Coorah. Catedral de Santa María de Asunta, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. -” ¿Dónde demonio está metida esa maldita loca? ¿Qué estará inventado? ¡Por dios, estoy que me como las uñas!”- dije en voz alta mientras me movía inquieta por la habitación. Faltaba solo quince minutos para que comenzara todo, y Kiora aún no había aparecido. Tenía miedo de que no apareciera, la necesitaba cerca, tenía que ser ella quien me entregara, aunque fuera acompañada del padre de Fazio, el señor Santino, tenía que estar, era el único familiar que me importaba, sólo me casaría una vez en la vida, y mi Kiora, mi hermana tenía que estar allí, a mi lado. Además, me sentía intranquila por la aparición de Thomas, por lo que puediera decirle a Fazio, ¿Se iba a descubrir todo, esta vez, justo antes del “sí, quiero”? Eso no podía pasar, no se podían destruir mis planes, cuando estaban casi en la yema de mis dedos. Aunque, lo que verdaderamente me preocupaba era l
Coorah. Catedral de Santa María de Asunta, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Comencé a caminar por el pasillo, mirando ligeramente al suelo, temiendo alzar la cabeza, para que nadie notara lo nerviosa que estaba. -” Levanta la cabeza Dulce, mira a tu hombre, y todo pasara, te los aseguro, ver ese regalo del cielo, que has elegido como tuyo, te quieta todos los males. ¡Por dios que envidia te tengo!”- me dijo la loca de mi prima, en español, haciéndome sonreír, disipando algo mis nervios, para levantar la cabeza, y mirar a Fazio que ya me miraba desde el altar. El impacto visual, en mi interior, al mirar a ese Adonis, que ahora estaba más impactante que nunca, lo sentí como físico, mis manos temblaron, mi corazón golpeó con fuerza en mi pecho, y perdí el aliento. La pervertida, se activó como nunca, mientras gritaba enloquecida, dentro de mí, muy emocionada. -” ¿Qué haces estúpida? Corre hacía ese hombre, agárralo cuanto antes, y no lo sue
Fazio. Rumbo al banquete de boda en los jardines de Villa de los De Falco, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. -” Fazio De Falco, ¿Tienes que ser tan obvio? nunca había pasado tanta vergüenza en mi vida.”- me dijo con timidez, y una sonrisa traviesa, que no podía disimular, la que ahora era mi esposa legal, mientras yo la atraía hacia mí, con enormes ganas de besarla. Entendía su azoramiento, acaba de alzarla entre mis brazos, nada más salir de la catedral, mientras miles de pélalos de flores blancas, y arroz, caían sobre nosotros, para que, con impaciencia, depositarla dentro de la limusina, mientras los gritos de alegría, gesticulaciones de adoración de las féminas, y vítores de emoción masculinos, ante la escena que presenciaban, por parte de los invitados que nos rodeaban, se escuchaban de forma evidente. -” Vaya, algo debo de estar haciendo mal, si ya la magnífica y deseable señora De Falco se está quejando del mal hacer de su marido a
Narrador. Jardines de Villa de los De Falco, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Aunque, durante la recepción del banquete, antes de que llegaran los novios, mientras Kiora le presentaba a la familia De Falco, su cara mostraba la serena expresión tranquila y falta de emociones que le ha había hecho ganarse el apodo que su actual prometida le había dado, en su interior, Heng Thomas tenía una necesidad imperiosa de sonreír al notar las reacciones poco controladas, intentado parecer una mujer enamorada de su prometido, pero difícilmente consiguiéndolo, la tensión y repulsa, casi patológica, que sentía la próxima heredera de los De Falco, por quien sería su marido, era muy evidente. Al propio Heng le gustaba observar como la salvaje rebelde, daba pequeños saltos cuando él le colocaba su mano en su cintura, o en la espalda, mientras la acompañaba entre los invitados, para las protocolarias presentaciones, hasta le parecían divertidas las miradas d
