El lunes muy temprano Alberto bajó listo para salir, Regina y Daniel estaban desayunando.
—¿Y Ángela?
—No ha bajado aún. —Contestó Regina.
Él aún de pie se bebió un vaso de jugo de naranja.
—Nos vemos al medio día.
—¿No vas a desayunar?
—Le diré a mi secretaria que me compre desayuno, necesito pasar un momento por la oficina de Renato; voy a ponerle las cartas sobre la mesa, no muy a permitir que Alejandro vuelva a molestar más a mi hija.
—Bueno mijo, que Dios te acompañe.
Cuando Renato llegó a la oficina su secretaria le dijo que el señor Alberto tenía rato esperándolo en la recepción.
—Hágalo pasar a mi oficina.
Cuando Alberto llegó Renato le dio la mano:
—¿Cómo estás Alberto.
—Yo
Ángela decidió no contarle a su padre lo que había sucedido en el parqueadero. Por la tarde cuando Alberto llegó a su casa preguntó si ella ya había llegado.—Sí —Dijo Regina—. Pasó directo a su habitación, la noté como desanimada.—No es para más, con todo lo que ha estado sucediendo. Esta mañana me reuní con Renato y le conté lo que su hijo ha estado haciendo.—¿Y qué te dijo?—Me sugirió que a lo mejor Ángela le ha dado esperanzas. Yo le dije que ella no quiere nada con él, entonces me dijo que hablará con él.—Andrea vino a hablar conmigo.—¡¿Andrea?!—Si.—¿Qué quería?—Es que ellos también están muy preocupados por Alejandro, por sus actitudes.—
—¿Para qué me trajiste a este lugar?—Ya te lo dije, para hablar a solas contigo. Sabes, esperé por algunos días y ver si en verdad te ibas a casar, pero no he visto que estés preparándote para casarte. De todos modos quiero saber quién es el padre.—No te lo diré.—De todos modos lo voy a saber cuando te cases.—Pensé que querías matarme para que no me casara.—No, no te voy a matar, ¿para qué lo haría?—¿Entonces por qué me trajiste a este lugar?—Alejandro caminó despacio hacia ella como un gato rodeando a un ratón.—Para hablar, y para saber quién es el hombre con el que supuestamente te vas a casar.—¿Para matarlo?—No, solo quiero saberlo.—¿Cuadro vas a entender que lo nuestro
Rodrigo se quedó estupefacto cuando oyó que Ángela estaba esperando un hijo de él. Braulio volteó a verlo y le dijo: —¿Es eso cierto? —Rodrigo tenía una expresión de asombro. —Bueno, ella no me ha dicho nada. —Alberto agregó: —Ella no tenía pensado decírselo, pero las circunstancias la obligan. Rodrigo suponía que ella se había casado con Alejandro. —¿Y Alejandro lo sabe? —La boda se suspendió, Alejandro sabe del embarazo y he intentó matarla. —¿Quién es Alejandro? —Preguntó Braulio. —Era el loco prometido de mi hija, la estaba obligando con amenazas de muerte a casarse con él. Casi la mata delante de mí y de mi familia el día que descubrió que estaba esperando un hijo de... Rodrigo. A Rodrigo le preocupó un poco que su Amigo supiera que él era el padre. —¿Entonces Alejandro ya lo sabe todo? sabe que Ángela y yo... —Braulio intervino. —¿Acaso se trata de Alejandro Alcázar? Rodrigo agachó
—Buenos días. —Dijo Rodrigo. Ángela estaba muda, Alberto le dijo a su esposa: —Te presento a Rodrigo Salvatierra. —Mucho gusto señora. —Él le dio la mano. —Encantada, pase y siéntese. Rodrigo apenas miraba a los demás por un segundo y después volvía su mirada hacía Ángela. Era imposible decir que no estaba enamorado de ella, Regina se percató de ello. Alberto le dio un beso en la mejilla a Ángela y después miró a Rodrigo. —Hija, Rodrigo ya está al tanto de todo, solo queda dejar que ustedes dos hablen a solas, no sé dónde prefieres hacerlo. —Aquí está bien papa. —Bueno, entonces Regina y yo nos retiramos. Ellos se fueron arriba y Regina le preguntó: —
