Kalid, Layla y Yazmin descendieron en silencio el ascensor que los llevó de regreso a la limosina. Ninguno dijo una palabra mientras se acomodaban en los asientos de cuero, con la atmósfera aún cargada de la tensión que acababan de vivir.El conductor arrancó, dejando atrás el complejo de apartamentos. Kalid apretaba la mandíbula, con su mirada fija en la ventana. Yazmin jugueteaba con las uñas, incómoda, mientras Layla cruzaba los brazos, claramente molesta.—No puede ser —murmuró Yazmin, rompiendo el silencio—. Algo... algo estuvo mal. Debe ser un error. Tal vez fue ella y él nos hizo creer que era él.—¿Mal? —bufó Layla, mirando a su hermana menor con exasperación—. Lo que estuvo mal fue que Kalid no pudo controlarlo a ninguno de los dos. En cambio sentí que me ahogaba.Kalid giró bruscamente hacia ella, con su mirada cortante.—¿Estás insinuando que fue mi culpa? —su voz era baja, peligrosa.—Lo que estoy diciendo es que no tiene sentido. Siempre has sido el más fuerte. Siempre. ¿
El sol apenas había salido cuando Kalid, Yazmin y Layla volvieron a los apartamentos universitarios. Esta vez, la determinación estaba grabada en los rostros de los tres.Cuando llegaron a la puerta, Yazmin tocó primero, esperando que Hades fuera quien abriera. Sin embargo, fue Elena quien apareció, con el cabello desordenado y una expresión de sorpresa al verlos nuevamente.—¿Qué hacen aquí? —pregunta, tratando de mantener la calma.Layla empujó la puerta antes de que pudiera cerrarla, invadiendo el espacio sin pedir permiso por segunda vez.—No vinimos a hablar contigo, querida —dijo con una sonrisa venenosa—. ¿Dónde está Hades?Elena retrocedió, claramente nerviosa.—Él no quiere hablar con ustedes. Ya lo dejó claro anoche.—Eso lo decidiremos nosotros —replicó Kalid mientras entraba, seguido de Yazmin.El ruido en la sala llamó la atención de Hades, quien salió de la habitación. Al ver a sus hermanos nuevamente en su espacio, su expresión pasó de sorpresa a pura molestia.—¿No ent
Kalid salió primero, con los hombros tensos y la mandíbula apretada, cerrando la puerta del apartamento de Elena con más fuerza de la necesaria.Layla y Yazmín lo siguieron, ambas con expresiones de rabia contenida. El aire alrededor de los tres parecía cargado de tensión, como si las emociones que reprimían pudieran explotar en cualquier momento.En el pasillo, Kalid se detuvo abruptamente, girándose hacia sus hermanas con una mirada que ardía de frustración.—¿Un Alfa Mega Dominante? —escupió las palabras como si le quemaran la lengua—. ¿Cómo demonios llegamos a esto? escuché ese término una vez, pero nunca imaginé que Hades se convertiría en uno con ayuda de esa Omega, debo tenerla para mi, así seré un Alfa Mega Dominante.—Nos humilló —gruñó Yazmín, con su tono ácido y cortante—. Nos trató como si fuéramos simples alfas de segunda categoría. ¿Tenerla? Más fácil tendrías al mundo que a ella hermano. ¿No viste los ojos de Hades? Nunca lo había visto defender algo con tanta desespera
Kalid caminaba con pasos firmes hacia el despacho de su padre, donde la presencia del patriarca de los Al-Rashid era casi palpable, incluso antes de abrir la puerta. Al entrar, encontró a su padre sentado detrás de un escritorio de madera maciza, observando con atención unos documentos. Su semblante autoritario y su postura recta eran suficientes para imponer respeto a cualquiera.—Kalid, ¿a qué debo tu visita? ¿y porque no has traído a tu hermano?—pregunta el patriarca sin levantar la vista, aunque su voz grave llevaba un tono de impaciencia.Kalid se detuvo frente al escritorio, tomando un momento para ordenar sus pensamientos antes de responder a su padre.—Padre, es sobre Hades hay un problema con él —comenzó, su tono serio y controlado—. El ha cambiado totalmente.Eso captó la atención de su padre, quien levanta la mirada con una ceja arqueada.—¿Hades? ¿Qué ha hecho ahora?Kalid respira hondo antes de soltar la bomba.—Se comprometió con una omega, padre. No solo eso, la embaraz
