Kalid salió primero, con los hombros tensos y la mandíbula apretada, cerrando la puerta del apartamento de Elena con más fuerza de la necesaria.Layla y Yazmín lo siguieron, ambas con expresiones de rabia contenida. El aire alrededor de los tres parecía cargado de tensión, como si las emociones que reprimían pudieran explotar en cualquier momento.En el pasillo, Kalid se detuvo abruptamente, girándose hacia sus hermanas con una mirada que ardía de frustración.—¿Un Alfa Mega Dominante? —escupió las palabras como si le quemaran la lengua—. ¿Cómo demonios llegamos a esto? escuché ese término una vez, pero nunca imaginé que Hades se convertiría en uno con ayuda de esa Omega, debo tenerla para mi, así seré un Alfa Mega Dominante.—Nos humilló —gruñó Yazmín, con su tono ácido y cortante—. Nos trató como si fuéramos simples alfas de segunda categoría. ¿Tenerla? Más fácil tendrías al mundo que a ella hermano. ¿No viste los ojos de Hades? Nunca lo había visto defender algo con tanta desespera
Kalid caminaba con pasos firmes hacia el despacho de su padre, donde la presencia del patriarca de los Al-Rashid era casi palpable, incluso antes de abrir la puerta. Al entrar, encontró a su padre sentado detrás de un escritorio de madera maciza, observando con atención unos documentos. Su semblante autoritario y su postura recta eran suficientes para imponer respeto a cualquiera.—Kalid, ¿a qué debo tu visita? ¿y porque no has traído a tu hermano?—pregunta el patriarca sin levantar la vista, aunque su voz grave llevaba un tono de impaciencia.Kalid se detuvo frente al escritorio, tomando un momento para ordenar sus pensamientos antes de responder a su padre.—Padre, es sobre Hades hay un problema con él —comenzó, su tono serio y controlado—. El ha cambiado totalmente.Eso captó la atención de su padre, quien levanta la mirada con una ceja arqueada.—¿Hades? ¿Qué ha hecho ahora?Kalid respira hondo antes de soltar la bomba.—Se comprometió con una omega, padre. No solo eso, la embaraz
Hades regresa a su apartamento más temprano de lo habitual. Dejó a Elena con Macarena mientras el iba a echarle un ojo a Amir.A medida que se acerca a la puerta, se dice a sí mismo que Amir, su primo, debería haber terminado ya con su celo. Hades había dejado su apartamento en manos de Amir precisamente para que tuviera un lugar seguro donde pasar ese tiempo. Pero ahora que el periodo debería haber acabado, estaba listo para retomar su espacio. Abre la puerta y entra. Todo está silencioso, excepto por un débil aroma en el aire que hace que frunza el ceño.El ambiente esta inusualmente tranquilo, pero al entrar, se detuvo abruptamente. No puede identificarlo de inmediato, pero hay algo diferente, algo que no encaja.Caminando hacia la sala, su mirada se posa en la cocina, donde ve a una figura femenina de espaldas, cubierta únicamente por una bata de seda. Su cabello estaba recogido de manera despreocupada, y estaba sirviendo café como si estuviera en su propia casa. Hades se detiene,
Hades y Elena llegan a la universidad temprano esa mañana, caminando juntos por los pasillos llenos de estudiantes.La presencia de Hades no pasa desapercibida: su porte imponente y la forma en que camina al lado de Elena hacen que varias miradas se vuelvan hacia ellos.Por su parte, Elena se siente un poco nerviosa. Sabía que tener clases juntos sería complicado, pero no imaginó que estaría tan consciente de cada movimiento de Hades.Al llegar al salón de clases, toman asiento en la parte media de la clase. La profesora Regina, una mujer mayor con cabello gris recogido en un moño y gafas redondas, entra con un portapapeles en la mano.—Buenos días, estudiantes. Hoy trabajaremos en grupos para la asignación de la semana —anuncia con voz firme.Hades y Elena se miran brevemente. No hace falta decirlo; ambos saben que formarán un equipo. La profesora comienza a asignar los temas.—Hades y Elena —dice, deteniéndose un momento para mirar la lista—, trabajarán juntos en la presentación sob
