Si, estoy definitivamente loca, por no medir mis palabras por la desesperación.El silencio que siguió a mi confesión era tan absoluto que casi podía escuchar cómo los pensamientos de todos daban vueltas en sus cabezas. Mi hermosa declaración, tan valiente como precipitada, había caído como un rayo en medio de una tormenta ya de por sí complicada. Si bien esperaba reacciones fuertes, no estaba preparada para el nivel de caos que se desató.La abuela dejó caer su cuchillo al plato con un tintineo metálico que hizo eco en el salón. Su gesto parecía marcar el inicio de una batalla. Amir abrió los ojos como platos, claramente sorprendido. Dante, mi hermano mayor, se atragantó con su copa de vino, mientras Lucas, mi hermano menor, permanecía congelado, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Mi madre ahogó un grito, llevándose ambas manos a la boca. La mirada de Victoria era puro veneno, mientras que la pobre Nana, Macarena, parecía al borde del desmayo. Pero mi padre… oh, mi padre
Mi abuela volvió a su asiento, y con un gesto severo, indicó que todos debían sentarse nuevamente.—Seguiremos discutiendo esto más tarde —anunció, mirando especialmente a mi padre—. Por ahora, voy a comer, no quiero que se hable de esto aquí, iremos a mi despacho al terminar, Zara trae mis medicamentos de la presión. Este es un momento importante, y debemos procesarlo juntos.—Si, su majestad, enseguida.El ambiente seguía tenso cuando las puertas del comedor se abrieron de golpe, revelando a un hombre alto, de complexión atlética y mirada intensa. Su presencia imponente llenó la habitación al instante, y todos los ojos se dirigieron hacia él. Llevaba un elegante traje oscuro que parecía hecho a medida, y sus botas resonaban con fuerza en el suelo de mármol mientras avanzaba con paso decidido.—¡Westin, cariño! Por lo menos algo bueno llegó—exclamó la abuela Isabelle con una sonrisa radiante, contrastando el estado de ánimo que tenía minutos antes..El hombre inclinó la cabeza en un
Las palabras de Sir William cayeron como una bomba en la mesa, dejando a todos en completo silencio por un momento. El peso de su amenaza era muy evidente, y la mirada furiosa de Hades no tardó en responder.Hades, cuyo control hasta ese momento había sido impecable, sintió cómo una ola de ira recorría su cuerpo. No podía permitir que nadie, mucho menos el padre de Elena, decidiera sobre la vida de ella y de su hijo sin tener en cuenta sus propios deseos. Sin pensarlo, se levantó de su silla con una rapidez que sorprendió a todos los presentes, y su presencia dominó la habitación de inmediato.—No vas a hacer eso —dijo, con su voz profunda y desafiante.El tono no admitía discusión. Miró como Sir William, y los demás alfas de la familia, se levantaron también, dejando escapar sus feromonas con la intención de mostrar quién tenía el control de la situación.Sus feromonas de poder masculinos y femeninos Alfas, llenaron el aire, haciendo que las omegas presentes, como Macarena, y la serv
El asistente asintió, sacó su teléfono y salió rápidamente para investigar, dejando a la familia con una sensación de desconcierto.La abuela de Elena, que había estado observando en silencio, se levantó lentamente. Su mirada intensa no dejó de seguir los movimientos de su hijo, Sir William. Había algo en la forma en que él había hablado, como si las decisiones de la familia pudieran ser tomadas a la ligera, y ella no podía permitirlo.—William —dijo, con una voz que denotaba toda su autoridad de matriarca—, para la próxima vez, piensa bien antes de hablar. No solo por ti, sino por la familia. Si no reflexionas sobre lo que acabas de decir, lo perderás todo. Perdóname, pero no puedes tratar a Elena como si fuera una propiedad más. Ella es adulta, y tiene derecho a tomar sus propias decisiones aunque no sean exactamente las que queremos.Su mirada se suavizó levemente cuando se dirigió a las demás mujeres de la familia.—Victoria, Alena, las necesito a las dos. Vayan a alcanzar a Elena
