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August supo que había pasado el tiempo indicado, tomó su móvil e hizo la llamada, su padre respondió al instante. —¡¿En dónde estás, August?! Las cosas no van bien, te necesito en casa de forma urgente, hijo. —¡Padre, vi a Kate y a Bryce juntos! Ese hombre escapó de prisión. —¡¿Qué dices?! ¡Dios mirò, August, dime! ¿Dónde estás? ¿Estás a salvo? Marbella, que recién entraba tuvo temor por su hijo, se acercó a su esposo, se abrazó a su espalda, y trató de escuchar en el teléfono, con desesperación. —¡Estoy bien, padre! Te he enviado mi ubicación, debes venir, porque presiento que hay alguien en esa casa, y no puedo dejarlo ahí. —¡No entres sin mí! Voy de inmediato y llamaré a la policía. Te llamaré y llegaré en segundos. Lugh colgó la llamada, Marbella estaba angustiada, lanzó un montón de preguntas que el hombre no sabía cómo responder. Èl acunó su rostro. —Querida, confía en mí, cuidaré a nuestro hijo, nada malo pasará. —Dime la verdad, es peor si me dejas con este miedo. Èl
Al escuchar la voz de su hijo, los ojos de Orson se agrandaron, se volvieron llorosos. Niall corrió hacia èl, y sentó frente a èl en la cama, tocó su rostro, necesitaba saber cómo estaba, había un olor terrible. Tenía tanto tiempo que no se miraban a los ojos. —¡Llama a una ambulancia! —exclamó Lugh Observó a su tío, sintió algo de alivio de verlo aún con vida, vio el lugar, y supo que Kate era más peligrosa que todo lo que creyó, pero, al lado de Bryce, era peor. Pronto llegó la ambulancia, Niall estaba muy acongojado, no podía creer lo que había pasado, no sabía cuánto había sufrido su padre. Al llegar al hospital, los doctores estaban revisando y tuvieron que esperar afuera. —Lo siento mucho, Niall —dijo Lugh —¿Cuánto daño pudieron hacerle? Es verdad, tal vez papá no fue bueno para Bryce, pero, lo que han hecho ellos es algo monstruoso. Lugh tocó su hombro. Vio llegar Cory, Amelie, Edward y Marbella. Marbella abrazó a August. —¡Nos diste un gran susto, hijo! —exclamó su
Paula soltó a Eric enseguida, èl le mirò consternado. —No, es que… Eric me ayudó con un problema en la universidad causado por Kate, pero ¿Qué ha pasado? Díganme, ¿Dónde están mis padres? Celestia y Magnolia se observaron, Magnolia abrazó a Paula. —Paula, apareció el abuelo Orson, pero, está en el hospital, Kate le hizo daño. Los ojos de Paula se abrieron enormes. —¡¿Qué has dicho?! Pero ¿Va a salvarse? Nadie pudo darle una respuesta. Paula llamó a sus padres, pero ellos le suplicaron que se quedara en la mansión Ackerman, que su abuelo estaba mejor y no había motivos para que fuese al hospital. Eric estaba en el jardín y Magnolia se acercó a èl. —¿Podemos hablar? Eric asintió. Denzel los miraba desde la ventana, no estaba nada feliz de verlos hablando, sus puños se cerraron, pensó en lo que sentía por Magnolia, sentía celos de imaginar que alguien más ganara su amor, no quería perderla, no lo quería nunca más. Magnolia y Eric caminaron un poco, apartándose de las vistas cu
Celestia se las arregló para que la familia la acompañara, excepto por sus tíos, y Paula, ellos decidieron quedarse a cuidar a Orson. Los demás emprendieron un viaje en auto de solo tres horas. Magnolia y Denzel se retrasaron un poco, pero iban en camino. —¿Cómo te sientes? —cuestionó Denzel, pues su mujer había enfrentado náuseas matutinas. —Estoy bien, no te preocupes —dijo ella Denzel se detuvo a cargar gasolina. Había una tienda en frente, y Magnolia decidió descender del auto. —Quiero ir a comprar unas golosinas. —Quédate en el auto, cariño, las traeré. —No, quiero ir yo a elegir. Denzel asintió, la siguió con la mirada durante todo el trayecto, hasta perderla al entrar a tienda. Habló con el despachador, y una vez que estuvo listo, fue a la tienda a pagar la gasolina. Magnolia no sabía que elegir, escogió unas magdalenas, y varios paquetes de chocolate, luego también tomó papas fritas, tenía muchos antojos. Sintió una mirada al fondo, pero cuando vio, distinguió a un