Narrador. Jardines de Villa de los De Falco, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. -” ¡Ni lo sueñes, maldito salido!... yo no me voy a la cama con ...”- comenzó a decirle, pero el empresario, continúo hablando, estaba vez con una sonrisa incontrolablemente inquietante en los labios, tras oir sus palabras. -” ¿... y nos pasamos los próximos dos días creando una historia lo sufrientemente creíble para que no quede dudas a tu familia de nuestro extraño, y casi increíble, enamoramiento? ... ¡Vaya, señorita Bell!, no esperaba que tan pronto ya tuviera esos pensamientos, ¿Ya está deseando tanto mi cuerpo, que con unas ligeras palabras ya se ve en mi cama? Me siento alagado, ¿O es que tiene miedo de no poderse controlar, si está en una habitación de hotel conmigo, a solas?”- las palabras del empresario crearon miles de emociones, y todas negativas, algunas hasta homicidas, en el interior de la australiana, casi quedándose sin palabras, que se ahogaro
Coorah. Jardines de Villa de los De Falco, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. La entrada al banquete fue lo primero normal que viví a pocas horas de casarme, y todo después de la vergüenza, y las emociones desbocadas, que había pasado en el trayecto desde la iglesia, que por cierto se me hizo eterno. Situación que no sólo fue provocada por lo sugerente, atrevido y tentador que se había vuelto, de pronto, el Adonis seductor, sino que también por las dificultades que me estaba instigando la maldita pervertida, que con descaro, ya que era una colaboraba entregada de Fazio, estaba gritando, en mi mente, que era hora de una entrega total. Esa maldita había tomado la decisión irrevocable de dejarse llevar, y olvidándolo todo y a todos, alentado sin control mis ganas de arrancarle la ropa a ese hombre, y celebrar nuestra primera unión, en la parte de atrás de una incómoda limusina, saltándome todos los protocolos en estos eventos, y el trabajo ag
Coorah. Jardines de Villa de los De Falco, en la ciudad de Cosenza, del territorio de Cosenza, Calabria, Italia. 2024. -” Caro Fazio, volevo davvero vederti, mi hai piantato in asso, non ti perdonerò.” -* le dijo en italiano, esa maldita, y tal era su efusividad, que mi marido tuvo que alzar su mano, para detener su avance, antes de que se arrojara contra su pecho. Aunque yo no entendí que era lo que le estaba diciendo, con solo el tono de gata salida, y resbalosa, en plena primavera, junto a su lenguaje corporal, que se contoneaba más que una serpiente al desplazarse por la arena, me dejó claro que esa estúpida se la estaba jugando, hasta la pervertida me gritaba, con ira, desde el interior, que quería cogerla por el cabello, y arrastrarla fuera de la fiesta. -” Stella mide tu educación, y no tengas tantas familiaridades, y menos delante de mi esposa, además ella no habla italiano, Marcos deberías atender más a la educación de tu hija, no es correcto este tipo de comportamiento,
Coorah. Puerto deportivo privado, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Lo único que nos salvó de que nuestra noche de bodas, o como decía mi abuela materna, la consumación del matrimonio, no se produjera en asiento del copiloto de ese incomodo Lamborghini, entre los metros abundantes, e inconvenientes, de tela de mi vestido de novia, por culpa de un ataque rápido, feroz, y definitivamente voraz, por parte de la me dominaba ahora, la maldita pervertida, que ya ni podía, ni quería controlar, fue el hecho de que mi atractivo, y tentador marido, era que el conducía esa obra de arte tecnológica, de forma veloz y eficiente, entre las calles de la ciudad de Cosenza. Me tuve que obligar no mirarlo, y centrar mi mirada en el exterior del vehículo, o muy probablemente, y a pesar de que, como médico conozco más que nadie lo que la imprudencia puede hacerle al cuerpo humano, en un posible accidente, a la velocidad que ibamos, mis más oscuros deseos iban a pasar a la acción. Ya era malo, sentirlo