Rodrigo subió al coche y se fue rápido a la casa creyendo que encontraría a Ángela, pero ella no estaba. La esperó toda la tarde, Ángela llegó casi al anochecer y pasó directo a su habitación. Pocos minutos después llegó Rodrigo con cara de enojo.—¿En dónde estabas? —Ella respondió con desgano.—Por ahí.—¿Por ahí en donde a esta hora?—Eso no es asunto tuyo.—Claro que es asunto mío. —Ellos empezaron a discutir.—Mejor metete en los asuntos de la idiota esa que fue a buscarte a la empresa, para eso es tu novia.—Ella no es mi novia si es eso lo que te molesta.—Ah no, entonces por qué me sacó de tu auto.—Porque ella no ha querido comprender que ya terminamos.—Terminaron ¿o también se te o
Alejandro fue arrestado. En la madrugada su abogado logró sacarlo de la estación de la policía. Renato lo estaba esperando, cuando lo vio Alejandro estaba con la cara llena de moretones, despeinado y sucio. Aparte de ello tenía muy mal semblante. Renato con enojo le dijo:—¿Qué carajos te sucede? primero golpeas a Ángela delante de sus padres, ahora también golpeas a su esposo delante de toda su familia, ¿acaso perdiste la cabeza?—¿Te parece justo que Rodrigo haya embarazado a mi mujer?—Ella fue la que decidió meterse con él en la cama. —Alejandro comenzó a lloriquear.—Me traicionaron papá; mi mujer y mi mejor amigo me traicionaron. ¿Cómo crees que me siento por dentro? me quiero morir
Annie comenzó a sospechar que Rodrigo se estaba acostando con Scarlet y eso le molestaba; entonces buscó a Andrés para sacarle información, ya que se suponía, él conocía todos los movimientos de Rodrigo. —Dime una cosa Andrés, ¿qué sabes de esa tal Scarlet, la has visto? —Sí, sí la he visto. —¿En verdad se parece a Ángela? —Bastante. —¿Bastante, solo eso, creí que era igual? —A Rodrigo le pareció que es más bonita. —Annie se puso como una culebra. —¿Acaso a Rodrigo le gusta la prostituta? —Ella le gusta a todos, es muy hermosa, pero Rodrigo no pretende tocarla. —¿Y tú cómo lo sabes? —Porque quería que se acostara con Israel y conmigo, pero yo no quise, Israel si aprovechó. —Entonces Rodrigo no desea estar con ella. —No que yo sepa, aunque se le van los ojos cuando la ve, se nota que le gusta en serio esa mujer. —O sea que puede que si quiera acostarse con ella. —Bueno, es
El viernes Rodrigo fue a la casa a buscar sus cosas e irse para a Miami tal y como lo había hecho las últimas semanas. Elena fue a su habitación y llamó a su puerta.—Rodrigo soy yo.—Pasa tía. —Ella entró, Rodrigo se estaba quitando la corbata y ella le dijo.—¿Entonces te irás de nuevo?—Si tía, sabes que debo estar con Jr.—Sabes, tu padre y yo hemos estado pensado, no te lo habíamos dicho antes porque ya casi ni vienes a la casa, pero hace días estuvimos conversando y llegamos a la conclusión de que fue un gran error de nuestra parte no haberte apoyado con recibir a esa mujer en esta casa.—Se llama Scarlet.—Bueno si, Scarlet. En fin, lo que quiero decir es que recapacitamos acerca del asunto y queremos apoyarte, estamos dispuestos a recibirla, al fin y al cabo es una empleada más, haremos de