Hades regresa a su apartamento más temprano de lo habitual. Dejó a Elena con Macarena mientras el iba a echarle un ojo a Amir.A medida que se acerca a la puerta, se dice a sí mismo que Amir, su primo, debería haber terminado ya con su celo. Hades había dejado su apartamento en manos de Amir precisamente para que tuviera un lugar seguro donde pasar ese tiempo. Pero ahora que el periodo debería haber acabado, estaba listo para retomar su espacio. Abre la puerta y entra. Todo está silencioso, excepto por un débil aroma en el aire que hace que frunza el ceño.El ambiente esta inusualmente tranquilo, pero al entrar, se detuvo abruptamente. No puede identificarlo de inmediato, pero hay algo diferente, algo que no encaja.Caminando hacia la sala, su mirada se posa en la cocina, donde ve a una figura femenina de espaldas, cubierta únicamente por una bata de seda. Su cabello estaba recogido de manera despreocupada, y estaba sirviendo café como si estuviera en su propia casa. Hades se detiene,
Hades y Elena llegan a la universidad temprano esa mañana, caminando juntos por los pasillos llenos de estudiantes.La presencia de Hades no pasa desapercibida: su porte imponente y la forma en que camina al lado de Elena hacen que varias miradas se vuelvan hacia ellos.Por su parte, Elena se siente un poco nerviosa. Sabía que tener clases juntos sería complicado, pero no imaginó que estaría tan consciente de cada movimiento de Hades.Al llegar al salón de clases, toman asiento en la parte media de la clase. La profesora Regina, una mujer mayor con cabello gris recogido en un moño y gafas redondas, entra con un portapapeles en la mano.—Buenos días, estudiantes. Hoy trabajaremos en grupos para la asignación de la semana —anuncia con voz firme.Hades y Elena se miran brevemente. No hace falta decirlo; ambos saben que formarán un equipo. La profesora comienza a asignar los temas.—Hades y Elena —dice, deteniéndose un momento para mirar la lista—, trabajarán juntos en la presentación sob
Victoria cierra la carpeta de documentos que tenía frente a ella, con un gesto triunfal en su rostro.Había pasado varios días de absoluto caos en el trabajo, pero ahora que todo estaba bajo control, podía permitirse un momento para pensar en algo diferente. O más bien, en alguien diferente. Amir.Con solo recordar su sonrisa, esa forma despreocupada pero profundamente encantadora de mirarla, Victoria siente una punzada de emoción en el pecho. Sin embargo, se sacude la idea de inmediato. "No lo necesito más", se dice a sí misma con firmeza, convencida de que esos días de intimidad con él habían sido un error pasajero, una distracción que no debía repetirse. Ahora puede concentrarse en otras cosas, ha recibido algunas invitaciones para cenar de algunos pretendientes, pero por alguna razón no se anima a salir con ninguno.Al final del día la certeza no dura mucho. Esa noche, mientras duerme, los sueños la traicionan. En su mente, Amir está de pie frente a ella, su torso desnudo, su piel
—Buenos días para ti también, bebé—dice él, con su voz impregnada de esa ligera diversión que tanto la irrita y atrae al mismo tiempo—. Pensé en invitarte a cenar esta noche, si no tienes planes, Hades y Elena están ocupados con un proyecto y no quiero ser el atrabanco entre ellos. No tengo ganas de cenar solo.—Ya te dije que no estoy interesada —responde ella rápidamente, intentando sonar firme.—¿No lo estás? —replica Amir, y aunque no puede verlo, Victoria sabe que está sonriendo al otro lado de la línea—. Entonces, ¿por qué no colgaste en cuanto escuchaste mi voz?Victoria aprieta los dientes, tratando de no dejarse afectar.—Estoy ocupada, Amir. Si no tienes nada importante que decir, voy a colgar.—Oh, tengo algo importante que decirte —dice él, con su tono volviéndose un poco más serio—. Pero prefiero hacerlo en persona. ¿Qué tal si nos encontramos esta noche?Victoria duda, su mente recordando el sueño de la noche anterior. La sola idea de estar cerca de Amir la hace sentir v