En otro rincón del campus, Hillary sonreía con suficiencia mientras escuchaba a un grupo de estudiantes comentar los rumores que ella misma había sembrado estratégicamente. Sabía que no podía arriesgarse a ser descubierta, pero disfrutaba cada segundo viendo cómo la atención se desviaba hacia Elena y Hades.Lo que no sabía era que Hades estaba dispuesto a hacer lo que fuera para proteger a Elena, sin importar quién estuviera detrás del escándalo, haciendo de su privacidad un show mediático.Frente al pasillo que llevaría a Elena a su clase, él la miró con suavidad, tomando su rostro entre sus manos.—Elena, no dejaré que nadie te haga daño, ni a ti ni a nuestra familia. No me importa lo que digan o piensen los demás. Lo único que me importa es que estés bien. Y no voy a permitir que hablen de ti de esa manera.Elena sonrió, tocando su pecho, donde sentía el calor de su amor y protección.—Gracias.Pero antes de que pudiera decir más, un sonido interrumpió su momento: alguien pasó rápi
Hades sabía que el tiempo era su mejor aliado y su peor enemigo. Durante días había esperado pacientemente, observando cada movimiento de Hillary y su pequeño grupo de cómplices.Aunque tenía pruebas suficientes para confrontarla, quería manejar el asunto de forma directa. Hillary no solo estaba jugando con la reputación de Elena, estaba jugando con su paciencia, y eso era algo que nadie en su sano juicio debería hacer.Una tarde, mientras cruzaba uno de los pasillos de la universidad, la vio sola. Era el momento perfecto.—Hillary —llamó su atención con voz firme, deteniéndose a unos metros de ella.La joven se giró con aparente sorpresa, aunque su sonrisa forzada traicionaba su nerviosismo.—¡Hades, cariño! Qué inesperado encontrarte aquí. ¿Qué puedo hacer por ti? —respondió con una voz demasiado dulce para ser sincera.Hades no perdió tiempo en rodeos. Su mirada, fría y calculadora, era suficiente para hacer retroceder a cualquiera, pero Hillary no era cualquiera. Aunque se notaba
El fin de semana llegó con un aire de tranquilidad inusual, pero Elena no sabía que la paz pronto se convertiría en caos controlado.Esa mañana, Alena, su madre, y su abuela Isabelle habían decidido visitarla en su apartamento. Como era típico de ambas, llegaron sin previo aviso.—¡Cariño! —exclamó Alena mientras entraba con un ramo de flores que parecía más adecuado para decorar un salón de bodas que un apartamento pequeño.—Espero que no te moleste nuestra visita sorpresa, querida —añadió Isabelle, colocando su sombrero cuidadosamente sobre el perchero como si fuera una obra de arte.Elena, todavía en pijama, parpadeó confusa, intentando procesar la escena frente a ella.—Claro que no... ¿quieren café? —preguntó, dirigiéndose a la cocina.Mientras su madre y su abuela se acomodaban en el sofá, comenzaba a preguntarse cuánto tiempo planeaban quedarse. Pero lo que no sabía era que la situación estaba a punto de volverse aún más interesante.Hades había salido temprano para atender alg
—Esto es increíble, no sabía que nací para complacer a mi padre.Hades deja escapar una carcajada profunda, casi burlona, al imaginar la furia de su papá.El eco de aquella risa resonó en la sala, donde Elena, acurrucada con un libro entre sus manos, levantó la vista con curiosidad. Aunque el sonido era casi intimidante, a ella le fascinaba ese toque de desafío que siempre acompañaba a Hades.—¿Qué pasó? —pregunta, cerrando el libro y levantándose.Hades le responde con una sonrisa pícara mientras extendía los brazos para envolverla en un abrazo. Al contacto, Elena sintió su calidez, pero también la tensión acumulada en los hombros de él.—Mi padre está... molesto, pero no es nada que no pueda manejar.Elena arquea una ceja, escéptica.—¿Molesto? ¿Qué hiciste ahora?—Digamos que colgué antes de que pudiera darme su sermón completico.Elena abre los ojos como platos, retrocediendo un poco. Aunque su relación con Hades había pasado por muchas pruebas, siempre le sorprendía su falta de t
