DUBÁIAhmed observó desde la ventana de su nueva habitación el regreso de su madre, hermana y de Nayla, por un momento estuvo tentado a salir a su encuentro, sin embargo, su nuevo papel dentro de la familia Rafiq, no solamente era tomar el apellido de sus padres, sino también las responsabilidades que conllevaba ser el hijo del Emir.El único hijo del Emir sin esposa y sin compromisos, lo que le convertía en la persona idónea para moverse por el país, para cerrar negocios y buscar nuevos campos. Incluso había estado conversando los últimos dos días con su padre sobre el viaje que necesitaba hacer al extranjero para cerrar los negocios que había estado haciendo antes de ser llamado a Dubái con urgencia.En el momento que volvió, jamás imaginó como la vida iba a cambiarle.—Señor —la voz de Halima le hizo girarse, ella entró con una bandeja de té y tenía el rostro inclinado.Ahmed se apartó de la ventana y se acercó a ella.—No agaches la mirada, Halima, soy tu hermano, no lo olvides —d
DUBÁILa confusión solo duró unos segundos en Nayla y ante las acciones de Ahmed, solo pudo corresponder el beso con la misma pasión con la que fue tomada. Nayla no quería pensar en nada más que en ese momento, había esperado tanto tiempo por, que Ahmed viniera que ahora creía que podía ser incluso un producto de su imaginación.Las manos de Nayla se aferraron al cuello de Ahmed cuando sintió que él aflojaba su agarre y sus labios se separaban por un breve segundo para coger aire. Los dedos de Nayla se enredaron en los cabellos cortos del hombre bajo el Ghutra, que le cubría la cabeza.Ahmed se perdió por completo en aquel beso, quería más, su cuerpo había reaccionado a la cercanía y al aroma natural de Nayla y había sido arrollador. Como ser golpeado por un guante de boxeo. Sin embargo, no era esto por lo que había terminado parado frente a su habitación y tampoco era este el motivo por el cual había llamado a su puerta, pero ¿cómo negarse a esto que estaba deseando hacer?Ahmed cerr
DUBÁIAzahara no pudo evitar sentirse nerviosa ante la petición de Jenna, pero tampoco podía negarse. Ella no quería ser un problema, aunque era evidente que era uno y muy grande entre Abdel y su sobrina. La entendía muy bien y lamentablemente, ella no había tenido más opciones que aceptar casarse con el Emir para proteger a sus hijos y protegerse ella.—Tú dirás —expresó una vez que estuvieron a solas en una habitación, donde nadie iba a interrumpirlas.Jenna la miró por un largo momento y en completo silencio. La joven no podía evitar mirar a su tía y ver a su madre, eran muy parecidas y distintas a la vez. ¿Cómo era eso posible? ¿Cómo podían ser como el día y la noche? Se preguntó.¿Había sido su madre alguna vez como Azahara? ¿Alguna vez en la vida, Zaida había sido inocente?Jenna quería pensar que sí, nadie nacía malo, se convertía con el paso de los años y los eventos vividos, ella desconocía el pasado de su madre.—Venir y estar aquí no ha sido nada fácil, tía, tengo que admit
DUBÁI«Veinticuatro horas»Azahara apretó la carta entre sus manos con tal fuerza, que ella habría deseado fuera el cuello de Anás. ¿Qué se creía ese hombre? ¿Cómo podía exigir la presencia de Nayla en su casa, cuando fue él mismo quien la echó a la calle sin importar su suerte? ¿Para qué la necesitaba ahora?—¿Veinticuatro horas? —murmuró—. Será mejor que te sientes y esperes porque de lo contrario vas a cansarte, pues no te entregaré a mi hija —aseguró, limpiándose las lágrimas que empezaban a correr por sus mejillas.Azahara había aprendido a las malas, que el llanto no solucionaba el problema, únicamente le daba el poder de herirte más a quién te las causaba.Los suaves toques a la puerta le hicieron esconder la carta con rapidez, mientras Amira y Nayla entraban a la habitación.—¿Van a algún lado? —preguntó al verlas con bolso en mano.—Iremos donde Sienna, Amira quiere conocer mejor a Hasin y si no demoramos donde ella, pasaremos a la casa de Farid, para saludar a Callie y al pe
