Nathan asintió. Se sentó junto a su novia y abrió su carpeta de notas. April ocupó su lugar, justo frente a Axel.Durante varios minutos, hablaron de presupuestos, logística, fases de construcción. Axel explicó avances, entregas parciales, y los cambios que se habían hecho desde la última junta. Nathan intervenía con precisión, haciendo preguntas puntuales. April escuchaba, asentía, tomaba apuntes… pero no estaba del todo ahí.«Anulación»La palabra seguía rebotando en su mente.Axel había dicho que Logan iba a anular su matrimonio.«¿Y si era cierto? ¿Y si Megan ya no formaba parte del juego? ¿Y si…?»Cerró el bolígrafo con fuerza.No. No iba a dejarse arrastrar por eso.No ahora. No en mitad de una reunión.Se enfocó en los planos. Respondió con claridad cuando le tocó hablar. Fue precisa. Clara. Ejecutiva.Hasta que se abrió la puerta.Emir Al-Fayed entró con su andar elegante y pausado, acompañado por un par de asistentes que lo siguieron en silencio. Sus ojos, afilados como cuchi
Logan se bajó del auto con pasos firmes. Su traje oscuro contrastaba con el cielo nublado, pero ni el frío ni el clima le importaban.Tenía un motivo, ansiaba ver a sus hijos. La escuela lo recibió con las puertas abiertas. Él y su familia eran benefactores desde hace años. Nadie dudaría de su visita.Entró con la seguridad de siempre.La recepcionista lo saludó apenas lo vio.—Buenos días, señor Montgomery, ¿qué lo trae por aquí?—Quisiera hablar con la directora. Es una visita rápida, por temas de seguimiento.—Claro. Un momento.Esperó sin mostrar impaciencia, aunque por dentro no era el mismo de siempre. Su mente no soltaba esos nombres: Sienna. Ethan.Cuando la puerta se abrió, entró sin perder la compostura.—Señora Olmedo —saludó—. Gracias por recibirme sin cita previa.—Un placer tenerlo de nuevo por aquí. ¿A qué debemos su visita?Logan se acomodó en la silla frente al escritorio.—Revisamos las instituciones que apoyamos. Me interesa saber cómo van algunos alumnos en particu
Logan llegó al edificio con el corazón desbocado. No había dormido. No había comido. Su cabeza solo repetía una cosa: los niños ya no estaban en la escuela. April los había escondido. Y él no podía soportar no saber dónde. No otra vez.No tenía autorización para entrar. El guardia le negó el paso sin mirarlo siquiera. Pero alguien salió justo en ese momento y él aprovechó. Sujetó la puerta con una mano y cruzó sin dar explicaciones. Si alguien lo detenía, ya vería qué decir. Esa parte le daba igual.Subió por el ascensor con el estómago encogido. Piso diecinueve. No recordaba haber estado tan nervioso desde que firmó el acta de divorcio. Solo que esto era peor. Más personal. Más definitivo. Tocó el timbre tres veces, una detrás de otra. Con fuerza. Como si le fuera la vida en ello.La puerta se abrió. Una joven apareció al otro lado. No era April. Llevaba un delantal y tenía el cabello recogido. Sus ojos lo estudiaron con desconfianza.—¿Sí?—Vengo a ver a los niños —dijo él, tratando
Logan levantó la mirada, con el rostro empapado de lágrimas, los labios temblorosos y la respiración agitada. No dijo nada. No podía. Tenía los brazos aún extendidos como si sus hijos siguieran allí. Como si aún pudiera retenerlos un segundo más.La imagen de Dylan mirándolo con esos ojos idénticos a los suyos se le había clavado en el pecho como un anzuelo sin salida. Había pasado años ciego… y ahora, tenía frente a él todo lo que perdió por su propia culpa.Ethan fue el primero en moverse. Se giró hacia su madre, con la mirada brillante.—¿Estás enojada con papá?Sienna lo imitó, abrazando fuerte el conejo de peluche.—Solo lo abrazamos… no hizo nada malo.Dylan no entendía todo, pero su vocecita rasgó el aire con más fuerza que cualquier reproche adulto.—¿No quieres que viva con nosotros?April cerró los ojos. Solo un segundo. Pero cuando los abrió, Logan seguía arrodillado, roto, rodeado de los tres cuerpos diminutos que le recordaban todo lo que no vivió.Ella sintió la garganta