Los ojos de Lugh se encontraron con los de su padre. Cornelius tenía una mirada suplicante y un gesto de desamparo. Se acercó a ellos, pero el recuerdo del pasado lo abrumó, no pudo seguir caminando, pensaba si aún le odiaban, bajó la mirada, observó sus manos, con ellas casi mataba a Marbella por conservar un secreto absurdo y cruel. Mirò a su hijo. Ellos se acercaron. —Hola, Cornelius, me alegra verte, ha pasado mucho tiempo, espero que estés bien —dijo Marbella, y le tendió la mano. Èl la tomó, esbozó una sonrisa. —Estoy feliz de verlos aquí, espero que estén bien. Ella se limitó a asentir con una dulce sonrisa. —Hola, Cornelius, gracias por recibirnos —dijo Lugh, sintió que su voz era firme, pero débil a la vez. —Me alegro tanto de verte aquí, hijo, por favor, pasen a casa. Todos entraron. —¿Y Magnolia? ¿No pudo venir? —Viene en camino, abuelo —dijo August —Supe que se casó. De inmediato, al escucharlo, Celestia se sintió mal por èl, ella tampoco le había invitado a s
La voz del guardia aturdió a Bryce, quien solo lo vio de reojo, el hombre dio la vuelta, cuando el guardia fue por èl, Bryce se lanzó a correr, generando desconfianza, por lo que el guardia fue tras èl, y los demás guardias se pusieron alerta. Lugh corrió hacia su familia cuando supo que algo estaba pasando. Llegó hasta Magnolia, y el jefe de guardias pidió que debían volver a casa. Volvieron a casa, cuando los guardias volvieron hablaron con Lugh. —Al parecer era un transeúnte común, se asustó al vernos, pero no lo hemos podido identificar. —Tal parece que estamos un poco paranoicos, está bien —dijo Lugh con más calma. Cuando volvió adentro de la casa, encontró a los chicos despidiéndose de su abuelo. Lugh observó a Cornelius, aunque había aún una muralla invisible entre ellos, había un rastro de cordialidad en el corazón, ya el rencor quedó atrás. Se dieron un largo abrazo. —Prometo que te visitaremos, y podremos hablar. El hombre agradeció sus palabras. Al día siguiente.
Al día siguiente. Kate entró en la habitación de Bryce, estaban quedándose en una vieja casa abandonada de Roseville, donde nadie podía encontrarlos, ni sospechaban que estaban ahí. Kate odiaba ese lugar, pero entre lo que cabe, no era el peor lugar en el que había estado. Se acercó a su padre, sentado en un sillón, Bryce solía quedarse mirando a la nada por mucho tiempo, a veces reía solo, o hablaba con Marbella. Kate no soportaba eso, y se limitaba a alejarse e ignorarlo. Pensaba que luego de obligar a los Ackerman a que les dieran todo el dinero, y pudieran vivir en la mansión, las cosas iban a cambiar, que su padre la querría, que se llevarían bien, y serían padre e hija. —Ya tenemos un aliado dentro de los guardias de Lugh, tal como lo predijiste, las personas son capaces de cualquier cosa, sobre todo si no han tenido dinero, ¿no es maravilloso, padre? Bryce se limitó a sonreír. Kate recibió una llamada, le dijo que era el nuevo aliado. —¿Diga? —Hubo un muerto en la mansi
La sangre corría por el brazo de Bryce. Niall dio un paso atrás, con ojos enormes al ver lo que había hecho, no lo esperaba. Titubeó, pero se mantuvo con el arma, apuntándolos. —¡Maldito! ¡Te voy a matar! Niall no dijo nada, disparó al aire, haciendo que ese par se asustara, corrieron al auto, esta vez, Bryce entró al asiento de copiloto y Kate encendió el motor, huyeron, pero Niall intentó dispararles, casi lo logra, pero solo logró fundirles un foco. Llamó a la policía, pero segundos después, Lugh llegó junto a Edward. —¡Niall! —¡Estoy bien! Era el maldito Bryce, creo que lo herí, creo que pude matar a mi hermano —murmuró con voz apenas perceptible. La policía llegó y comenzó la búsqueda de Bryce y Kate a varios kilómetros a la redonda. Mansión Ackerman. Al llegar, Niall abrazó a Paula, creyó que la perdía, pero menos mal su hija estaba sana y salva a su lado. —¿Cómo estás? —Estoy bien, pero ¿Qué fue lo que pasó? Su padre se negó a decirle nada. *** Bryce y Kate no pud