Las figuras de Alena y Victoria se acercaron rápidamente, visiblemente agitadas. Elena, al escucharlas, suspiró profundamente, sintiendo una mezcla de cansancio y anticipación. Hades, sin soltarla del todo, se giró hacia ellas con una mirada gélida y una postura protectora que parecía advertirles que no iba a permitir ninguna nueva afrenta.—No venimos a pelear, Hades —dijo Victoria, levantando las manos en señal de rendición—. Solo queremos hablar con Elena.—Hablar no es lo que hicieron en el comedor —respondió él, con un tono que denotaba desconfianza—. Si quieren disculparse, tienen cinco minutos.Elena, sintiendo la tensión en el ambiente, le tocó el brazo a Hades suavemente.—Déjalas hablar —susurró—. Quiero escuchar lo que tienen que decir.Hades apretó la mandíbula, pero dio un paso atrás, aunque su cuerpo seguía rígido como si estuviera listo para intervenir en cualquier momento.Alena avanzó primero, su rostro mostraba un conflicto interno que no podía disimular.—Elena, lam
Al día siguiente, el ambiente en la mansión era tenso.William, Westin y Dante, todavía heridos en su orgullo después de los acontecimientos de la noche anterior, se reunieron en el despacho de William. Aunque las palabras de la abuela habían dejado claro que Hades no era un enemigo a tomar a la ligera, ninguno de ellos estaba dispuesto a aceptar que un Alfa externo, y mucho menos uno con una reputación como la de él, se quedara con Elena sin luchar. Menos sin saber de que clase de casta viene. El bebé de Elena para ellos era más un peligro que una bendición.—Esto no puede seguir así —dijo William, cruzándose de brazos mientras miraba por la ventana. Su mandíbula estaba apretada, claramente molesto.—¿Y qué propones? —preguntó Westin, sentado con las piernas cruzadas en uno de los sillones de cuero, jugueteando con un vaso de whisky.—Separarlos —respondió William con firmeza—. Es la única manera de salvar a Elena de sí misma y unirla a tí.Dante, que estaba apoyado en el escritorio
Victoria se sentó en su oficina, rodeada de pilas de papeles y la pantalla de su computadora mostrando un informe que no había avanzado desde hacía horas.Los números y gráficos parecían un idioma desconocido, incapaz de retener su atención. Su mente estaba atrapada en un bucle, recordando una y otra vez esa absurda guerra de feromonas que se desató la noche anterior en la casa de Elena y Hades.El perfume natural de Amir había sido una bomba atómica para su sistema. Su pecho se tensaba con solo pensarlo, algo completamente inaceptable para una Alfa dominante como ella.“¿Cómo demonios pasó esto? Nadie me había afectado jamás.”—Victoria, ¿me estás escuchando? —preguntó Lucas, su hermano menor, mientras dejaba una carpeta en su escritorio.Ella lo miró, sobresaltada. Lucas era más relajado, siempre despreocupado, pero no por eso menos observador. Su ceja arqueada dejaba claro que había notado su desconcentración.—Claro que sí —mintió, enderezándose en su silla.—Ajá… Entonces dime, ¿
Elena respira hondo mientras camina por los pasillos de la universidad, acompañada por Hades y Amir.Sentía una mezcla de emociones: nerviosismo por regresar a clases después de tanto drama y determinación por avanzar lo más posible en su carrera antes de que su embarazo fuera evidente. Hades, como siempre, estaba alerta, con una mano en la parte baja de su espalda, asegurándose de que estuviera bien.Amir, caminando a su lado, intentaba bromear para relajar el ambiente, pero Elena sabía que ambos estaban tan preocupados como ella.—¿Estás segura de que quieres hacer esto, Elena? —pregunta Hades por tercera vez, inclinándose hacia ella.—Sí, ya te lo dije. No quiero dejar todo tirado. Avanzaré lo más que pueda antes de suspender por un tiempo —respondió con firmeza, acariciando ligeramente su vientre con discreción.Llegaron a la biblioteca, donde su amiga Leila ya la esperaba. Era una joven brillante, con una personalidad vibrante y una sonrisa que iluminaba cualquier lugar. Al verla