Apenas la puerta se cerró, April se quedó inmóvil, con la espalda rígida y la respiración contenida. Apoyó la frente contra la madera, como si esa barrera fuera lo único que aún la sostenía en pie. Los latidos le golpeaban el pecho, las sienes, cada rincón del cuerpo que hasta segundos antes había sido pura furia. Ahora solo quedaba el temblor. La desolación.Sus piernas flaquearon. Se dejó caer lentamente hasta el suelo, sin preocuparse por el frío, por la dignidad o por las lágrimas que le ardían al salir. Se abrazó las rodillas, apretó los ojos y se cubrió la boca para no gritar. Pero el llanto era más fuerte. Le rompía los pulmones por dentro. Le arrastraba la culpa, el amor, la rabia, el miedo, todo junto, sin tregua.—Maldit0 seas… —susurró apenas, con la voz destrozada—. Maldit0 seas por hacerme amarte y odiarte tanto…La garganta le ardía. El corazón le dolía. Se sintió débil, vacía, traicionada por sus propios recuerdos. ¿Por qué le dolía tanto verlo? ¿Por qué la parte más r
Nathan respiró hondo antes de tocar el timbre. Sostenía un ramo de flores envuelto en papel kraft, sencillo, elegante, pero lleno de significado. Quería disculparse. Por la discusión. Por haberse dejado llevar por los celos. Por no haber respetado sus tiempos. Había entendido que April necesitaba espacio… y él estaba dispuesto a esperarla. Pero aun así, quería que supiera que estaba ahí.Maddy fue quien abrió. Lo miró con una mezcla de sorpresa y tensión.—La señora April, está en la habitación con los niños, pero… no sé si quiere ver a alguien.—Solo quiero dejarle esto —dijo Nathan, mostrando el ramo.En ese momento, April salió del pasillo. Su rostro estaba pálido, los ojos hinchados, la boca ligeramente temblorosa. Tenía el cabello recogido de forma descuidada y el alma en los ojos. Al verlo, se quedó quieta por un instante. Luego caminó hacia él en silencio. Nathan le tendió las flores. Ella las tomó con una mano… y con la otra, lo atrajo hacia sí.Lo besó.Sin pensarlo, sin anun
Marie dudó un segundo. Pero la verdad, cuando viene cruda, no necesita adornos.—Sí.Nathan cerró los ojos por un instante. Luego se volvió hacia ella.—Y también sé que ustedes se van a casar —agregó Marie con voz suave—. Pero eso no garantiza nada. Los matrimonios sin amor… son una trampa. Yo lo vi. Mis padres se casaron por obligación. Mi madre quedó embarazada, y mi padre hizo lo correcto. O eso creía. Nunca fueron felices. Nunca hubo cariño real. Solo reclamos. Silencios largos en la cena. Frustraciones. Gritos escondidos tras puertas cerradas.Bajó la mirada, tragando saliva.—Y los hijos… aprendemos a no confiar en el amor. A no esperarlo.Nathan la escuchó sin interrumpir. Caminó hacia ella. Lento. Decidido.—Pues tengo dos meses para conquistarla.Marie alzó la cabeza, sorprendida.—¿Está seguro?Nathan se detuvo justo frente a ella. El aire cambió. La temperatura subió. Sus ojos oscuros la recorrieron con descaro, con deseo explícito. Ladeó una sonrisa apenas.—¿Crees que un
April miraba por la ventana, cada vez más tensa a medida que el paisaje se volvía demasiado familiar. El giro entre los árboles, el sonido del viento filtrándose entre las ramas, el sendero de piedra que cruzaron tantas veces sin testigos, con el corazón desbordado de silencios compartidos. La brisa le trajo un perfume conocido. A madera, a lavanda, a todo lo que creyó haber enterrado.—Detén el auto. Basta, Logan. ¿Qué estás haciendo?—Tranquila —murmuró él, sin desviar la vista del camino—. Solo quiero hablar.Ella no insistió. Se limitó a girar el rostro hacia la ventana otra vez. Cuando el auto se detuvo, el cuerpo se le quedó inmóvil.Las cortinas blancas seguían ondeando en las ventanas. Las macetas con flores en la entrada, el porche de madera donde una vez se acurrucaron entre mantas, las copas vacías olvidadas al amanecer… todo parecía detenido en el tiempo. Como si aquel rincón entre árboles hubiera estado esperando su regreso. Como si los recuerdos no se hubieran atrevido a