Narrador. Jardines de Villa de los De Falco, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. -” ¡Ni lo sueñes, maldito salido!... yo no me voy a la cama con ...”- comenzó a decirle, pero el empresario, continúo hablando, estaba vez con una sonrisa incontrolablemente inquietante en los labios, tras oir sus palabras. -” ¿... y nos pasamos los próximos dos días creando una historia lo sufrientemente creíble para que no quede dudas a tu familia de nuestro extraño, y casi increíble, enamoramiento? ... ¡Vaya, señorita Bell!, no esperaba que tan pronto ya tuviera esos pensamientos, ¿Ya está deseando tanto mi cuerpo, que con unas ligeras palabras ya se ve en mi cama? Me siento alagado, ¿O es que tiene miedo de no poderse controlar, si está en una habitación de hotel conmigo, a solas?”- las palabras del empresario crearon miles de emociones, y todas negativas, algunas hasta homicidas, en el interior de la australiana, casi quedándose sin palabras, que se ahogaro
Coorah. Jardines de Villa de los De Falco, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. La entrada al banquete fue lo primero normal que viví a pocas horas de casarme, y todo después de la vergüenza, y las emociones desbocadas, que había pasado en el trayecto desde la iglesia, que por cierto se me hizo eterno. Situación que no sólo fue provocada por lo sugerente, atrevido y tentador que se había vuelto, de pronto, el Adonis seductor, sino que también por las dificultades que me estaba instigando la maldita pervertida, que con descaro, ya que era una colaboraba entregada de Fazio, estaba gritando, en mi mente, que era hora de una entrega total. Esa maldita había tomado la decisión irrevocable de dejarse llevar, y olvidándolo todo y a todos, alentado sin control mis ganas de arrancarle la ropa a ese hombre, y celebrar nuestra primera unión, en la parte de atrás de una incómoda limusina, saltándome todos los protocolos en estos eventos, y el trabajo ag
Coorah. Jardines de Villa de los De Falco, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. -” Caro Fazio, volevo davvero vederti, mi hai piantato in asso, non ti perdonerò.” -* le dijo en italiano, esa maldita, y tal era su efusividad, que mi marido tuvo que alzar su mano, para detener su avance, antes de que se arrojara contra su pecho. Aunque yo no entendí que era lo que le estaba diciendo, con solo el tono de gata salida, y resbalosa, en plena primavera, junto a su lenguaje corporal, que se contoneaba más que una serpiente al desplazarse por la arena, me dejó claro que esa estúpida se la estaba jugando, hasta la pervertida me gritaba, con ira, desde el interior, que quería cogerla por el cabello, y arrastrarla fuera de la fiesta. -” Stella mide tu educación, y no tengas tantas familiaridades, y menos delante de mi esposa, además ella no habla italiano, Marcos deberías atender más a la educación de tu hija, no es correcto este tipo de comportamiento,
Coorah. Puerto deportivo privado, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Lo único que nos salvó de que nuestra noche de bodas, o como decía mi abuela materna, la consumación del matrimonio, no se produjera en asiento del copiloto de ese incomodo Lamborghini, entre los metros abundantes, e inconvenientes, de tela de mi vestido de novia, por culpa de un ataque rápido, feroz, y definitivamente voraz, por parte de la me dominaba ahora, la maldita pervertida, que ya ni podía, ni quería controlar, fue el hecho de que mi atractivo, y tentador marido, era que el conducía esa obra de arte tecnológica, de forma veloz y eficiente, entre las calles de la ciudad de Cosenza. Me tuve que obligar no mirarlo, y centrar mi mirada en el exterior del vehículo, o muy probablemente, y a pesar de que, como médico conozco más que nadie lo que la imprudencia puede hacerle al cuerpo humano, en un posible accidente, a la velocidad que ibamos, mis más oscuros deseos iban a pasar a la acción. Ya era malo, sentirlo
