Inicio / Otros tipos / La gran ciudad de la noche (parte 1) / Capitulo 2: La llegada a la ciudad.
Capitulo 2: La llegada a la ciudad.

9:00 pm

Ya tenía más edad en poder experimentar cosas distintas. Cuando ya era más grande logré huir de la casa de mi familia. Sentía como si fuera un leve estorbo a sus vidas. Mientras a mis hermanos les iban muy bien en sus vidas. Mi hermana Laura que era la de en medio era una veterinaria. Le encantaba mucho los animales (a mi por lo general me disgustaban mucho por el simple hecho de que son muy sucios). Mi hermano menor llamado Gustavo pues no a sabido explicarse muy bien que es lo que le gustaba hacer o qué es lo que más le gustaba en la vida. Sin duda es muy misterioso, pero a la vez era muy agradable al que podía hablarle sobre los problemas de todo. Fue por él que mejor decidí escapar de mi casa porque en veces solía decir…

“No hagas que tú vida sea un total infierno y que todo este perdido. Vive lo que más que puedas y entierra esos feos momentos y vuelve a comenzar de nuevo”.

Pensé en ese momento que estaba algo drogado, pero llegué a la conclusión de algo muy motivador. Desde ese instante e seguido siempre ese gran consejo. Siempre se sufre pero de una u otra forma esta la oportunidad de ponerse de pie y seguir luchando. Cuando salí de mi casa ya tenía preparado todas mis cosas para así salir a explorar y vivir plenamente la vida que tanto me esperaba. Decidí en dejar un pequeño recado a mi hermano menor Gustavo, y por lo tanto, al resto de mí familia para no ser tan arrogante.

Aún me acuerdo tan bien ese día en absoluto. Era una mañana tan lluviosa y fría como todo día típico. Estaba completamente gris el ambiente. Los árboles jugaban por si solas con el avanzar del viento. Las ligeras gotas de lluvia caían en todo el pavimento y era una enorme inspiración tan viva de la misma madre naturaleza. Trayendo conmigo mis equipajes y con algo de dinero que había juntado en diferentes trabajos que tenía antes de terminar la preparatoria. Al esperar el viejo autobús miré a mi alrededor y levante mi mano derecha y me despedí a todo a mi alrededor. Fue algo duro en aceptar toda esta realidad, pero tenía que dar un paso adelante hacia el futuro.

Había llegado a la ciudad de Monterrey y sentí esa sensación que nunca antes la había sentido desde que estaba con la familia y mi ex amiga. Todo a mi alrededor era tan único y diferente. Cuando estaba más chico esa ligera sensación nunca lo pude observar. La gente pasaba por todos lados sus respectivos trabajos o a salir de compras. El pasar de los camiones al bajar y subir a las personas a sus respectivos destinos. Las avenidas llenas de vendedores ambulantes que acaparan a toda la calle. Los restaurantes de muy poca monta con excelentes platillos tan ricos que uno puede probar a simple vista. Las librerías llenas de grandes conocimientos tan ocultos como toda una vida miserable. Era el único medio para toda persona en querer librarse de toda la miseria que hay en todo este mundo.

Más al centro de todas las cosas que hay pude encontrar una pequeña plaza en donde toda la gente foránea se juntaba en platicar o a pasar una linda tarde. Dicho lugar se llama “plaza la Alameda “. En aquel lugar no era tan bueno después del todo lo único que lo hacía especial era el montón de gente que hace que una persona se sienta tan feliz de estar aquí.

Sin duda habían muchas cosas que quería hacer en mi primera visita a la ciudad. Pero todo es a su tiempo, pensé en ese momento.

Varios años después…

Me acuerdo de haber conseguido mi primer empleo en la ciudad. Era en ser mesero de un restaurante de la zona del mercado Juárez. En aquel lugar era normal encontrar de todo ya sea comida, hierbas medicinales (y bueno tal vez un poco de la hierba que muchos de ustedes conocen) y también ropa y vestimenta para todo tipo de eventos. A la gente que me tocaba servir en las mesas eran unos viles hijos de perra. Tenían una actitud tan negativa, mientras que al contrario algunos era tan amables conmigo y dejaban un poco de propina para este pobre sujeto. Algunas veces aceptaba la propina, pero por supuesto, en otras casi no porque estaba en todo el mismo dueño del restaurante. Un sujeto tan gordo y calvo con muy poca paciencia.

