Tercera semana después de que Bea se fue de mi vida y yo aún no logro recuperarme al 100%, al menos ya me bañé, rasuré, arreglé y salí del piso, el último paso es volver a la rutina de ejercicio de antes para bajar los evidentes kilos de más que me llegaron con la glotonería de helado de chocolate, galletas, palomitas y una que otra pizza. En verdad nunca pensé que llegaría a ser todo un desastre y que el amor de una mujer me pegaría a tal grado de descuidarme a mí mismo. Antes solía criticar a las mujeres que caían en depresión y luego se cortaban en cabello para "cerrar ciclos", estuve a nada de hacer lo mismo y juro que me detuvo el hecho de saber que soy una figura pública y que no puedo tener esto cambios de imagen tan radicales; ahora entiendo a Britney Spears en el 2007.
He dejado que la chica de la limpieza haga mi piso y ahora me encuentro sentado en un café con el móvil en las manos viendo redes sociales y dando "likes" intensos a las fotos de mis amigos que en este momento se encuentran cerrando contratos y a punto de salir de vacaciones mientras yo ya no tengo planes para nada. Hasta el día de ayer le comenté a mi madre que Bea y yo habíamos terminado y me dijo que ya sabía porque los padres de ella le habían llamado para pedirles la mitad de las cuotas de cancelación ― ¡Qué estupidez! ― pensé mientras escuchaba su voz ― Me engaña y debo ayudar a cancelar―. Afortunadamente mi madre hizo caso omiso y parece que las aguas en el mar del rompimiento de Javier Montenegro y Bea se han tranquilizado por completo, ahora sólo queda esperar.
Pido el tercer café del día y ahora me sumerjo en un libro que en realidad no tengo ni idea de qué se trata porque no puedo leer, no comprendo, mi mente no está en Bea y su engaño, si no en la última plática que tuve con Manuel ¿en verdad uno de mis mejores amigos me está recomendando que contrate a una escort? No debería decirme, no sé, que lo olvide y nos vayamos de fiesta los dos a olvidar. Cierro el libro de nuevo, no pongo separador porque no he pasado de la página uno y sé exactamente donde abrirlo cuando quiera volver a retomarlo.
― Hablar o no hablar, esa es la cuestión ― murmuro. La chica que se encuentra al lado de mí sonríe cuando mi mirada se junta con la suya. No sé si es una fan o simplemente una chica sentada en el mismo café donde yo estoy. Levanto mi vaso de café como saludo y ella esquiva la mirada y pone una cara extraña, volteo al otro lado y veo que le está sonriendo al mesero que justo está dejando una orden dos mesas después de la mía ― ¿qué tan mal debo estar para que la chica prefiera al mesero? ― digo en voz baja y me pongo de pie, tomo mi libro y el café a medio tomar y me salgo de ahí. Estoy molesto, no sé porqué, será que el hecho de que la chica no me haya respondido el saludo me está afectado al autoestima.
Camino por la calle vistiendo gafas de sol y una gorra, y cuando paso en frente de un espejo me veo ― ¡Joder estoy gordo! ― pienso de inmediato, y acaricio con mi mano lo que yo siento es una barriga descomunal pero que sé muchos dirán que no es para tanto ― Definitivamente mañana empezamos a hacer deporte ― y vuelvo a dar otra vista rápida a mi cuerpo ― Ahora entiendo porque la chica le sonrió al mesero y no a mí― los pensamientos negativos me ganan cada vez más pero ¡Hey! ¿quién no pensaría que es de lo peor cuando al mujer con la que se iba a casar lo engañó con otro? ― Ni siquiera estaba guapo ― digo en voz alta. Sí, ahora hablo solo.
Sé que tal vez he exagerado al situación, pero también creo que era mi momento para tirarme al drama ¿si no cuándo?, además eso me ayudó a reflexionar sobre lo que haré en los años por venir. Primero, definitivamente debo sacar el helado de chocolate de la nevera porque no tengo auto control, segundo, pensar dos veces antes de enamorarme de cualquier chica y tercero, divertirme más, definitivamente la tercera será la primera opción que haré ¿Qué tal un viaje a Ibiza?, obviamente después de que baje la barriga.
