre todos los seres, ya que los ancianos, los niñ