Mientras intentaba en salir adelante me acuerdo que me alojaba en una habitación de un compañero de trabajo. El desgraciado era un simple holgazán y terminaba de pagar casi todas las deudas yo solo. Así que de primera cuenta tomé las riendas del asunto y decidí en hospedarme en otro lugar. Los periódicos casi no me ayudaban del todo. Venían bastantes noticias sobre el desplome de la moneda mexicana. Las jodidas noticias de cuerpos descuartizados por un gran hombre tan poderoso de los carteles. Los resultados tan patéticos del fútbol, y un montón de estrenos de la gran pantalla. Al final pude ver en el apartado de casa y cuartos en renta y vi en la primera página un edificio que ya tenia algo de tiempo pero que los precios era tan accesibles para mí. Aquel lugar estaba cerca de la plaza la Alameda y era tan agradable y sin muchas discusiones con un desgraciado imbécil como lo es mi compañero.

Esa vez me llevé la grata sorpresa de ver al dueño del edificio hacer algunas cosas tan raras con un arbusto tan enorme como el tamaño de una casa en alto.

— Buenos días joven, ¿en que le podemos servir? — comentaba un viejo algo pasado de peso. Su aspecto era tan anticuado pero se veía que a simple vista tenía buen humor ante todas las adversidades posibles.

— Buen día señor, quiero obtener una habitación — le digo cortésmente al pobre diablo.

Él señor me mira tan sospechoso y empieza a hacer cierto juego de miradas hacia a mí. Me generaba ciertas cosas que no podía comprender hasta que al final me pregunta.

— Tengo bastantes habitaciones chico pero quiero preguntarte una cosa.

— ¿Y cuál es la pregunta? — digo sin ninguna importancia.

— ¿Eres mesero? — su voz detona mucha curiosidad.

— Pues claro que sí, lo soy pero no por mucho tiempo.

— De acuerdo porque la renta es muy elevada para un joven cómo tú.— comenta el sujeto con su estúpido y ridículo bigote canoso al estilo del personaje de los video juegos “Mario”.

Estando molesto ante tal afirmación descargué mi ira y comente al respecto.

— No me interesa lo más mínimo si la renta es cara o no. Solo quiero pasar toda la maldita noche bebiendo y soñando tristemente mientras avanza el tiempo. Mientras que espero el mejor empleo y no ser un jodido fracasado que deambula por las calles asaltando o chupando el maldito pene a cualquier hombre de negocios. Sí es lo que quiere que diga pues ahí lo tiene.

El hombre analiza mis palabras con demasiada cautela. En realidad estaba muy fastidiado de toda la m****a que me rodeaba. No tenía la menor idea de porqué me sucedía eso mismo. Pensaba en simples juegos que la vida le da a uno. Él hombre me vuelve a mirar en todos los lados y me comenta.

— De acuerdo chico pero tampoco era para que soltarlas un enorme discurso de fastidio a una vida patética como la tuya. Como sabrás todos en cualquier momento tenemos dificultades para vivir. Pero eso jamás nos impide en seguir viviendo felices ante todo lo malo de la vida. Tómalo como consejo hijo.

Enseguida me guiña el ojo y yo me quedo algo perplejo ante tal acción. Dentro de todo tenía razón en absoluto y realmente me cambio algo mi vista al mundo.

El hombre después me comenta.

— Pero dejando de lado todo este asunto, ¿te gustaría alojarte en éste edificio?

Mi voz se tambalea un poco y le comento al siguiente movimiento.

— Si no sería mucha molestia señor.

Me gustaría.

— No es ninguna molestia hijo.— en eso me agarra el hombro derecho muy delgado. — solo paga a tiempo y no cometas tonterías que hagan sentirme mal, ¿está bien?

— Hecho.— le doy la mano cortésmente. El enseguida lo hace y nos damos un agradable saludo.