Sigo caminando y a los 10 minutos recibo un mensaje de la persona que limpia mi piso anunciando que todo está listo y que puedo llegar cuando desee. Me alegro, no quisiera que ninguna fan me encontrara en estas condiciones caminando por la calle. Apresuro el paso y pronto me encuentro frente a mi edificio, subo en el elevador y cuando abro la puerta de mi piso veo 3 bolsas de basura en frente de mí.
― ¿Tuvo fiesta señor? ― me pregunta y yo sólo quiero desparecer, no sabía el montón de basura que tenía de tanta semanas encerrado.
― Sí ― contesto dándole la razón ― Ahora ayudo a bajar las bolsas.
― Sí, de favor ― y vuelve a meterse a mi habitación.
Dejo el libro sobre la barra de la cocina y luego tomo dos bolsas y las acerco al elevador, vuelvo por la otra y hago lo mismo. Espero que éste abra y me meto con ellas, sé que tal vez debería bajarlas por las escaleras pero en este momento no me apetece. Vuelvo a salir del edificio y las dejo en el basurero correspondiente, ahí yace la evidencia de mi miseria y mi depresión, todo dentro de tres bolsas de basura ― Supongo que pudo ser peor ― digo en voz alta y vuelvo al edificio.
Entro al piso y la chica de la limpieza me espera impaciente cerca de la puerta, al verme arquea las cejas ― ¿Ha subido de peso señor? ― pregunta curiosa.
― Es el corte de cabello ― respondo defendiéndome y saco el dinero de mi cartera.
― ¡Ah! pues se le ve, no sé... ¿Raro?―.
― Gracias, espero puedas venir la en dos días ― y le doy el dinero.
― Aquí estaré, hasta luego ― y abandona el piso dejándome solo.
Todo huele a limpio. En verdad no puedo imaginar la cara que puso al ver todo tirado y desparramado por el piso y los pocos trastes sucios en el lavavajillas. Sé que tal vez ha visto peores lugares, pero no me enorgullece haberle dejado el piso de tal manera. Me acerco por el libro y en el frutero que está en medio de la barra veo el papel que Manuel me dejó con el número, tal vez lo vio en la basura y pensó que era importante.
"Llama ya" ― me escribió arriba de los números y sonrió porque me lo imagino con su voz ¿el servicio será a todas horas o debo esperar a algún horario? ― digo en voz alta como si considerara llamar, me le quedo viendo un rato y ahora no sé si en verdad lo estoy considerando ― No, espera ¿en verdad lo estamos haciendo? ― hablo de nuevo solo y me alegro estar dentro de mi piso porque si no la gente me tiraría a loco ― ¿No que querías divertirte? ― vuelvo a decir. Vuelvo a dejar el número sobre el frutero y tomo el libro, en verdad no puedo creer que haya considerado por un momento llamar a una escort para "divertirme".
Entro a mi limpia habitación y me recuesto sobre la cama, empiezo mi rutina habitual, Netflix y más al rato palomitas, después de nuevo Netflix y así hasta quedarme dormido y despertar en un día nuevo, sin que nada me sorprenda ya y con la desilusión a tope. Prendo la TV y recargo sobre la almohada, segundos después caigo dormido y me olvido del mundo.
Abro los ojos y me siento agitado, supongo que tuve una pesadilla y el mismo sofocamiento me despertó. Veo mi móvil de inmediato y un mensaje de Bea está esperando por mí, lo leo "Te extraño" dice y lo único que logra es que el coraje vuelva a hervirme la sangre ― Pues yo no ― digo en voz alta y tiro el móvil al otro lado de la cama ¿qué es lo que tiene Bea que me hace ser tan débil ante sus maneras? ¿Podré algún día superarla y seguir con mi vida?
