A medida que el beso se profundizaba, Amir comenzó a deslizar las manos por su cuerpo, descubriéndola lentamente.Aunque su tacto era firme, había una delicadeza que la sorprendía. Era como si quisiera memorizar cada curva, cada rincón de su piel.Victoria, por su parte, trató de mantener el control, recordándose que no era una novata en estas cosas. Pero su cuerpo no respondía como esperaba. Con cada caricia, cada movimiento de Amir, sentía temblores que nunca antes había sentido. Era como si él supiera exactamente dónde tocar, cómo mover sus manos para desarmarla por completo.—Esto no es justo —murmuró, su voz apenas un susurro mientras sus dedos se enredaban en el cabello de Amir—. Tú tienes demasiado control.Amir levantó la cabeza, con una sonrisa ladeada curvando sus labios.—Créeme, no tengo tanto control como parece —responde, y la intensidad en sus ojos le dejó claro que decía la verdad.Se inclinó hacia ella nuevamente, esta vez deslizando sus labios hacia su cuello. Victor
Layla avanza un paso, con su paciencia finalmente agotada.—Hades, no seas idiota. Esto no se trata solo de ti. Si sigues desafiando a Padre, las consecuencias no serán solo para ti.—No me importa lo que signifique para él —respondió Hades, apartando la mano de Kalid con un movimiento brusco—. Ya no soy parte de este juego.Elena apretó la mano de Hades, sintiendo cómo su frustración crecía. Finalmente, decidió intervenir, con su voz temblando ligeramente pero llena de valentía.—¿Por qué no lo dejan en paz? —pregunta, mirando a los tres hermanos con desafío.Las miradas de Kalid, Layla y Yazmin se volvieron hacia ella al unísono, como si apenas ahora notaran su presencia.—¿Por qué no te vas y nos dejas? ¿Quien crees que eres? —pregunta Yazmin, con una risa burlona.—Alguien que no tiene miedo de ustedes —responde Elena, con más valentía de la que realmente sentía.El comentario pareció divertirlos, pero Hades aprovechó el momento para dar un paso al frente, interponiéndose completa
Kalid, Layla y Yazmin descendieron en silencio el ascensor que los llevó de regreso a la limosina. Ninguno dijo una palabra mientras se acomodaban en los asientos de cuero, con la atmósfera aún cargada de la tensión que acababan de vivir.El conductor arrancó, dejando atrás el complejo de apartamentos. Kalid apretaba la mandíbula, con su mirada fija en la ventana. Yazmin jugueteaba con las uñas, incómoda, mientras Layla cruzaba los brazos, claramente molesta.—No puede ser —murmuró Yazmin, rompiendo el silencio—. Algo... algo estuvo mal. Debe ser un error. Tal vez fue ella y él nos hizo creer que era él.—¿Mal? —bufó Layla, mirando a su hermana menor con exasperación—. Lo que estuvo mal fue que Kalid no pudo controlarlo a ninguno de los dos. En cambio sentí que me ahogaba.Kalid giró bruscamente hacia ella, con su mirada cortante.—¿Estás insinuando que fue mi culpa? —su voz era baja, peligrosa.—Lo que estoy diciendo es que no tiene sentido. Siempre has sido el más fuerte. Siempre. ¿
El sol apenas había salido cuando Kalid, Yazmin y Layla volvieron a los apartamentos universitarios. Esta vez, la determinación estaba grabada en los rostros de los tres.Cuando llegaron a la puerta, Yazmin tocó primero, esperando que Hades fuera quien abriera. Sin embargo, fue Elena quien apareció, con el cabello desordenado y una expresión de sorpresa al verlos nuevamente.—¿Qué hacen aquí? —pregunta, tratando de mantener la calma.Layla empujó la puerta antes de que pudiera cerrarla, invadiendo el espacio sin pedir permiso por segunda vez.—No vinimos a hablar contigo, querida —dijo con una sonrisa venenosa—. ¿Dónde está Hades?Elena retrocedió, claramente nerviosa.—Él no quiere hablar con ustedes. Ya lo dejó claro anoche.—Eso lo decidiremos nosotros —replicó Kalid mientras entraba, seguido de Yazmin.El ruido en la sala llamó la atención de Hades, quien salió de la habitación. Al ver a sus hermanos nuevamente en su espacio, su expresión pasó de sorpresa a pura molestia.—¿No ent
