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En la mañana Alan bajó al comedor a desayunar y saludó a todos los que se encontraban presentes, incluyendo a Lauren. Él se acercó a sus padres y les dio un beso como de costumbre. Por un momento miró a Lauren a los ojos, él estaba apenado por su mala actitud del día anterior, entonces la esquivó de inmediato. Después de desayunar Lauren se dispuso a ir a su habitación; acababa de entrar cuando Alan la alcanzó y le dijo:

—¿Siempre irás a la casa de los Scarcella?

—Sí voy a ir, aunque no deseo hacerlo en estas condiciones —mostró su silla de ruedas—. Es incómodo, además que no los conozco.

—Te entiendo, puedes decir que te sientes indispuesta y que no irás.

—Ya tu madre me advirtió que no permitirá que yo falte a ese almuerzo, dice que necesito conocer gente en Italia, que eso me ayudará.

—¿Aunque no te agrade ir?

—Está empecinada en que yo salga, creo que no desea que sufra el luto de tu tía Greta, también me ha estado hablando de un hermano de Dayanna.

—De Tino.

—Sí.

—Mamá se
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