― Claro que puedes ― digo para mí mismo ― Y sabes como puedes superarla ― y sin pensarlo dos veces me levanto de la cama y camino hacia la cocina, voy al frutero, tomo el papel y regreso a mi habitación para después tomar el móvil. Marco una vez y cuelgo de inmediato ― ¡Qué locura! ― digo en voz alta y arrojo de nuevo el móvil al mismo lugar de dónde lo recogí.
― Sólo es por una noche ― pienso y estiro mi mano para volver a tomarlo y volver a marcar ― Sólo una noche, sólo una noche ― repito en voz baja mientras escucho el tono de marcado. Quiero colgar, voy a colgar...
― ¿Diga? ― escucho una voz algo aguda al otro lado del teléfono.
― Hola soy Ja..
― Sin nombres, sólo diga la cantidad de chicas o chicos que desee.
―¿Chicos? ― repito, supongo que el término escort involucra todos los gustos.
― ¿Cuántos chicos quiere? ― pregunta seca.
― ¡Ah! no, no, busco chica, una por favor ― y de pronto me siento pidiendo una hamburguesa en la comida rápida. Sólo me faltó decir "Sin pepinillos".
― ¿Dirección a dónde debe ir? ― escucho de nuevo.
― Bueno, supongo que a mi piso ― contesto idiotamente y puedo sentir la cara de pocos amigos de la persona al otro lado del teléfono ― Lo siento, en seguida se la doy ― corrijo.
Ella escucha atentamente la dirección que le doy y la repite para estar segura de que no hay falla. Después me hace algunas preguntas que dan por respuesta un "no" de mi parte, aunque después lo pienso y pudieron ser sí.
― Muy bien, en 30 minutos alguien llegará a su puerta. El mínimo de tiempo requerido es 5 horas con ella, si quiere más tiempo puede ser hasta 2 semanas. Ella lleva el contrato de confidencialidad y debe firmarlo, en caso de no hacerlo ella se retirará. La paga es al principio de la cita y debe ser una transferencia electrónica, la chica lleva los datos.
―Vale ― alcanzo a decir pero sólo para mí mismo porque la persona que me contestó del otro lado ya ha colgado.
Veo la hora, son las 9:00 pm, la chica llegará 9:30 pm y afortunadamente mi piso está limpio. No sé si debí darle la dirección de un hotel ¿qué pasa si ella la revela? ¿qué pasará si luego tengo miles de fans tocando a mi puerta? La paranoia me está matando y el tiempo va pasando y yo no sé qué ponerme ¿me quedo con la misma ropa? ¿me pongo más formal? No, espera, no es una cita, ella sólo viene a... ¿A qué viene?
Camino hacia mi habitación y abro el armario, saco unos pantalones de mezclilla negros y una camisa blanca, me visto, me veo en el espejo y hasta yo hago una horrible cara al no aprobar mi conjunto. Me quito la camisa blanca me pongo una color negro que se me ve mejor ― Bien, me veo bien ― murmuro frente al espejo. Entro al baño y después de cepillarme los dientes, peino mi cabello lo mejor que puedo, ahora lo tengo más largo y mis rizos son más evidentes y por ahora no tengo tiempo para resolver eso.
Estoy nervioso, me siento un crío esperando a la chica que le gusta para tener una cita ― ¡Qué no es una cita! ― me repito ― Esta chica sólo viene a... ― y de nuevo vuelvo a detenerme ahí, supongo que sobre la marcha veré para que vino aquí.
Planteo en mi mente varios escenarios de cómo recibirla. Tal vez le abro la puerta y digo ― Hola, te esperaba ― y solo comienzo a reírme por los pensamientos que tengo. Es mejor si sólo abro la puerta y le digo ― Entra ― no demasiado simple. Bueno, en ambos escenarios coincide eso de abrir la puerta.
Sin esperarlo escucho el interfón sonando en la sala, veo la hora y son las 9:30 pm exactas, regreso a la sala y contesto para escuchar la voz del portero diciéndome que hay una chica que dio el número de mi piso. No sé si el portero reconozca que es una escort, pero ruego que no lo haga ya que me daría vergüenza verle cada vez que me lo topara en el lobby ― Muy bien, la dejo subir ―. Cuelgo el interfón y me quedo esperándola como idiota delante de la puerta, esto no estaba imaginado en imaginado en ninguno de mis escenarios. Tocan a la puerta y abro en un acto reflejo, ella sonríe.
