Val esperó en la acera, tenía el cuerpo entumecido por el frío y el estómago vacío. Ya no tenia ni un solo centavo encima y no había comida nada de nada en todo el día. Se sentía tan perdida como la noche en que Gael la encontró en la acera frente a la casa de los Vadell, estaba abandonada, sin nada, asustada y enojada. Las palabra de Gael le golpearon el alma con tanta fuerza que todo a su alrededor se veía oscuro y derrumbado. — Yo también te amo — murmuró al viento — pero esto no puede ser, tú no me amas más que a ti mismo, más que a tu venganza — luego recordó que Gael le ofreció dejarlo todo por ella, todo, pero Val no pudo, se sentía tan dolida y traicionada que le era imposible aceptarlo. Ahora solo tenia una cosa en mente, la justicia, ya no la venganza, ya no haría las cosas a escondidas, manipulado y amenazando a personas inocentes, haría las cosas como tenía que hacerse, al menos, como podía. Por eso había llamado a Toro. Un lujoso auto se detuvo frente a ella y Val lev
Val tomó una silla que había en una esquina y la arrastró hasta el centro de la sala, nadie la había invitado a sentarse, pero había dejado a los hombres tan enmudecidos que ninguno habló en un minuto largo. — ¿Y por qué vienes con nosotros? — preguntó Itsac — si lo que dices es verdad, puedes reclamar lo que te pertenece todo legalmente, o algo así. — Por que necesito protección… un hombre me compró como si fuera un objeto, un tal siervo yo no sé qué…— Siervo Landero — completó Toro — es un mafioso de rango menor bastante mediocre, ¿te está buscando? — Hace más de un año que me le escapé y no ha dejado de buscarme, y no solo es eso, imagino que ustedes ya escucharon el audio que se publicó de Alexander Vadell, en efecto, me mandó matar e imagino que lo hará de nuevo. Necesito de la ayuda de ustedes por que no tengo nada. — ¿Alguien te estaba protegiendo antes? — Itsac parecía interesado en la historia de Val. — Eso ya no importa — murmuró con la voz apagada. — ¿Entonces a camb
Val se recostó en la cama y trató de dormir, pero en cuanto cerraba los ojos regresaba a ella la discusión que tuvo con Gael. Le había dicho que la amaba, se lo había dicho y Val lo había abandonado como a un perro, borracho y triste. ¿Le habría dicho la verdad o simplemente la manipula como siempre?Habían compartido un año juntos, y así como ella llegó a sentir atracción por él durante ese tiempo, ¿él también por ella? Se sentó en borde de la cama a observar la Luna que salía por el horizonte, ya no quería confiar en nadie, se sentía tan pero tan cansada que desearía acostarse y dormir por siempre, pero no podía, no podía dejarlo todo, si dejaba a su padre continuar con eso morirían miles de personas, si en su manos estaba el poder detenerlo, sería una cómplice si no lo hacía.Se recostó de nuevo en la almohada y trató de dormir. Alguien llegó temprano a decirle que bajara a cenar, pero Val le indicó que no tenía hambre. Lo cierto era que sí tenía un poco, pero sentía el estómago
Val se agarró al cuerpo de Salma para no caer presa del pánico. No podía ser que Gael la tuviera tan vigilada que apenas llevara un minuto en el lugar y ya la estuviera acosando. ¿acaso no le había quedado claro que no quería verlo? Dio la vuelta y miró la puerta. — Ya no quiero verlo, Salma, él me mintió y me manipuló, me usó en su venganza yo…— Yo lo atenderé, no dejes que te vea — Salma caminó hacia la puerta y Val corrió a la ventana, miró hacia afuera por un pequeño agujero en la tela y el corazón le dio un vuelco cuando lo vio. Gael estaba vestido con la misma ropa del día anterior, se veía sucio, con el cabello tan despeinado y ojeroso que parecía varios años menor, como un muchacho rebelde y despistado… casi que en realidad lo era, a veces olvidaba lo joven que era el hombre. Cuando Salma abrió la puerta Gael la miró con una expresión de alivio y preocupación. — Doña Salma — le dijo él — Es Valentina… no logro encontrarla, sabe que Siervo la está buscando, peleamos ayer
DOS MESES DESPUÉS.Gael tiró los papeles sobre el escritorio y estos cayeron con un sonoro golpe que hizo saltar a Caleb al otro lado. Se sentó con pesadez en la silla, agotado, se sentía tan cansado que ya no era capaz de entender por qué hacía todo lo que hacía, ni de dónde sacaba energías para levantarse cada mañana, se sentía como un zombi, moviéndose solo por instinto. — Me gusta tu cabello largo — le dijo Caleb, Gael ya sabía que el hombre era bisexual, no era el primer cumplido que le hacía, y ante ese comentario antes hubiera respondido con gracia, pero estaba sin ánimos. — No he tenido tiempo de ir a la peluquería — comentó mientras se acomodaba el mechón detrás de la oreja. Antes de lo que había pasado con Valentina ya lo tenía un poco largo, y llevaba dos meses sin pasarse casi que ni el cepillo. — No importa, se te ve bien — Caleb tomó los papeles que le había dado Gael y los contempló por un largo minuto en silencio, luego levantó la mirada — ¿entonces no sabías nada?
