¿Será que al fin se van a entender estos dos?
Una vez que Adelaide despoja de sus calzados a Egil, él le extiende su mano y la lleva a su regazo. Pasea su nariz por su cabello mientras sus dedos largos recorren su brazo desnudo hasta llegar a su espalda. Abre la cremallera de su vestido lentamente y mete una de sus manos dentro de él hasta tomar uno de sus pechos.Adelaide emite un gemido ahogado al sentir la manipulación de esa parte de su cuerpo tan sensibilizado por el té afrodisiaco. Egil aprovecha ese momento para bajar el escote de su vestido y liberar ambos senos. Los endurecidos pezones de la joven lo reciben gustosos cuando empieza a masajearlos de manera erótica.Egil no deja de observarla ni un instante deseando poder grabar en su retina cada reacción de ella. Lleva su boca a uno de sus pezones y empieza a succionar con ansias, mordisqueando, lamiendo, chupando. Juega con él torturando a su esposa de una manera insoportable para ella.Cambia al otro pecho y lo muerde dolorosamente por unos segundos para enseguida succi
Adelaide no deja de temblar. Esta experiencia es nueva y bastante dolorosa para ella, aunque se encuentra muy excitada, no deja de sentirse temerosa.Recuerda lo que Mónica le enseñó de los movimientos suaves de cadera. Cierra sus ojos y empieza a moverse lentamente, como le indicó ella, para permitir que el pene de su esposo entre poco a poco dentro de ella. Se siente demasiado llena que hasta su respiración se vuelve agónica.Egil lleva sus manos a ambos lados de su cadera y la detiene cuando siente la barrera romperse. Por unos segundos permanecen así, quietos, dejando que sus cuerpos se reconozcan y acepten, para que no sea tan doloroso para ella.—Mírame, Adelaide —Pide él—. Necesito ver tus ojos mientras te entregas completamente a mí.La joven coloca ambas manos a cada lado de su hombro y se acerca toda a él, uniendo su frente a la suya. Tiene muchas ganas de besarlo, pero no puede cruzar ese límite, al menos que sea él quien dé ese paso primero.Las pupilas de Egil empiezan a
En los alrededores de la hacienda Arrabal, Nadia y Nora se encuentran cerca de un bar donde se suelen reunir los obreros luego de sus horas de trabajo.Nadia los ha estado vigilando durante tres días enteros. Todas las dudas que tenía acerca de quién contrató a esos hombres para el trabajo ya le fueron despejadas cuando vio a Fabio, uno de los guardias de la hacienda hablando secretamente con la sirvienta de Petra. Ella sabía que no podía ser otra más que la amante de Egil. Esa maldita también tiene los días contados y le encantará darle su merecido próximamente.Cuando termine con Fabio, pedirá ayuda a su padre para volver a ser la prometida de Egil. Eso ya lo tiene decidido. Va a demostrarles a todos que al final sí pudo más.La idea de Nora de venir hasta aquí fue lo mejor que pudo habérsele ocurrido. Gracias a su nueva apariencia, en este lugar se enteró de muchas cosas, entre ellas, sobre su odiosa hermana y su boda poco común con su prometido.Ella ya está bastante recuperada. L
Nora prepara un té relajante para darle de tomar a Nadia antes de aplicarle una inyección. Le advierte que el proceso que le hará será doloroso, por lo que tendrá que dormirla para que no sienta nada.Nadia acepta y deja que la anciana proceda.Después de aproximadamente doce horas durmiendo, finalmente ella despierta, pálida y adolorida. Nora le advierte que aún no puede levantarse y la ayuda a ponerse cómoda para alimentarla y recuperar fuerzas.—¿Logró quitarlo? —pregunta ella con la mirada perdida y la voz lánguida—. ¿Consiguió arrancarlo de mi vientre?—Ya está todo hecho, ahora solo debes recuperarte y no pensar en nada. Este proceso es muy delicado y no dejaré que te muevas de la cama por al menos una semana hasta que esté segura de que todo va bien. Las cosas se complicaron y prefiero no arriesgarme.—¿Qué quieres decir con que las cosas se complicaron?—Tuviste una hemorragia muy fuerte, por poco, no consigo salvarte, Nadia. Lo más seguro es que ya no puedas quedar embarazada
