-¡No quiero volver a tener cáncer! – dijo sollozando – ¡No me quiero volver a sentir y ver como antes! ¡no quiero!
- No llores por algo que aún no sabes, amor – dijo Úrsula con un nudo en la garganta y voz sosegada, al escuchar las palabras de Rebeca, ella también sintió miedo, no quería ver sufrir de nuevo a Rebeca.-Tengo miedo, miedo a morir.Úrsula se quedó como piedra, al escuchar aquello. Si pudiera, quitaría el dolor y la angustia de Rebeca, pero no podía, no podía y se sentía tan impotente.- No tengas miedo – le dijo con a penas voz – yo estoy y estaré contigo siempre, siempre, no lo dudes cariño.Úrsula la arrullo y la acaricio hasta que Rebeca se quedó dormida, mientras ella sentía la angustia y el temor de las dos, el temor a que el cáncer regresara y terminara con la vida de la mujer que amaba, esa noche sentiría el sufrimiento de ambas.La muerte se marchó cuando constató que Rebeca estaba profundamente dormida y no despertaría pronto, anduvo toda la-¡Por qué no enfermas a alguien más! – le espeto Úrsula, se sentía tan frustrada de no poder hacer nada para ayudarla.-No puedo, su destino ya ha sido trazado mucho antes – le respondió él – te dije que no debías fijarte en las personas. Ellos son seres frágiles y tú eres inmortal.-Hazme mortal – pidió de nuevo.-No puedo hacerlo.-Claro que puedes, pero no quieres. Porque a mí, nunca me has tratado como el resto de tus seres celestiales.-Es que tú no eres como el resto. Por eso te hice diferente a los demás, sin embargo has formado sentimientos hacia esa mujer, a pesar de todo eres un ser capaz de dar amor.-¿Y de que me sirve tener amor, si no puedo curarla?-De eso también se trata el amor. De querer hacer hasta lo imposible, permanecer a su lado en lo bueno y en lo malo.-¡Por favor! ¡hazme como ella! – imploró.-No puedo – fue lo último que dijo y desapareció.Úrsula estaba sola en aquella fría y solitaria parte del mundo, las auroras boreales s
Rebeca tendría siete semanas de radiaciones, cinco días a la semanas, la dejarían libre sábados y domingos, desde el primer día en que la recibió se sintió cansada en cuanto llegó a casa y Úrsula la cargo en brazos hasta su habitación, la arrecosto en la cama y con cuidado le saco la playera en algodón que llevaba, le habían aconsejado que debía estar sin playera por una hora, Rebeca se sintió cohibida ante Úrsula, no quería que la mirara, pero ella había sido quien le había atendido durante esos días. Ahora ya no tenía que preocuparse por llevar un sostén para cubrir o realzar los senos, ahora era tan plana como un varón.-No tienes porqué sentirte cohibida conmigo – le dijo Úrsula mirándola a los ojos y luego tomando una de sus manos entre las de ella.-Lo sé y lo siento. Pero no puedo evitarlo, me siento rara, incompleta.-Rebeca, yo siempre te voy a querer.-A penas tengo unos años contigo y ya me tienes que volver a ver igual. Que rápido me descompuse.-¡Oh cariñ
Rebeca beso a Úrsula en los labios y en el beso bebieron sus lágrimas, aquellas palabras habían hecho llorar a Úrsula, que a su vez provocaron las de Rebeca, el beso fue intenso dejando a Rebeca sin aire, Úrsula le dio tregua y espero a que recuperara el aliento y mientras esperaba para besar su boca otra vez, en tanto beso su cuello, hombros y mejillas, hasta volver a su boca, se dejó desnudar despacio por Rebeca y Úrsula la desnudo a ella, que no llevaba más que una suelta playera en algodón y un chándal, el cuál quedó en el suelo junto a las bragas de ambas.En esta ocasión fue Úrsula quién quedó de bajo de Rebeca, como ahora estaba más delgada y demasiado frágil a ojos de Úrsula y de todos quiénes las miraban, estar encima de ella sería algo ruin. Pero de igual manera Úrsula estaba disfrutando de la sexualidad con su esposa, que la acariciaba despacio, su piel era suave y su centro estaba sobre el de Úrsula, ejerciendo una suave, deliciosa y húmeda presión.Úrsula ac
-Nada, no puedo hacer nada Rebeca. Por más que yo quiera y deseé con todo mi ser curarte, no puedo. Él no cambiará la situación ¿tu crees que no se lo he pedido ya?-¡Entonces llévame de una vez! – dijo enojada deshaciendo el abrazo de Úrsula.- No puedo, no es tu momento.- ¡Eres la muerte y no puedes llevarme! – dijo recriminándole – ¿no puedes hacer una excepción? No dices que me amas ¿en donde está tu amor? Me has visto padecer todos éstos meses y me dices que no puedes hacer nada.- Rebeca yo te amó – dijo con voz sosegada – mucho te amó, pero a veces siento que te cuesta creer lo que siento por ti. Aún no es el momento de que partas de este mundo, de esta vida que conoces, y sí que he deseado librarte de ese terrible mal ¿crees que no me duele también? ¿crees que no me duele pensar que te perderé y me quedaré sola nuevamente?-¡Llévame! ¡llévame ahora Úrsula!-¡No estás en mi lista!-¡Al diablo con tu maldita lista! ¡no que eres capaz de quitar