Al terminar de hacer ese preciso saludo comentó amablemente.

— Por cierto me llamó Hugo Mcgregor.

— Un nombre muy raro, nunca lo había escuchado. — en eso trata de abrir la enorme puerta del edificio del color azul. — ¿Eres de otro país hijo?

— Bueno mis padres se conocieron aquí. Pero mi madre es de los Estados Unidos.

Frunce el entrecejo y me mira con cara de algo sorprendido.

— Vaya tu padre tuvo mucha suerte en conocer alguien de allá. Yo por desgracia tengo la mala suerte de ver a cualquier persona tan déspota con cualquiera que se cruce en su caminó. Yo no tuve la suerte a mi lado.

— ¿Y lo hizo sentir mal?

— No mucho hijo. Siempre los envío hacia el lugar donde ellos viven.

— Eso suena muy bueno.

— Ni que lo dudes.— lanza una pequeña risa de satisfacción hacia lo que comenta.— antes de que se me olvide mi nombre es Armando por si tenias la pregunta.

— De acuerdo señor.

— Por favor hijo deja eso a los demás imbéciles con sacó y documentos en mano. Puedes decirme don Armando para que suene tranquilamente.

— Lo tomo en cuenta don Armando.

Y así nos dirigimos hacia los departamentos del enorme edificio. Se batallo un poco en abrir la puerta, tengo que decir que el edificio ya está un poco viejo. Lo único que ayudaba en aquel local era la misma pintura que hacía verlo más joven. Pero en realidad era más vieja que la música de los ochenta.

Estando adentro pude ver que el aspecto de todo el lugar, era muy desagradable. El piso estaba en totalmente en ruinas, se podía ver las grietas a simple vista. Las puertas eran tan deplorables y de mal aspecto. Pero aun así no me importaba mucho porque hacían reflejar el espíritu y personalidad tan mala como todo. Al llegar a la habitación pude vislumbrar una enorme foto de don armando saludando a una clase de político. Tenía cierta duda de esa foto y en eso ve como me le quedó mirando de un lado a otro al enorme cuadro.

— Hermoso, ¿no lo crees? Fue cuando el antiguo alcalde estaba en campaña y dio suficiente apoyo para mejorar la ciudad. En eso uno de sus ayudantes tomó la foto y lo hizo público ante todo el mundo.

Lo miraba sin ninguna duda y en eso le comento.

— Me acuerdo de eso. Supe que el tipo fue tan nefasto en toda su administración y hubo mucho desvío de fondos.

— De todo se originó con él. — en eso saca su pequeña botella de alcohol que apestaba mucho en el pequeño espacio de los 2.

— ¿Qué sería de él?, ¿aún le sigue hablando?

— Hace mucho que no sé de él. Apenas me enteré de que se largo del país cuando lo perseguía la policía. Un enorme saco de problemas ese sujeto.

— Ni que lo diga, él peor alcalde de todos los tiempos.

Hace un pequeño gesto de afirmación y en su mirada se nota un poco de negatividad. Después al siguiente segundo empieza a saca unas llaves de la habitación y me las da.

— Aquí están las llaves de la habitación “532 D” — mira nuevamente para confirmar el número y correctamente era ese mismo. El número casi no se podía ver exactamente estaba comido por el color oscuro de toda la puerta. Y tengo que aclarar que todas las habitaciones no se veían ni un carajo los números. Sin duda era muy viejo el edificio que la misma revolución mexicana.

— Subimos 5 pisos— prosigue al terminar de darme las llaves— el elevador muy pocas veces funciona por eso es mejor subir las escaleras. Se que es muy cansado subir y bajar pero nunca es tarde para adaptarse, ¿no lo crees?

— Tiene mucha razón. Es como si fuera parte de una pequeña vida por delante.

 Unos segundos en lo que argumento y ya después lo piensa y suelta su pequeño pensamiento en el aire.

— Wow, eso es algo que ni siquiera lo pensé. Pero de acuerdo tengo muchas cosas que hacer. Si tienes alguna duda o tienes que hacer el pago de alguna renta llama a éste número.

