—¿Cómo que te vas? No te puedes ir.— Digo esa frase como si en este momento estuviera de rodillas.
—Es por un año Javier. Recibí una beca para irme a hacer unas prácticas a Estados Unidos, incluso parto mañana, mi avión sale a las seis de la mañana. Por eso no quería que me vieras porque sabía que sería más difícil de afrontar.
—No, tienes que quedarte.
—¿Por qué lo haría?
—Por… esto que hay entre los dos.— Trato de explicarme y ella se queda en silencio.
(Un año después)No llegué, no pude llegar. En este momento me encuentro encerrado en un cuarto de hotel, escuchando la televisión y leyendo unos correos de la empresa tratando de que el coraje que me consume por dentro se me pase. Hoy, hoy era ese día donde tenía que regresar al Café Central para verme con Vera sin embargo, por razones de trabajo y por algunos ajustes en la agenda no me fue posible y no llegué.Llamé a su móvil pero me contestó otra persona, quiero pensar que ella canceló su número para cambiarlo por otro, sin su correo o redes sociales y atándome a la promesa de que no haría nada para buscarla, no le pude avisar.
(Meses después — Año Nuevo)— Revisa que todo esté perfecto, platos, vasos, copas, las uvas para los deseos de año nuevo y la decoración.— Me instruye mi hermana mientras me arreglo frente al espejo de la sala. El estúpido moño no se me queda quieto, debí haber usado traje, al menos la corbata me queda mejor.— ¿Escuchaste? — Me pregunta.— Sí, ya voy, ya no tengo 10 años ¿sabes? — Le reclamo.— Pues a veces te comportas como uno — Bromea.— Si te portas como un buen hermano, tal vez hoy te presente a alguien.Sonrío simplemente, desde q
Mis ojos siguen sin poder creerlo, Vera, ella está aquí, con ese hermoso vestido de lentejuelas verde esmeralda que se le ve increíble y ese abrigo corto color negro que la hacer ver muy elegante. Su cabello esta recogido para arriba y trae maquillaje sencillo pero muy ad hoc a la ocasión, es la combinación perfecta entre Vera y Candela.— ¿Eres tú la de la puerta hace rato?— No— Me dice sonriente — Pero si había una chica buscando tu casa y puede que le haya dado otra dirección — Y se muerde los labios cómo si acabara de hacer una travesura— Espero en verdad que no haya sido alguien muy importante para ti.<
—¿Y te ha gustado? — Me pregunta ella mientras terminamos de comer todo lo que hemos pedido.—Completamente, no cabe duda que si es uno de los mejores restaurantes de comida italiana.—¿Viniste a ver si aquí estaba, cierto?— Y se ríe ligeramente.—Claro que vine, tenía que hacerlo, era la última acción que podía hacer para saber algo de ti, nunca me doy por vencido cuando sé que estoy en lo correcto y creo que ahora que regresaste podríamos, ya sabes... —No, no lo sé. —Contesta sonriendo.—¿Por qué
[Vera](Dos meses después)—¿Diga?— Contesto mi móvil mientras camino por el aeropuerto directo al taxi que me llevará hacia mi piso.—Sabes, últimamente he estado leyendo datos curiosos "inútiles" y se ven bastante interesantes.— Escucho a Javier al otro lado del móvil.—Adictivos ¿cierto?—Respondo entre risas.—Bastante, sabías que los gatos se saludan rozando sus narices.&mda
Mientras voy para allá, él me platica su recorrido y me describe las calles de una manera tan graciosa que me mata de risa todo el camino, el conductor debe de pensar que estoy loca. Él me mata de risa y aunque no le quiero decir nada, eso le está dando puntos en esto que queremos empezar.—Dime que ya casi llegas.— Insiste.—No lo sé, porque tu le dijiste la dirección al chofer no a mi.— Le corrijo.—¡Sí! Ya casi llegamos.— Habla en alto el chofer haciéndome reír.—Bueno, ya escuchaste, pronto llegaré.— Le comunico.<
[Vera]—Abre la maldita puerta de una vez.— Me dice Javier mientras me besa el cuello y yo trato de meter la llave al cerrojo y abrir mi piso.—Si me dejas de besar tal vez lo haga más fácil.—Le digo y cuando por fin logro hacerlo la puerta de abre inmediatamente y ambos entramos rápidamente al lugar.Apenas me da tiempo de aventar las llaves al sillón cuando Javier ya me tenía de la cintura, devorándome y comiéndome la boca a besos apasionados y desesper
No sabré decir si fue el destino el que nos juntó a Javier y a mi, sigo averiguándolo, pero debo admitir que la conexión y la química que tenemos entre los dos es única y se puede palpar no sólo a la hora del sexo, si no también cuando nuestras miradas se cruzan. Es algo inexplicable que me mantiene atenta esperando a lo siguiente que pueda suceder.Mientras estamos acostados sobre la cama, cansados y desnudos, pensando en todo lo que ha pasado hasta ahora, no puedo dejar de observarlo. Cuando era Candela pasaba mucho rato viendo su mirada, su sonrisa, la forma en que me tocaba y disfrutando sus besos; ahora toda mi atención se concentra en su físico.Lo admito, Javier es increíblemente guapo, nada que ver con el chiquillo delgado y tímido que se paseaba por las playas. Ahora, todo eso desapareci&oac