Bajo cualquier otra circunstancia, Nikte se hubiera negado a salir a enfrentar una furiosa tormenta y todavía menos con su hija enferma en brazos, pero Balam había dicho esas palabras con tanta convicción que no le quedó de otra más que creer que en verdad había alguna forma de salvar la vida de su hija y además, siendo francos, ¿qué más podían hacer? Si Salomé de todas maneras iba a morir, por lo menos que muriera mientras trataban de salvarle la vida por más descabellado que pareciera lo que fuera que fueran a hacer.
Se apuró a envolver a su cachorra lo mejor que pudo en todas las pieles y mantas que quedaban con ellos y al final, cada uno se puso sólo una capa. Balam tomó en brazos a Salomé y la apretó contra su cuerpo esperando que la cachorra se mojara lo menos posible y una vez apagaron la fogata y se despidieron de su pequeño hogar tempor
La loba levantó las cejas ante el súbito corte en la inspiración de su marido, pero antes de que pudiera decir o reclamar de cualquier forma, algo ocurrió: una voz se dejó escuchar por toda la estancia.Le han traídoNikte se sorprendió por lo que escuchó y dio un paso atrás buscando el origen de esa voz, pero no encontró nada.—¿Tú también la escuchaste? —preguntó de pronto Balam, mirándola.Nikte le regresó la mirada a su marido y lo único que pudo hacer fue asentir. En respuesta, Balam rió un poco y confesó:—Me alegro, pensé que me estaba volviendo loco…Pero al parecer, la voz tenía más prisa que ellos mismos por salvar a Salomé:El objeto que puede salvarle se encuentra bajando por ese camino
Salomé abrió los ojos de golpe. Se sentía acostada sobre un suelo cálido y su vista estaba toda nublada, pero no le tomó mucho tiempo darse cuenta de que eso se debía porque tenía los ojos llenos de lágrimas y no era para menos: era la primera vez en años que veía el rostro de su padre tan nítidamente, incluso, había logrado sentir el último beso que este le dio en la frente antes de sacrificarse por una muy poco probable oportunidad de salvarle la vida. La fiebre que había sufrido esa noche le había hecho olvidar ese día, creyendo que había sido un sueño que poco a poco se fue esfumando de su memoria.Se apuró a limpiarse con las palmas de sus manos y mientras lo hacía, notó que había mucho alboroto a su alrededor, se dio prisa en levantarse y se sorprendió por lo que vio: La habitación se había convert
Con mucho trabajo, Carolos al fin había conseguido arrebatarle la daga de sus manos a Nicole y la había arrojado a una esquina de la habitación. Pensó que de momento con eso bastaría, pero pronto le salió una distracción más: Nicole ahora pensaba ir a buscar la daga y cumplir la orden que le habían dado, por lo que Carolos se apuró a abrazarla para detenerla, pero la cachorra continuó luchando con garras y colmillos para hacer que el lobo la soltara, haciendo que este tuviera que continuar con su propia pelea y no pudiera ir a apoyar a ninguno de sus compañeros.Kaia mientras tanto había recibido de lleno aquel ataque mágico lanzado por Kimaris y había caído al suelo. Adolorida, levantó un poco la vista y vio que la demonio se acercaba a ella, por lo que hizo lo único que se le ocurrió: levantó su mano y dos bolas de fuego salieron de est
—¿Qué…? ¡¿Qué es tan gracioso, fenómeno?! —gritó Kimaris molesta pateando a Kaia en el estómago con tal fuerza, que la arrojó hasta una de las esquinas de la habitación, pero eso no bastó para hacer que la carcajada de la vampiro se detuviera.—Eso… ¿eso es lo que crees? —preguntó Kaia una vez que pudo recuperarse de la patada—. Entonces no sabes nada. El maestro no te dio el puesto de líder porque yo hubiera ganado su aprobación sobre ti, sino porque él siempre vio que algo no estaba bien contigo.—¡¿Qué?! —aulló Kimaris, ofendida.—El maestro siempre pensó que tu ambición era desmedida y que darte el puesto de líder de los stars keepers te llevaría a un terrible camino —explicó Kaia—. El error del viejo tonto fue que
Kimaris había logrado escapar, pero por lo menos no todo estaba perdido. Había logrado recuperar el Dubhe y ahora que con seguridad la demonio estaría lejos, su influencia desaparecería.Dicho y hecho: Tyrone que continuaba luchando tan ferozmente contra su beta, se detuvo, su cuerpo al fin y al cabo era viejo y si continuaba moviéndose era por las órdenes de la demonio, así que sin más hilos que lo movieran, cayó presa del cansancio al suelo.—¡Señor Tyrone! —gritó Egan yendo a revisar el estado de su alfa, pero se sintió aliviado al ver que sólo estaba inconsciente.Por su parte, Nicole dejó de pelear contra Carolos, confundida parpadeó un par de veces y luego miró al lobo.—¿Ca-Carolos? —preguntó la pequeña.Aliviado, el hijo del beta negro suspiró feliz de que ya no tení
Claus miraba con cierta decepción en su rostro el cuerpo inerte de Salomé que sostenía por el cuello de la blusa de esta, cuando escuchó los pasos de Kaia y Egan entrar al recinto. Giró la vista hacia ellos y al verlos, sus cejas se levantaron por la sorpresa. Arrojó el cuerpo de la loba hacia un rincón de la habitación como si fuera un montón de basura y preguntó calmado pero con cierto tono amenazante en su voz:—Kimaris, ¿en dónde está?El lobo y la vampiro ignoraron la pregunta y fueron corriendo hacia donde el cuerpo de su compañera había caído, se arrodillaron al lado de esta para revisarla. Se le veía en un terrible estado, con un hilo de sangre bajando por su frente y otro saliendo de su labio hinchado.—¿Cómo está? —preguntó Egan al ver que Kaia comenzaba a revisar a Salomé.&m
Los tres giraron sus cabezas al lugar en el que habían dejado lo que creían era el cadáver de la loba de pelaje ocre y la vieron apoyándose en su rodilla para al fin levantarse.—¡Sal!—¡Salomé!Exclamaron la guardiana y el beta respectivamente.Con energía renovada, Egan se puso también de pie y junto con Kaia corrieron hacia la loba bajo la atenta mirada de Claus que se permitió ese gesto de amabilidad.Nada más llegar con Salomé, Kaia se apuró a abrazarla, aliviada de ver a su amiga viva, mientras que Egan preguntó:—¿Cómo te encuentras?—Peor de lo que se ve —respondió la loba y una vez que la vampiro le soltó, miró a Kaia y dijo—. Si tú estás aquí, eso significa…—Sí —asintió Kaia—. Tu hermana, Nicol
Claus levantó la mirada y vio que era Salomé quien le sostenía de su mano izquierda para evitar que cayera a aquel funesto destino.—Claus… —le llamó la loba— Se terminó, perdiste. Pero está bien, por favor, sólo ríndete y entréganos el anillo. No tiene que terminar así.El lobo gris le miró. Primero inexpresivo y luego… sonriendo.—No hay marcha atrás en el camino que yo mismo elegí, cachorra —respondió bajando la cabeza y cerrando los ojos—. Después de todo, traicioné a mi manada con el único objetivo de obtener un deseo egoísta para mi corazón.Ante esas palabras, sorprendida, Salomé levantó las cejas. Claus abrió los ojos y continuó:—La única forma que tengo para salir de esta es entregarte el anillo, ¿y luego qu&eac