Me deja una pequeña tarjeta con el nombre de él y más abajo viene su número de teléfono y en la parte de atrás viene el nombre del edificio. Se llama “buena aventura “. Sonaba muy original para ser un hotel de 2 estrellas o menos para un tipo cualquiera de altos estándares.

— De acuerdo lo tomo en cuenta. — agarro sutilmente la tarjeta y lo guardo entre mis bolsillos.

— Eso es lo que dicen todos — su mirada empieza a entornarse a muy despectivo de mi argumento— pero que más da en el mundo siempre se tiene que actuar de una manera tan especial con los demás.

— Sí, es cómo todo. — el cansancio ya rondaba en todo mi cuerpo y desgraciadamente hice lo posible para terminar con la conversación. — no es por terminar de molestarlo pero creo que es tiempo de descansar. Lo siento mucho.

— No descuida— él saca un reloj plateado de su bolsillo y ve detalladamente la hora. — tuviste un día duro por estar viendo muchos lugares.

— ¿Usted como lo sabe? — estaba muy sorprendido.

En eso el apunta al periódico que tenía en la cama. Se me olvidaba por completo lo que estaba haciendo antes.

— Pero no te quito más de tu tiempo hijo. Te deseo la mejor noche. — él me empieza a sonreír. En su rostro se nota como a pasado en todo el tiempo trabajando en este hotel. Veo en sus ojos como pasa el tiempo y de todo lo que ha visto no le sorprende nada de nada.

Acto seguido cierra la puerta y ya sólo estoy yo con el mundo. La habitación estaba hecho un desastre total. Las paredes están muy despintadas y son de un color crema podrido. La cama está manchada de un color rojo y eso me daba una ligera sensación de que había ocurrido un crimen o algo así por el estilo. El sofá pues que hay que decir es el único lugar aceptable de aquella habitación en donde me tocó dormir y pasar mis tiempos libres. El refrigerador pues no está tan mal, la estufa no calienta mucho pero lo mejor es de que no había ninguna maldita fuga de gas y volará todo esté lugar en millones de pedazos. Y que decir del baño es peor que todo el lugar.

Pasaba el tiempo y yo trabajaba en exceso y al igual estudiaba en infinitas horas en la carrera de criminalística para cumplir mi más anhelado sueño que tenía desde niño. Pero a partir de eso mismo empezaban los momentos en donde yo tomaba en las noches y me ponía a llorar por toda la puta m****a que pasa en mí vida. Aparte de seguir llorando como un maldito marica en veces veía por la ventana alado del televisor y de la lámpara la hermosa vista de la ciudad en la misma noche. Todas las luces alumbrando en las calles, los grandes edificios, los automóviles y al igual que la gente pasaba para tomar el siguiente camión que los llevaba a sus casas o a todo lo demás.

Los días iban pasando y por fin pude graduarme y con mucho orgullo de la carrera de la que estaba estudiando. Perfectamente me acuerdo como fue la ceremonia de graduación de toda la universidad. Estaban todos los padres y familia en general viendo como los hijos por fin cumplen sus grandes sueños. Nunca podré olvidar las discusiones con los compañeros o algunos años que les hablaba para pedir las tareas. Muy pocos lograban saber de mí, pero era demasiado cortante con aquellas personas. También pude vislumbrar por última vez a mis padres y a mis hermanos por igual.

¿Por qué llegó a decir esto último? Bueno todo empezó desde que mi padre le dio un infarto muy grave debido por la sobrecarga de hacer muchas convenciones del trabajo. No tuvo la oportunidad suficiente de poder checar su estado de salud. Mientras que mi madre no aguantaba mucho la pérdida de mi papá, mientras que ella se había quitado la vida. Las autopsias habían dictado que ella sufría cáncer de mamá y era bastante avanzado. Los doctores no le prometían mucho tiempo de vida.

Era muy jodido esa situación y al recordarlo todavía tengo muchos problemas mentales en no poder olvidar de que ellos ya no están conmigo. Esto también involucra a mis hermanos que desde el día del funeral ya no los e visto en persona.

Pero eso ya me da un reverendo carajo. Lo importante es seguir creciendo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo