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CAPÍTULO 03 “Chantaje”

—Tengo una cita hoy con un chico que conocí por redes sociales, me gusta bastante y llevamos meses conversando, así que decidimos conocernos en persona y… pues, quiero verme hermosa — Lizet se miró frente al espejo el cómo vestía.

—Me gusta, pero no sé… lo veo muy insípido para la ocasión, debes usar algo que te haga lucir salvaje y a la vez tierna, busquemos bien — Hazel revisó el closet en busca de otra ropa para su amiga.

—No quiero lucir como una zorr@.

—¿Y cómo hacemos con ese tema, si así eres en realidad? — Lizet le lanzó una falda.

—Estúpida.

—Utiliza esto, te verás mucho mejor — Lizet tomó la ropa en manos y fastidiada se comenzó a cambiar mientras que Hazel verificaba su móvil.

—¿Te imaginas que nunca llegue a la cita? ¡Me muero!

—Si no llega lo más que podría hacer es burlarme y también enojarme porque llevamos más de dos horas buscando la ropa ideal para que le gustes, oye ¿Y, cómo es? No es has mostrado fotos de él — Lizet terminó de cambiarse.

—Es… tierno, muy tierno y dulce.

—Cuidado, esos que son tiernos y dulces son grandes psicópatas — su amiga la miró por el rabillo del ojo.

—No dejaré que metas en mi cabeza esos tipos de traumas, en serio, deja de ver tantas películas de psicópatas, Hazel.

—No solo son películas, sucede también en la vida real — se levantó de la cama para observar mejor a su amiga de cerca, juntó sus manos y con sus ojos hizo una expresión de ternura — Hermosa, va a quedar fascinado contigo mi osita — le dio un abrazo que Lizet no comprendió.

—Hazel, voy a una cita — se distanciaron.

—Y no todos los días tienes una cita — le guiñó el ojo — ¿Llevas condones?

—¡Hazel! ¿Qué estás diciendo?

—Siempre debes ir preparada para la ocasión, no sabes si terminan en otra parte más privada haciendo cositas deliciosas — movió sus cejas con picardía.

—Estás enferma, amiga — buscó en su gaveta un paquete de preservativos.

—Ten, yo si te cuido, estoy un 99,99 porciento segura de que terminaran en una cama odiándose, así que coge el paquete y llévatelos. Me siento tan orgullosa de mi misma por cuidarte — le sostuvo las mejillas a Lizet — Mi retoño está teniendo su primera cita.

—Hazel, ya deja de preocuparme — pasó por su lado para empezar a maquillarse.

—No vayas a llenarte el rostro de tanto pegoste, mientras más natural, mucho mejor, no sé cómo pueden forrarse la cara con tanto maquillaje — criticó.

—¿Me dirás que no nos vemos hermosa cuando nos maquillamos así?

—Sí, se ven hermosa, hasta que se quitan el maquillaje.

—¿Estás diciendo que somos feas? — Lizet preguntó entre risas.

—Digo que se ven fea cuando se lo quitan, no sé si me explico — Hazel estalló en risas.

—Eres una perr@ — ambas se burlaron por largo rato.

Lizet terminó al fin de alistarse, Hazel no dejaba de mirar a su amiga encantada por lo bella que lucía, estaba tan emocionada ante la idea de que por fin Lizet iba a tener una cita.

—Me voy, ya estoy casi sobre la hora — miró la hora en su reloj.

—Sí, te veo mañana a primera hora, no creo que regreses esta noche, déjalo sin aliento y sin energías ¿Vale?

—Estas locas, amiga, muy, muy loca, claro que volveré en la noche, así que adiós, nos vemos en una hora. Te amo preciosa, no vayas a extrañarme demasiado ni tampoco a llamarme a cada segundo para saber cómo va todo ¿Ok?

—Ni se te ocurra apagar el celular, recuerda que estás saliendo prácticamente con un extraño, mándame la dirección donde estarás.

—Ok, te mandaré la foto también de con quién saldré. Activaré mi GPS igualmente, yo te escribiré para informarte de cómo va todo. Gracias por ser como eres conmigo.

—Eres como mi hija.

—Hazel, tenemos la misma edad.

—Lo sé, adiós, cuídate — se despidieron. 

Hazel cerró la puerta feliz de su amiga, volvió a su habitación a tomar el móvil para continuar metida en las redes sociales, pero su paz es una vez más interrumpida por el sonido de timbre.

—Ah, ¿Y ahora que se le olvidaría? — Caminó apresurada a abrir la puerta, cuando lo hizo su cuerpo se volvió a congelar y sus ojos se abrieron como platos al fijarse de quien se trataba la visita — ¡Mierd@! — expresó ante la gran sorpresa.