DUBÁICuando Abdel abandonó los labios de Azahara, no supo qué decir. Aunque, no creía que hubiera palabras para expresar en ese momento, por lo que la tomó entre sus brazos y la llevó a la habitación, mientras el cosquilleo en sus labios no le dejaba olvidar lo que recién había hecho y la manera en la que Azahara le había correspondido.Entre tanto, Azahara se dejó hacer, pues no tenía el valor para mirar el rostro de Abdel, cuando el suyo ardía por la vergüenza en la que había correspondido el beso, en su defensa, solamente podía argumentar que había pasado mucho tiempo desde la última vez que sus labios fueron acariciados por otros labios, fue hace tanto tiempo, que se olvidó de lo que se sentía ser mujer, se había conformado con ser la esposa adorno para Anás, se había centrado en Nayla y olvidado de sí misma. Sin embargo, en ese momento todo lo que deseaba era sentirse viva nuevamente, sentirse deseada, aunque solo fuera por una sola vez.Cuando Abdel abrió la puerta de su habita
DUBÁI«Te aseguro que de Azahara Hijazi no quedará ni el recuerdo»El cuerpo de Nayla tembló ante la amenaza de Anás, pues sabía que su padre era muy capaz de herir a Azahara. Él no iba a tentarse el corazón para arremeter contra su madre, no era un hombre bueno.—Ya lo sabes, Nayla, ven por voluntad propia o atente a las consecuencias. No creo que estés preparada para cargar con la culpa de que a tu “madre” le suceda algo —dijo con una sonrisa cruel en los labios, alejándose de ella.Nayla se cubrió la boca para no gritar, su cuerpo sufrió varios espasmos y con mucha dificultad logró llegar hasta su habitación, donde cayó de rodillas sobre el piso, apenas cerró la puerta detrás de su espalda.Nayla lloró por toda la crueldad en la que vivía. ¿Por qué ahora que creía que iba a ser feliz con Ahmed? ¿Por qué su padre la odiaba tanto como para entregarla a un hombre que podía ser su abuelo?El pensamiento le hizo revolver el estómago, tuvo que hacer acopio de su fuerza de voluntad para p
DUBÁIMientras Sienna y Callie conversaban en los servicios, Jenna conocía mejor a su hermana. La más joven de la familia Rafiq escuchó lo que Amira tenía para contarle sobre su vida y de cómo se sentía ahora que conocía a su familia.—Sé que no debe ser fácil para ti aceptarnos, Jenna, pero ni Ahmed ni yo tenemos culpa de lo que sucedió. Los dos crecimos lejos de nuestros padres, pasamos muchas cosas que de haber estado con nuestra familia quizá nos lo hubiéramos ahorrado —comentó.—Sin embargo, eso parece no afectarte —musitó Jenna.—No tuve elección, Jenna, era aceptar las pocas palabras que Maissa me daba para consolarme y conformarme con ver la ciudad desde el balcón o no verla. Si ponemos todas las cosas en una balanza, debería ser yo quien odiara a tu madre por lo que hizo. Debería ser yo quien te odiara por haberlo tenido todo en la vida y no al contrario —musitó Amira.Jenna se sorprendió, pues la joven no se parecía en absoluto a la misma mujer de ayer, la que dependía de Na
NUEVA YORKScarlett tomó sus cosas con prisa, tal como lo hacía en los últimos días, para reunirse con Jahir, quien venía por ella todos los días para almorzar juntos y también la esperaba a la hora de la salida.—¡Scarlett! —el grito de Margaret hizo a la joven detenerse en la puerta del salón.—Llevo prisa.—Últimamente siempre llevas prisa. ¿Qué es lo que estás haciendo que no quieres contarme? —preguntó con el ceño fruncido.Margaret había aceptado las primeras dos negativas de Scarlett para comer juntas en la cafetería de la universidad, pero llevaba un par de semanas negándose, poniéndole excusas que ni sentido tenían.—¿No vas a decírmelo? —preguntó, uniéndose a ella en la puerta.Scarlett miró sin discreción la hora en su reloj de pulsera, Jahir ya la esperaba en el estacionamiento.—Voy a contártelo luego, tengo que irme —dijo.Margaret suspiró y no la persiguió, caminó a paso lento detrás de ella, de cualquier manera, ya sabía la razón. Scarlett estaba viéndose con un hombre