Booke estaba con la espalda desnuda en medio de las piernas de Nathan y con su mejilla sobre el abdomen de este, descansando plácidamente. Desde que la conoció siempre tenía la última palabra, nunca podía llevarle la contraria por más que quisiera; ella siempre tenía todo a su favor solo con hablarle.
Ese día no iría a trabajar, estaría con ella durante la visita de su padre. Aunque estaba seguro de que ella no querría que él fuera. Era mejor irse a trabajar y estar al pendiente de su teléfono por si algo malo sucedía. Sí, eso haría.
Su largo cabello castaño se veía enredado, ella tendría que tardar largas horas quitando los nudos que posiblemente dejaría de esa manera porque, cuando se trataba de su cabello, Booke se ponía de vaga y dejaba todo para después.
—Esto se pondrá feo y créeme cuando te digo que no querrás ver más sangre en el piso —le dijo Booke a su hermana. Quería morirse al ver tanta sangre en un solo lugar. —Es mi culpa que esté así —dijo Savannah con deseos de vomitar—. Vi que quería golpearte y solo actué de esa manera. —No te preocupes. —Llevaron a su padre hasta el sofá—. Con esto debe parar de sangrar la herida hasta que llegue Liam. —¿Quién es ese famoso Liam? —Es el chofer de mi esposo. —Subió ambas cejas— Nuestro padre me casó con un sujeto que no quería y que ahora quiero, ¿me entiendes? —No. —Me casé hace unos meses con el mismo hombre que me dijo que deseab
—Responde, Nathan. —Booke tenía los brazos cruzados en su pecho—, ¿tienes algo que decirme sobre esto? —Mejor hablemos en la casa... —No, hablaremos aquí —dijo firme—. ¿Por esta razón era que no querías que saliera de la casa y que también deseabas embarazarme? —preguntó, sintiendo que todo su cuerpo hervía de rabia—. Eres un grandísimo hijo de las mil putas —Nathan se mantenía en silencio—. ¿En qué momento pretendías decirme que te ibas a casar nuevamente? ¿Por qué me marcaste si ya tenías a alguien? —Que esto no es lo que estás creyendo —suspiró—. Hablemos en la casa, por favor... —No, no iré contigo a ningún lado —rio sin humor—. Siempre supe que me estabas ocultando algo, pero no pensé que fueras el tipo de hombre que tiene dos mujeres para sentirse un verdadero
Booke se estaba preparando para su primer día en la universidad, al fin había logrado lo que tanto quería después de tanto tiempo y sin duda iba a disfrutar cada maldito minuto de eso. Nathan y ella dormían en habitaciones separadas desde esa noche, ninguno de los dos irrumpió en la recámara de nadie. Nathan le dio su espacio para que ella pudiese estar tranquila sin ningún problema, pero él quería poder decirle todo lo que tenía en mente, aunque eso parecía ser imposible con la situación actual de ambos. Nathan no quería echar a torcer su brazo y ella se dijo a sí misma que no le pediría más explicaciones. Bajó las escaleras, colocándose unos pendientes y mirando cómo Nathan salía por la puerta principal al igual que Liam. Nicole estaba de pie esperándola con su mochila y mirando su teléfono. —Será mejor que nos
Nathan estaba saliendo de la sala de reuniones con todos sus empleados, estaban en la última reunión del día. Liam no había llegado y tampoco le había respondido alguna de sus llamadas. Eso lo estaba preocupando porque el lazo que tenía con Booke estaba algo débil por el distanciamiento de ambos, pero ese día lo estaba sintiendo aún más débil que antes. Una de sus secretarias salió del elevador y entró corriendo con un botiquín de primeros auxilios. No estaba entendiendo nada de lo que sucedía en esa oficina, y eso que era la suya. —Nathan, digo, señor —Liam colocó una mano en su espalda—, debe venir conmigo. —¿Qué está pasando? ¿En dónde está mi esposa? —Ella se encuentra en su oficina... Ha tenido un desmayo por palabras mal intencionadas. —Abrió la puerta de la oficina de Nathan—. Les pido, por favor, que salg
El tiempo seguía pasando y Booke estaba más que feliz con su matrimonio, ya no tenía de qué preocuparse en lo absoluto por sus hermanas, pues su padre estaba en prisión y su madre al fin había aparecido, la cual no le comentó nada de lo que había estado haciendo, solo se mantuvo con una de las sonrisas que siempre hacía cuando su padre le era infiel con cualquier mujer de la calle. Algo le decía que ella también había llegado hasta ese punto de su vida: serle infiel a su esposo solo porque se sentía sola y herida. Cuando le dijeron que su esposo estaba en una prisión, ella solo sonrió y preguntó si querían té para pasar la tarde, algo fuera de lo normal. Las cosas que pasaban por la mente de su madre le daban escalofríos. Habló con sus hermanas, diciéndoles que si era posible, las mandaría a estudiar a otro
Meses después... Casi se cumplía un año desde que Nathan y Booke se habían casado. Las cosas entre ellos tenían sus altas y bajas. De vez en cuando veía a Danielle a la salida de la empresa, con la misma historia de que tenía un hijo con su esposo; Nathan le había dicho que la ignorara. Nathan a cada momento le daba cariño, ella estaba bien con él. Le sorprendió bastante que Booke se adaptara a él y a donde viven, pero también comprendió que su omega lo único que necesitaba era un cambio de vida, porque la que llevaba no era para nada bonita. Booke se removió incómoda en la cama; su estómago le comenzó a doler y, además, ya no podía con las náuseas que estaba sintiendo, así que se levantó rápido de la cama y corrió al baño a votar X cosa por la boca. Nathan no estaba en la habitación porq
Booke buscó entre sus cosas una caja pequeña de chocolate y la introdujo en su boca mientras caminaba por los pasillos de la universidad. Habían pasado apenas unos pocos días desde que le comentó a su querido esposo que estaba en cinta y todo parecía ir bien entre ellos. Nathan se estaba comportando de una manera que a ella le gustaba mucho. Booke se sentía bien con él porque la estaba mimando, le daba todo sus antojos. Algunos de esos eran mentira, solo quería ver a su esposo detrás de ella creyendo que el bebé necesitaba algo. Nicole, esa omega, le estaba ocultando cosas que muy pronto iba a descubrir aunque le costara la vida. No se quedaría de brazos cruzados viendo cómo ella intentaba alejarse de las personas; tenía sospechas de que su hermano nuevamente la estaba hostigando para que le diera información. Se
Booke solo se quedó con la mano de la omega envuelta con la suya. Danielle soltó su mano después de un rato, mirándola llena de asco. —Ya puedes irte —dijo Booke, volviendo a rodear el brazo de su esposo—. Ni siquiera sé las razones por las que estás aquí, es una fiesta para las personas importantes, no para basuras. —Más respeto hacia tus mayores, niña. —Quiso acercarse a ella, pero Nathan la detuvo—. ¿Es que acaso no estás viendo cómo está mocosa me está hablando? —Ella tiene todo el derecho de hablarte como le plazca, por algo es mi esposa —respondió lleno de obviedad—. Vuelve a tu lugar y evitemos el mal rato para que dejes de estar humillándote de esta manera. —Es lo mejor —Booke sonó hipócrita—. Ya eres ese tipo de omega que todos buscan para tapar las asqueros