Pensó en sus padres, en lo tristes que se pondrían por la manera en que decidió morir, en Úrsula, en que la dejaría sola mucho antes y que sus padres seguramente le culparían de su suicidio por haberla descuidado, y el mayor motivo de no hacerlo era de que no tenía el valor de hacerse daño así misma, nunca fue ese tipo de persona, amaba la vida aunque ahora le estuviera dando algo mucho peor que limones.-¿En verdad querías que me aventara? – le preguntó luego de un rato en silencio, Úrsula la miró y le dedico una media sonrisa triste.- No, yo no podría hacerle daño a la persona que amó y tampoco me gustaría que te lo hicieran o te lo hicieras tu misma. Sólo lo hice para que te dieras cuenta de que no tienes el valor suficiente para hacerte daño, si te hubieras aventado yo hubiera ido a tras de ti – Úrsula tomó el rostro de Rebeca entre sus manos – sé que es difícil lo que está pasando, pero yo estaré contigo y yo quiero que sigamos siendo felices, quiero que sea cómo antes,
Ese mismo día Úrsula la encontró llorando y no era la primera vez que la encontraba en ese estado y cuando la encontraba así, Úrsula entristecía deseando poder quitar su dolor y todo lo que cruzara por su mente.-¿Qué pasa? ¿te sientes mal? ¿Por qué lloras amor mío? -Yo quería ser madre – dijo refugiándose en Úrsula – quería ser madre, tener un bebé, sentirlo, amarlo, verlo crecer, sería una parte de mí – dijo con viveza en la voz pero al final se apagó – de haberlo hecho antes, no te quedarías sola, tendrías siempre una parte de mí contigo.-Una muy linda parte de ti. No tienes porqué preocuparte por mí – saber que Rebeca se preocupaba por ella cuando no estuviera le hacía sentir honrada y feliz, pero al mismo tiempo sentía odiar el destino o aquél que diseño la vida de Rebeca – a mi también me hubiera gustado tener un bebé contigo.-Supongo que nos quedaremos con las ganas – dijo controlando su voz, su llanto había cesado luego de unos minutos.-Hubiera
- Rebeca no te a…. – Rebeca no la dejó terminar de hablar porque la silencio colocándole un dedo sobre los labios.- Es la verdad, me preocupa dejarlos tristes, dejarte a ti sola de nuevo. No debiste amarme tanto, no debiste convertirme en tu centro del universo, así te hubieras evitado el dolor.- No pienses en eso, no te tortures de esa manera. El dolor es parte del vivir y contigo aprendí lo que es amar y vivir, lo que es la felicidad, el miedo, el dolor, y todo gracias a ti y no me arrepiento de nada, volvería una y otra vez junto a ti, siempre.-Yo tampoco me arrepiento de nada y agradezco la fortuna de haberte tenido en mi vida.Úrsula la abrazo con más fuerzas y Rebeca correspondió con las pocas fuerzas que le quedaban, no lloro, ya no podía llorar, estaba cansada y ciertamente luchar ya no tenía caso, estaba decidida a vivir los días que le quedaban de la mejor manera posible, sonreírle a Úrsula y llenarla de todos los besos, era lo único que tenía que hacer mien
Tras consolarla y calmarse las dos, Carolina se fue a limpiar la cocina y el resto de la casa, la cuál le sorprendió no encontrar tan sucia, no le creyó a Rebeca cuando le dijo que Úrsula se encargaba de hacer las labores del hogar y de todo lo demás, Carolina se encontró casi sintiendo envidia de su nuera, con todos los problemas que tenía sobre sus hombros y su trabajo, no se miraba tan vieja y agotada, ni amargada, sabía que su rostro la mayor parte del tiempo era serio y que solo se iluminaba cuando miraba a Rebeca, pero a pesar de la situación que pasaba, ella parecía ser la misma de siempre, nada parecía agobiarle, al menos no se le notaba.-¿Cómo te sientes? – le preguntó Úrsula a Rebeca cuándo llegó a casa y miro a su alrededor en busca de su suegra – ¿ya se ha ido?-Feliz de verte – dijo sonriéndole, no podía decirle que descansara todo lo que descansara, ella no se sentiría mejor – mi madre ya se ha ido ¿Por qué preguntas?-No quiero que vea cómo me aprovecho de s