Val se ajustó el abrigo cuando una brisa fresca entró por la puerta del restaurante, hacía frío y era noche cerrada. En la mesa de al lado estaba Itsac, el hombre no la dejaba en ningún momento y Val se sentía relativamente protegida a su lado. Nada que ver con lo que sentía estando con Gael, pero definitivamente sí la hacía sentir mejor. Si Val creyó que Gael era misterioso, Itsac era el doble. No había preguntado directamente pero jamás pudo asegurarse de qué exactamente era lo que Alexander le había hecho como para que quisiera destruir BioGen y Val se sintió en un círculo sin salida, ¿siempre estaría rodeada de gente tan misteriosa? Toro le había dicho que debía ofrecerle lo que Alexander le había quitado para que él la ayudara, pero el hombre había accedido con más facilidad así que Val no se vio en la obligación de usar esa estrategia y se quedó con las ganas de conocer qué era lo que motivaba al hombre. — Ahí viene — le dijo Itsac y Val se irguió en la silla. Lo cierto er
Todo estaba preparado, Gael tenía los papeles con los balances sobre el escritorio y estaba ajustando los últimos detalles, pero le era imposible concentrarse del todo, su mente viajaba una y otra vez al televisor donde había podido contemplar la imagen de Val. Estaba bien, sana, se veía rebelde con el cabello corto. Se preguntó qué había sido de ella, dónde había estado y con quién y eso lo mantuvo despierto toda la noche. Le era imposible contemplar las cosas que había dejado en su habitación sin morirse del remordimiento, y se envió a su celular las inocentes fotos que ella se había tomado en el que él le regaló y las observaba a cada rato como un masoquista, como si le gustara sentir el dolor, como si lo necesitara para recordarse que era un hombre malo, que había hecho cosas malas y que merecía el dolor que estaba sintiendo. Caleb entró por la puerta, se veía radiante con su traje azul y el cabello peinado. Gael lo observó, era un hombre atractivo, joven y lleno de energía a pe
Val esperó que externamente no se le notara lo nerviosa que estaba, las manos le sudaban y cuando vio los oscuros ojos de Gael puestos en ella creyó que perdería todas las fuerzas. Se tuvo que sentar para evitar que la debilidad la derribara, había mucha gente en esa sala y ella solo podía sentir la presencia de Gael, de su mirada sobre su cuerpo, de su aliento acelerado. Le hubiera vendido el alma al diablo no más por saber qué pasaba por la mente del hombre, pero debía guardar compostura, debía hacerlo. Ferney había resultado un aliado fundamental, el hombre gordito aplaudió una sola vez. — Bien, a votar — dijo el hombre y todos se pusieron terriblemente tensos. — ¡Esto es ridículo! — bramó Jhon, el papá de Caleb, estaba muy rojo y su hijo a su lado se veía abatido y Val se sintió mal, tan mal que procuró no mirarlo, se sentía culpable y sucia. — No, no lo es. En estos papeles está sustentado legalmente todo lo que les estoy diciendo — les dijo Itsac y tiró los papeles hacia el