Ella se terminó de alistar y se fue a encontrarse con él, e iba preciosa, cuando y lo vio su corazón se aceleró y sitió mariposas revoloteando en su estómago, Carl se veía más guapo y elegante que en Brasil, sus ojos color ámbar enloquecían a Mariem y su voz apacible y noble le daban seguridad.
Él educadamente la saludó con un beso en la mejilla, pero sus ojos no lo dejaban disimular lo encantado que estaba cuando la vio, y fueron a comer y cuando hubo ocasión él le pidió perdón por todo lo que había sucedido y se reconciliaron, después decidieron ir a beber una copa juntos en un fino bar, y él sólo la miraba y le decía lo hermosa que era:
—No he podido sacar de mi mente tu lindo rostro, eres única.
Ella sonreía y él continuó:
—Tienes unos lindos ojos verdes, y la forma como me miran me hacen soñar.
—Y mis ojos están deleitados viendo a un hombre muy guapo.
—¿Te parezco guapo?
—Sabes que lo e
Ella se pegó en sus labios y él accedió a su pedido, y se dieron un largo beso apasionado, pero a Liam le pasaba por la mente mil pensamientos que le provocaban celos imaginándose que ella había estado en los brazos de otro hombre. Mariem con talante seductora se soltó el cabello luego desabrochó su blusa y se bajó el cierre del pantalón, después le desabrochó a él la camisa y comenzó a besarle los pectorales y tocaba sus partes íntimas para provocarlo y Liam se dejó llevar vencido por el deseo y deseaba tomarla entre sus brazos y tirarla en la cama y dominarla y sentirse su único dueño, pensaba que así apaciguaría los celos que lo estaban matando por dentro, pero el brazo vendado se lo impedía; entonces comenzó a irritarse de nuevo y en un mal tono de voz le dijo: —Basta, ya déjame. Mariem lo miró desconcertada. —¿Te lastimé el brazo? —No. —Lo dijo de mala manera—, solo quiero que te vayas. —¿Por qu
Liam se quedó dando vueltas en la habitación enojado y los celos le hacían pasar mil imágenes por su mente viéndola a ella en los brazos de otro hombre regalándole su sonrisa y seduciéndolo con su belleza. Para calmarse se fue a la sala de estar donde estaban varios de los chicos jugando con la consola de videojuegos, y se estuvo allí por un rato; pero continuaba en el mismo estado de ánimo, entonces volvió a la habitación y encendió el tv y no hacía otra cosa que cambiar los canales hasta que aburrido lo apagó y tiró de mala gana el control remoto en la cama y suspiró como si intentará liberar el peso que lo acongojaba. Él se quedó allí inmóvil y así permaneció por algunos minutos; de pronto su mirada cambió, y puso una expresión como si una gran idea habría invadido su cabeza, entonces se levantó y se dirigió a su guardarropa y sacó un traje y buscó un par de zapatos, y se miró en el espejo y estaba decidido a tomar el control de la situación que vivía en ese momento
Pero a pesar que era ya de madrugada ella no tenía sueño, su conversa con Liam la había alterado, entonces sacó su diario y se puso a escribir. Ella aún estaba en ello cuando de pronto sonó el timbre de notificaciones del celular, y lo revisó, se trataba de un mensaje de Carl: -Sé que estás dormida, pero cuando leas este mensaje sabrás que pienso en ti todo el tiempo mi reina. Mariem sonrió, y le respondió el mensaje: -Estoy despierta igual que tú. -Pensé que estabas en el país de los sueños. -No podía dormir, me puse a leer... Sería lindo si estuviéramos juntos. -Sí, si estuviéramos juntos yo no estaría aquí en vela, estaría nadando en tu cuerpo explorando cada rincón de tu piel. -Me encantaría sentirte. -Po