Coorah. Puerto deportivo privado, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. El interior del yate era más lujoso que el exterior, teniendo este tipo de embarcación, por mucho que lo pensaba, no entendí por qué Fazio había ido al crucero, ese navío era perfecto para navegar por todo el Mediterráneo, haciendo escala en muchos más países que en los que habíamos atracado con el Sovereing. -” ¿Ocurre algo preciosa Coorah?”- me dijo mi marido, de pronto, al parecer me había estado observando mientras yo, tras dejarme en el suelo, en el enorme salón de la cubierta principal, me movía por él, mirándolo todo con extrañeza. Por unos segundos quise preguntarle mis dudas, pero me di cuenta que, como esperaba, algún tipo de razón o secreto tenía que tener mi Adonis, para hacer lo que hacía, y como estaba establecido, y decidimos, o más bien lo decidí yo, que las razones que hubiera antes de conocernos, no importaban, me busqué otra excusa, para justificar mi actitud. -” Sólo me pregunto, ¿Por qué un
Coorah. Mar Mediterráneo frente a las costas de Cosenza, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Elegir el vestido para esa noche fue más fácil de lo que yo esperaba, por dos razones definitivamente determinantes, la segundaria era que mi marido había mandado a llenar el vestidor con una cantidad ingente, y realmente exagerada, de ropa para mí, donde no faltaba de nada, se podía decir que tenía, en ese vestidor, más ropa que en el armario grande que tenía en mi casa de Sevilla. Todo era nuevo, con etiqueta de grandes marcas de diseñadores, incluido la ropa interior, y los casi inexistentes, y con poca tela, camisones, a cuál eran más sexy y sugerente, no tenía que pensar mucho a quien le había solicitado ayuda Fazio para elegir esta ropa, estoy segura que ni él sabía que demonios había dentro del vestidor, esto todo era obra de una única persona, una persona que le encantaba ponerme en este tipo de situaciones, la maldita de Kiora Bell. El motivo principal por lo que me fue fácil eleg
Coorah. Mar Mediterráneo frente a las costas de Cosenza, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Una vez que entramos en el camarote, con un fuerte portazo que nos aisló del mundo, tras el golpe con el pie que recibió la puerta, de un atractivo italiano, que mantenía sus manos ocupadas, conmigo entre sus brazos, al mismo tiempo que su boca hacía estragos en la parte consiente de mi mente, algo que disfrutaba con pasión la pervertida. Intentar hablar, o tan siquiera quejarme, aparte de inútil, era imposible, lo único que salía de mi boca eran los gemidos de placer, y redición, que ese hombre con su técnica me arrancaba sin control, mientras yo me aferraba a su cuello, y a sus hombros, fuertemente, por el temor de que se alejara de mí. Sentí como, aún conmigo en sus brazos, se subía a nuestra cama, de rodillas para depositarme sobre ella, sin soltar sus labios de los míos, mientras yo percibí, como la otra vez, cuando estuvimos en el crucero, su cuerpo se pegaba a mí, lo percibía fuerte,
Kiora. Hotel B&B Sempione, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. - “No creas que por haberte acompañado el hotel te vas a salir con la tuya, Iceberg con patas.”- le dije aun luchando con él, aunque estaba más molesta conmigo misma por haber terminado cediendo a sus órdenes veladas. Nunca antes había envidiado tanto a mi prima como ahora, envidiado, y sorprendido, la verdad, pero es que parecía que habíamos cambiado de personalidades, Coorah de las dos era la cabal, la centrada, lo más arriesgado que había hecho en su vida, hasta hacer una semana, era enfrentarse a nuestra familia, para poder ser médico, y salir, en su momento, con alguien que desde luego no la merecía, incluso para eso había hecho un trato, el cual si perdía, como estuvo a punto de ocurrir, mandaría todo su trabajo de años, al cubo de la basura, para ceder a lo que, los egoístas de nuestros padres, le exigían. Yo por el contrario era incapaz de hacer algo, si no lo deseaba, era la rebelde irresponsable, que pudo hacer