Delante de mí está una de las chicas más elegantes y serias que he visto en toda mi vida. Es alta, pelo castaño largo con ondas que lo recorren todo, su maquilla es muy sencillo pero impecable, viste un pantalón de vestir negro, una blaiser amarrado con un botón que deja entrever la línea de sus pechos, las zapatillas y el bolso hacen juego y yo sonrío. Definitivamente no era como me la imaginaba. ¿Cuánto tiempo debe de pasar para volver a llamar a ese número mágico? ¿Dos días? ¿Una semana? ¿Un mes? Bueno, yo llevo tres días y desde hace dos muero por volver a hacerlo. Después de la noche que tuve con Candela, quiero volver a encender mi cuerpo de la forma que lo hice con ella. Estoy sentado en uno de los aparatos del gimnasio con el móvil en las manos y con el número de teléfono reflejado en la pantalla, sólo debo apretar un botón para que todo vuelva a empezar. Tardo exactamente 30 minutos en llegar a donde Manuel y en el lugar él me recibe en la puerta tan animado como siempre.― ¡Por fin tío! Te haz atrevido a dejar esa cueva de la depresión y venir a probar un poco de la vida nocturna. Ibiza, la ciudad la ciudad conocida por su animada vida nocturna, con importantes clubes nocturnos y sobre todo las playas, me encanta la playa. Las villas tranquilas, los lugares de retiro, la playa d'en Bossa y las tiendas, todo rodeado de colinas con pinos que le da un aspecto increíble a la costa. Amo Ibiza, y por eso regreso aquí cada vez que puedo, y de nuevo lo hago con mis amigos de siempre que sólo quieren una cosa: fiesta toda la noche.Debo admitir que aún no me siento con gPersona equivocada
Ley de Murphy
Ibiza
No recuerdo lo que pasó después, pero si el coraje que me dio que Candela me haya prendido para después apagarme con su frialdad. Sé que hubo mucho alcohol, que las chicas que conocí recién entrando al club llegaron a nuestra mesa y después recuerdo mi habitación, las mismas chicas en pequeñas bragas y el torso descubierto enseñándome sus pechos, una recostada sobre mi cama y la otra besando mi espalda, mientras yo le hacía el amor a una, y después a la otra. Recuerdo perfectamente mi cuerpo completamente desnudo encima de una de las chicas mientras la otra le hacía sexo oral a la otra. Los roles se cambiaron varias veces para terminar fuertemente en la boca de las dos. Creo que finalmente sí pude con ambas y la vez que pensé que no podía
(1 semana después de Ibiza)Si alguien me hubiera contado todo lo que ese fin de semana pasé en Ibiza, no me la hubiera creído, aunque tal vez he llegado a pensar que haciéndole honor a mi signo zodiacal, géminis, hay un Javier diferente y un poco más atrevido que ahora quiere salir a jugar y lo ha empezado a hacer de la mejor forma en la tierra donde todo es diversión y fiestas.
Candela se aleja de mí y se pone de pie, su hermosa escultura está justo en frente de mí, yo la veo con toda la lujuria que en ese momento siento. Ella sube su mano para deslizar uno de los tirantes por todo su hombro hasta que cae por su brazos y hace lo mismo con el otro lado, saca las manos de ellos y después desliza el vestido lentamente por todo su cuerpo para quedar en frente de mí con el torso descubierto y una pequeña tanga de encaje blanco.― &ique
Candela y yo nos encontramos recostados sobre mi cama, completamente desnudos, descansando después de una ducha que se alargó un poco más de lo esperado. Yo estoy sentado, recargado sobre la cabecera de la cama, y ella al pie de está apoyando su cabeza sobre una almohada. Sus hermosas y formadas piernas están al alcance de mis manos y mientras ella juega con su cabello, yo las acaricio sintiendo su deliciosa piel, suave y tersa, provocándole cosquillas y haciéndola sonreír.Último capítulo