Victoria cierra la carpeta de documentos que tenía frente a ella, con un gesto triunfal en su rostro.Había pasado varios días de absoluto caos en el trabajo, pero ahora que todo estaba bajo control, podía permitirse un momento para pensar en algo diferente. O más bien, en alguien diferente. Amir.Con solo recordar su sonrisa, esa forma despreocupada pero profundamente encantadora de mirarla, Victoria siente una punzada de emoción en el pecho. Sin embargo, se sacude la idea de inmediato. "No lo necesito más", se dice a sí misma con firmeza, convencida de que esos días de intimidad con él habían sido un error pasajero, una distracción que no debía repetirse. Ahora puede concentrarse en otras cosas, ha recibido algunas invitaciones para cenar de algunos pretendientes, pero por alguna razón no se anima a salir con ninguno.Al final del día la certeza no dura mucho. Esa noche, mientras duerme, los sueños la traicionan. En su mente, Amir está de pie frente a ella, su torso desnudo, su piel
—Buenos días para ti también, bebé—dice él, con su voz impregnada de esa ligera diversión que tanto la irrita y atrae al mismo tiempo—. Pensé en invitarte a cenar esta noche, si no tienes planes, Hades y Elena están ocupados con un proyecto y no quiero ser el atrabanco entre ellos. No tengo ganas de cenar solo.—Ya te dije que no estoy interesada —responde ella rápidamente, intentando sonar firme.—¿No lo estás? —replica Amir, y aunque no puede verlo, Victoria sabe que está sonriendo al otro lado de la línea—. Entonces, ¿por qué no colgaste en cuanto escuchaste mi voz?Victoria aprieta los dientes, tratando de no dejarse afectar.—Estoy ocupada, Amir. Si no tienes nada importante que decir, voy a colgar.—Oh, tengo algo importante que decirte —dice él, con su tono volviéndose un poco más serio—. Pero prefiero hacerlo en persona. ¿Qué tal si nos encontramos esta noche?Victoria duda, su mente recordando el sueño de la noche anterior. La sola idea de estar cerca de Amir la hace sentir v
El trayecto hacia la universidad se llevó a cabo en el lujoso Bugatti de Amir. Zahir y Kalid ocupaban los asientos traseros, mientras Amir conducía en silencio. La tensión en el aire era muy evidente. Zahir, con su porte inquebrantable, observaba el paisaje de Luxemburgo sin mostrar ninguna emoción. Kalid, por otro lado, revisaba su teléfono, pero de vez en cuando lanzaba miradas severas hacia Amir.—Amir —dijo finalmente Zahir, rompiendo el silencio—. Espero que entiendas la gravedad de la situación. No estás haciendo tu trabajo como debes.Amir frunce el ceño, sin apartar la vista de la carretera.—No estoy seguro de a qué te refieres, tío. Hades no mencionó nada inusual. Lo tengo vigilado...más o menos. Pero volveremos en el tiempo estipulado a Abu Dabi.—Eso es porque Hades no tiene idea de las responsabilidades que lleva su nombre y tu no sirves para recordárselo —intervino Kalid con frialdad.— Tal vez sea hora de que alguien se lo recuerde.Amir no responde, pero su mente comien
Zahir levanta una mano, deteniendo la discusión antes de que se intensifique.—No vine aquí para discutir. Vine para recordarte tus deberes. Si planeas quedarte con esa mujer, tendrás que demostrar que no será un obstáculo para la familia y acepta ser la segunda consorte o esposa.Hades da un paso hacia su padre, con su voz baja pero llena de convicción.—Elena no es un obstáculo. Es mi elección. Y no necesito tu aprobación para tomar decisiones sobre mi vida. Ya te dije que no tomaré a otra mujer.La tensión entre ellos alcanza un punto álgido, pero antes de que Zahir pueda responder, Amir aparece, interrumpiendo la conversación.—Creo que todos necesitamos calmarnos. Hades tiene un punto y usted, tío...tiene otro. Pero entienda que Hades está construyendo algo aquí, y quizás deberíamos darle el beneficio de la duda, tío.Zahir mira a Amir con frialdad, pero no responde por consideración de que Amir es el hijo de su hermano mayor. En cambio, se vuelve hacia Hades una vez más.—Volver