—¿Mierd@? Eso no decías anoche cuando me estabas robando — entró sin esperar el permiso y tomándola del brazo.

—¿Qué… que hace aquí? ¿Cómo me encontró? — Zarek miró el apartamento, luego la vio a ella y señaló de forma acusadora.

—Usted, robó algo de mi billetera señorita, aparte un objeto de gran valor para mí, vine a recuperarlo por las buenas, y si no lo tiene entonces tendrá que encontrar la forma de ver cómo pagar hoy mismo y ahora — Hazel se soltó a reír con escándalo creyendo que todo era un juego de parte del sujeto.

—¿No fue suficiente lo de anoche? — se mostró coqueta. Zarek a pesar de sentirse aun atraído por la joven, no dejaba de estar molesto.

—Me drogaste y eso fue trampa, aparte, no me encuentro de ánimos para jugar, niña — Hazel se le acercó y lo sostuvo de su corbata

—Oh, esto se trata del ego, ya veo ¿Viniste a demostrar que no necesitas de unas drogas para ser rudo y salvaje durante toda una noche? — Él miró sus labios carnosos, no quería caer de nuevo en la tentación, esta vez escucharía los consejos de su amigo — Yo sé que no necesitas de unas drogas para ser todo un felino, a pesar de estar anciano sigues conservando tus energías — halagó con coquetería.

—Quiero mi dinero, pero sobre todo el reloj — ella hizo gestos tristes.

—¿Por qué? Tienes suficiente dinero, yo lo necesito más que tú. Lo que te robe no afectará tus ahorros — lo jaló de la corbata con más fuerza — Juguemos como anoche.

—El reloj, devuélvelo — su voz fue demandante, no estaba para juegos.

—¿Por qué tanto interés en el reloj? — preguntó curiosa.

—No es de tu incumbencia, entrégamelo ya mismo si no quieres verme perder la paciencia— ella achicó sus ojos.

—¿Te trae recuerdos de alguien? Seguro es eso — le dio la espalda y caminó a su habitación para ir por el reloj, no tenía más opciones que devolverlo, lo notó muy molesto y no quería hacerlo enojar más.

—Espero no tenga ni un rayón — Hazel se sobresaltó al escucharlo detrás de ella.

—Llegaste a tiempo, pensaba venderlo — se lo tendió con tristeza.

—¿Sabes que puedo denunciarte? — Hazel se tensó; sin embargo, no le mostró miedo.

—Hazlo, tienes como hacerlo, ¿No es así? — Lo retó, pero Galani ya tenía en sus manos lo que le interesaba — Tú si pudiste obtener lo que querías anoche y yo debía venirme con las manos limpias, qué injusto.

—¿Tenerme no te pareció suficiente?                 

—No, ¿Qué pasa si quiero más? ¿Qué pasa si no fue suficiente lo de anoche y quiero repetir? — Zarek se mantuvo en silencio, no quería caer en esas tentaciones que podrían llevarlo a la perdición, tenía que mantenerse firme en su palabra a pesar de que estaba ansioso de un poco más.

—Muchas gracias por el reloj, señorita — le dio la espalda.

—Claro, cobarde — le estaba devolviendo las mismas palabras de anoche.

—Eso no funciona conmigo, tú fuiste la débil que cayó en mi juego, mi truco siempre funciona, no eres la única que cae, hermosa — Hazel se enfadó ante ese último comentario, tanto, que sintió las ganas de llorar por como ese sujeto la ofendió.

—Lárgate de mi apartamento, idiota. Espero no volver a cruzarme en tu camino — La miró por sobre su hombro y ladeó sus labios a un lado mostrándose malvado.

—Aún me sigues debiendo, sé cuánto te llevaste en efectivo, lo que quiere decir que volveré para cobrarte — Hazel sacó el efectivo y se lo tendió.

—Llévatelo de una vez, así ya no tendré nada que deberte — Negó con su dedo índice, ya no quería el dinero, ya tenía otros planes para ella.

—Voy a cobrarte a mi manera, pequeña ladrona, así que no te extrañes cuando me encuentres afuera de tu puerta, te has metido con el hombre equivocado — se volteó solo para mirarla a los ojos.

—¿Y si me niego a pagarte de la forma que quieras?

—Te mandaré a encerrar. Tú decides, si pagarme, o arriesgarte.

—Eres un chantajista — fue el último comentario que Galani escuchó por parte de ella, antes de salir del apartamento.

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