—¿Cómo me veo?—Perfecto.Hades y Elena salían del apartamento de ella para dirigirse al almuerzo de su familia en el palacio.—¿Y Amir? Tengo rato que no lo veo.—Me dijo que su celo está cerca, pero que por alguna razón se siente algo diferente. Ya le compré sus supresores, le dije para ir al médico y solicitar una Omega para pasar su celo pero se negó, me dijo que estará bien solo.—Ok. Bueno vamos, se nos hace tarde.El jardín del palacio brillaba con una perfección casi mágica. Los rayos del sol atravesaban las copas de los árboles, iluminando las mesas adornadas con manteles de encaje y jarrones repletos de flores. Una fuente en el centro del jardín proporcionaba un fondo musical con su suave murmullo.Cuando Hades y Elena llegaron, Isabelle y Alena ya estaban allí, revisando hasta el último detalle. Isabelle, la abuela de Elena, llevaba su característico sombrero elegante, un símbolo de su autoridad y buen gusto. Alena, por su parte, observaba todo con una sonrisa serena, dejan
Victoria respiraba con dificultad, tratando de calmar los temblores que recorrían su cuerpo.Había estado con un alfa antes, su exnovio, a escondidas de su familia. Creyó que estaba preparada para cualquier cosa. Pero estar frente a Amir era completamente diferente. Su mera presencia la hacía tambalear, como si su cuerpo no pudiera resistir el magnetismo que emanaba de él.—¿Entonces me vas a rogar?—¿Qué mierdas dices? tu eres el que estás en problemas—le dice ella dejando salir sus feromonas.Amir, que notó su nerviosismo, suspiró profundamente sus feromonas y su mîëmbrö se puso erëctö más de la cuenta.Su aroma es una mezcla de jazmín y amapolas, él se levanta y la ayudó a ella levantarse del suelo con un gesto firme pero delicado. Amir cerró la puerta con seguro, como si al hacerlo estuviera cerrando el mundo exterior y asegurándose de que nada ni nadie pudiera interrumpir lo que estaba a punto de suceder. El movimiento era lento, deliberado, como si estuviera dándole tiempo para
A medida que el beso se profundizaba, Amir comenzó a deslizar las manos por su cuerpo, descubriéndola lentamente.Aunque su tacto era firme, había una delicadeza que la sorprendía. Era como si quisiera memorizar cada curva, cada rincón de su piel.Victoria, por su parte, trató de mantener el control, recordándose que no era una novata en estas cosas. Pero su cuerpo no respondía como esperaba. Con cada caricia, cada movimiento de Amir, sentía temblores que nunca antes había sentido. Era como si él supiera exactamente dónde tocar, cómo mover sus manos para desarmarla por completo.—Esto no es justo —murmuró, su voz apenas un susurro mientras sus dedos se enredaban en el cabello de Amir—. Tú tienes demasiado control.Amir levantó la cabeza, con una sonrisa ladeada curvando sus labios.—Créeme, no tengo tanto control como parece —responde, y la intensidad en sus ojos le dejó claro que decía la verdad.Se inclinó hacia ella nuevamente, esta vez deslizando sus labios hacia su cuello. Victor
Layla avanza un paso, con su paciencia finalmente agotada.—Hades, no seas idiota. Esto no se trata solo de ti. Si sigues desafiando a Padre, las consecuencias no serán solo para ti.—No me importa lo que signifique para él —respondió Hades, apartando la mano de Kalid con un movimiento brusco—. Ya no soy parte de este juego.Elena apretó la mano de Hades, sintiendo cómo su frustración crecía. Finalmente, decidió intervenir, con su voz temblando ligeramente pero llena de valentía.—¿Por qué no lo dejan en paz? —pregunta, mirando a los tres hermanos con desafío.Las miradas de Kalid, Layla y Yazmin se volvieron hacia ella al unísono, como si apenas ahora notaran su presencia.—¿Por qué no te vas y nos dejas? ¿Quien crees que eres? —pregunta Yazmin, con una risa burlona.—Alguien que no tiene miedo de ustedes —responde Elena, con más valentía de la que realmente sentía.El comentario pareció divertirlos, pero Hades aprovechó el momento para dar un paso al frente, interponiéndose completa