—¡Huy pero que cara traes. Dijo Katherine cuando Liam llegó a su apartamento. —Ven sentémonos. ¿Qué sucedió con tu esposa? —¿Por qué supones que sucede algo con mi esposa? —Mi amorcito porque eres un hombre casado y todo hombre casado tiene problemas con la esposa. Liam guardó silencio, pero su cara lo decía todo. —Deberías desahogarte conmigo. Ella le pasaba sus manos por el pecho. —No quiero hablar de Mariem. —Está bien dejaré que se te pase el enojo. Entonces ¿qué quieres hacer? se ve que pasaste muy mala noche y ya está que amanece, no sé si te quieras acostar a dormir un rato. —Hoy debo ir con algunos socios a practicar tiro con arco, claro tengo el brazo j
Arturo y Liam emprendieron su viaje a Oxford y de inmediato comenzaron a pasar juntos el tiempo. Ellos llegaron al atardecer a una casa campestre en Baja-Engadina. En la noche comenzó a caer la temperatura y entre los dos encendieron la chimenea, y Arturo preparó para la cena una rica pasta italiana. —Papá no sabía que sabías cocinar —Aprendí en la universidad, mi primo Carlos me enseñó, ya sabes, su padre es italiano, y hace unos platos deliciosos. Aunque también se preparar comida francesa, mañana te prepararé un sándwich monte cristo. —La pasta está deliciosa papá, gracias. Después de la cena ellos jugaron damas y se fueron a dormir. Al día siguiente fueron al hermoso pueblo de compras. —¿Te gusta este lugar? —Sí papá. —Ros
Todo el sentimiento de rechazo que Liam había experimentado desde niño por parte de su padre, ese día se había manifestado con todo su esplendor y se sentía como un extraño en esa mansión. Después él decidió confrontar a Arturo y lo busco. Arturo estaba como siempre con su cabeza metida entre un montón de documentos y con él estaba su asistente que siempre lo acompañaba. Cuando Liam entro a su estudio le dijo con su rostro muy serio: —Quiero que hablemos. —Arturo mandó a salir a su asistente. —¿Qué quieres hablar? —Quiero saber en dónde está mi verdadera familia, quiero irme con ellos. Arturo comenzó a reírse con ironía y meneó la cabeza como negando. —Lo ves todo tan fácil, eres tan niñito aún, si supieras por todo lo que hemos pasado por tenerte en esta familia; Y ahora pretendes irte, qué tonto eres, pero si quieres intentarlo hazlo, no te lo voy a impedir, pero dudo que el Patriarca te lo permita, nadie puede zafarse de él. ¿Por qu
Liam después de su cita con Natalie se encontró con Bruce y Andrew y se fue con ellos un rato a un bar a beber algunos tragos. Él regresó antes de las once de la noche y en la mansión todos se habían retirado a dormir. Cuando él subió dirigiéndose hacia su habitación, el pasillo estaba oscuro y en silencio, solo se oían sus propios pasos. Cuando ya faltaban pocos metros para llegar, oyó el susurro de unas voces que salían del otro lado del pasillo que conducía al ala derecha de la mansión. Aquellas eran unas voces femeninas y parecía que eran dos o tres mujeres que susurraban. Liam se detuvo y puso atento su oído, en un principio pensó que eran Roy y Frida en el salón del tv, pero eran tan tenues las voces qué le pareció imposible que ellas pudieran emitir tan débiles sonidos como si se tratara de hadas que charlaban entre sí.
Liam tenía días deseando que Mariem se quedara a su lado y su embarazo había propiciado todo para que su deseo se cumpliera; pero la duda lo invadió, él sentía que ella no estaba siendo del todo sincera, pero le daba temor equivocarse negando al niño sin saber si en verdad era suyo. Mariem sabía que Liam estaba dudando entonces decidió separarse de él de una vez por todas. Por la noche lo buscó y lo encontró en el estudio del abuelo detrás del escritorio fumándose un cigarrillo y le dijo: —Si no crees que es tuyo quiero irme a Londres, no tengo intenciones de amarrarte a un matrimonio obligado. —¿En verdad te quieres ir? —Le dijo él restregando el cigarro en el cenicero. —Sabes que sí, eso es lo que más deseo. Liam se levantó de la silla y se acercó a ella. —Si ese niño es mío sabes no te lo puedes llevar tan lejos. —No me voy a quedar contigo los próximos meses, no pienso dejar que estés negando a mi hijo humillándolo co