Kalid salió primero, con los hombros tensos y la mandíbula apretada, cerrando la puerta del apartamento de Elena con más fuerza de la necesaria.Layla y Yazmín lo siguieron, ambas con expresiones de rabia contenida. El aire alrededor de los tres parecía cargado de tensión, como si las emociones que reprimían pudieran explotar en cualquier momento.En el pasillo, Kalid se detuvo abruptamente, girándose hacia sus hermanas con una mirada que ardía de frustración.—¿Un Alfa Mega Dominante? —escupió las palabras como si le quemaran la lengua—. ¿Cómo demonios llegamos a esto? escuché ese término una vez, pero nunca imaginé que Hades se convertiría en uno con ayuda de esa Omega, debo tenerla para mi, así seré un Alfa Mega Dominante.—Nos humilló —gruñó Yazmín, con su tono ácido y cortante—. Nos trató como si fuéramos simples alfas de segunda categoría. ¿Tenerla? Más fácil tendrías al mundo que a ella hermano. ¿No viste los ojos de Hades? Nunca lo había visto defender algo con tanta desespera
Kalid caminaba con pasos firmes hacia el despacho de su padre, donde la presencia del patriarca de los Al-Rashid era casi palpable, incluso antes de abrir la puerta. Al entrar, encontró a su padre sentado detrás de un escritorio de madera maciza, observando con atención unos documentos. Su semblante autoritario y su postura recta eran suficientes para imponer respeto a cualquiera.—Kalid, ¿a qué debo tu visita? ¿y porque no has traído a tu hermano?—pregunta el patriarca sin levantar la vista, aunque su voz grave llevaba un tono de impaciencia.Kalid se detuvo frente al escritorio, tomando un momento para ordenar sus pensamientos antes de responder a su padre.—Padre, es sobre Hades hay un problema con él —comenzó, su tono serio y controlado—. El ha cambiado totalmente.Eso captó la atención de su padre, quien levanta la mirada con una ceja arqueada.—¿Hades? ¿Qué ha hecho ahora?Kalid respira hondo antes de soltar la bomba.—Se comprometió con una omega, padre. No solo eso, la embaraz
Hades regresa a su apartamento más temprano de lo habitual. Dejó a Elena con Macarena mientras el iba a echarle un ojo a Amir.A medida que se acerca a la puerta, se dice a sí mismo que Amir, su primo, debería haber terminado ya con su celo. Hades había dejado su apartamento en manos de Amir precisamente para que tuviera un lugar seguro donde pasar ese tiempo. Pero ahora que el periodo debería haber acabado, estaba listo para retomar su espacio. Abre la puerta y entra. Todo está silencioso, excepto por un débil aroma en el aire que hace que frunza el ceño.El ambiente esta inusualmente tranquilo, pero al entrar, se detuvo abruptamente. No puede identificarlo de inmediato, pero hay algo diferente, algo que no encaja.Caminando hacia la sala, su mirada se posa en la cocina, donde ve a una figura femenina de espaldas, cubierta únicamente por una bata de seda. Su cabello estaba recogido de manera despreocupada, y estaba sirviendo café como si estuviera en su propia casa. Hades se detiene,
Hades y Elena llegan a la universidad temprano esa mañana, caminando juntos por los pasillos llenos de estudiantes.La presencia de Hades no pasa desapercibida: su porte imponente y la forma en que camina al lado de Elena hacen que varias miradas se vuelvan hacia ellos.Por su parte, Elena se siente un poco nerviosa. Sabía que tener clases juntos sería complicado, pero no imaginó que estaría tan consciente de cada movimiento de Hades.Al llegar al salón de clases, toman asiento en la parte media de la clase. La profesora Regina, una mujer mayor con cabello gris recogido en un moño y gafas redondas, entra con un portapapeles en la mano.—Buenos días, estudiantes. Hoy trabajaremos en grupos para la asignación de la semana —anuncia con voz firme.Hades y Elena se miran brevemente. No hace falta decirlo; ambos saben que formarán un equipo. La profesora comienza a asignar los temas.—Hades y Elena —dice, deteniéndose un momento para mirar la lista—, trabajarán juntos en la presentación sob