—¿Crees que alguna vez Egil llegue a amarme como lo hizo con mi hermana? —pregunta Adelaide a Irene con una desazón que no consigue ocultar.—Mi sobrino ya siente algo por ti, querida. Que aún no lo admita es otra cosa, pero no me cabe la menor duda de que hay algo de amor en ese corazón por ti. Una muestra de eso es esa gargantilla que te dio y que era de su madre. Él no se lo daría a nadie a menos que sienta algo especial.Las mujeres se quedan un tiempo largo comentando todo lo que pasó la noche anterior. Irene siente mucha ilusión de que Adelaide al fin pueda darle una familia real a su sobrino. Le encantaría que ella quede embarazada, aunque las posibilidades de que eso ocurra en la primera noche no es al ciento por ciento seguro, todo depende de lo que el destino disponga para ellos.La hacienda sería una fiesta total si eso llegase a ocurrir. Todo el clan Arrabal espera ansioso ese heredero.Mercedes viene caminando hasta ellas, también con una charola y unas tazas de té, y la
Adelaide se sienta en el regazo de su esposo y lleva su cabeza en su pecho. El aroma de su perfume y su calor la envuelven y cierra los ojos para disfrutar de ese momento tan maravilloso para ella.Egil la rodea y la acuna sin decir nada más. No parece haber algo más que decir entre ellos, no hasta que ella levanta la cabeza para mirarlo y sin querer sus bocas se rozan. Ambos se miran sin moverse, aunque sus labios aún siguen pegados. Por unos eternos segundos ninguno de los dos se aparta, pero tampoco reacciona.¿Egil alguna vez sintió ganas de besarla? Sí, muchas veces, ayer mismo cuando le hacía el amor, pero sobre todo hoy, ahora.Una de sus anchas manos va a parar a la nuca de Adelaide y con la otra sostiene su barbilla, firme.Su boca se apodera de la boca de ella y empieza a besarla. Adelaide no sabe exactamente lo que debe hacer, pero por puro instinto abre su boca y lo deja pasar. Sus lenguas danzan juntas, dulcemente primero, luego de manera demandante y erótica, con mucha
Mónica le da a Adelaide un vaso con agua y una píldora para bajar la fiebre y le pide que se acueste nuevamente con las piernas estiradas. Mercedes se queda vigilando su reposo mientras Irene y Mónica salen hacia la oficina con la noticia para Egil.Lilith, quien se encuentra vigilando las tareas de algunas sirvientas, ve a la médica de su madre salir de la habitación de Adelaide y sabe que el momento ha llegado. Esto debe comunicarle a Petra inmediatamente.Toca la puerta dos veces y Petrona abre.—El momento ya llegó, Petra. La doctora de mi madre estuvo en la habitación de Adelaide durante un tiempo largo, luego salieron a toda prisa en la camioneta. Estoy segura de que ella está embarazada y van en camino para comunicarle a Egil.—¡Maldita perra! —Petra grita con furia desmedida—. Voy a bailar sobre su tumba cuando Egil se deshaga de ella y de ese engendro en su vientre.La mujer le da un asentimiento a Petrona y esta se va inmediatamente para dar el aviso al hombre que debe hacer
Dos días antes, en la mansión Valencia…En la mansión, Bahram Valencia se encuentra reunido con su hijo Calixto, analizando las últimas resoluciones tomadas por Egil Arrabal ante los ataques a sus haciendas.Para ambos es evidente la intención de Egil. Está buscando la manera más rápida para hacer ceder a los campesinos y tener de su lado a las haciendas más pequeñas, en caso de que las cosas se compliquen.Las protestas ya no pueden detenerse.Ambos se encuentran muy enfocados buscando soluciones para problemas primarios de su propia empresa y no se dan cuenta de que una mujer los observa desde una esquina oscura.Hace ya un tiempo que no los veía. Los dos parecen haber cambiado y seguido sus vidas sin importarles lo que haya pasado con ella. Por supuesto, no esperaba otra cosa de ellos.Su padre siempre fue un hombre frívolo y sin corazón que antepone el poder y el dinero al bienestar de sus hijos. Oírlo planear la boda de su hermano con una mujer millonaria, pero enferma y de mucha