El asistente asintió, sacó su teléfono y salió rápidamente para investigar, dejando a la familia con una sensación de desconcierto.La abuela de Elena, que había estado observando en silencio, se levantó lentamente. Su mirada intensa no dejó de seguir los movimientos de su hijo, Sir William. Había algo en la forma en que él había hablado, como si las decisiones de la familia pudieran ser tomadas a la ligera, y ella no podía permitirlo.—William —dijo, con una voz que denotaba toda su autoridad de matriarca—, para la próxima vez, piensa bien antes de hablar. No solo por ti, sino por la familia. Si no reflexionas sobre lo que acabas de decir, lo perderás todo. Perdóname, pero no puedes tratar a Elena como si fuera una propiedad más. Ella es adulta, y tiene derecho a tomar sus propias decisiones aunque no sean exactamente las que queremos.Su mirada se suavizó levemente cuando se dirigió a las demás mujeres de la familia.—Victoria, Alena, las necesito a las dos. Vayan a alcanzar a Elena
Las figuras de Alena y Victoria se acercaron rápidamente, visiblemente agitadas. Elena, al escucharlas, suspiró profundamente, sintiendo una mezcla de cansancio y anticipación. Hades, sin soltarla del todo, se giró hacia ellas con una mirada gélida y una postura protectora que parecía advertirles que no iba a permitir ninguna nueva afrenta.—No venimos a pelear, Hades —dijo Victoria, levantando las manos en señal de rendición—. Solo queremos hablar con Elena.—Hablar no es lo que hicieron en el comedor —respondió él, con un tono que denotaba desconfianza—. Si quieren disculparse, tienen cinco minutos.Elena, sintiendo la tensión en el ambiente, le tocó el brazo a Hades suavemente.—Déjalas hablar —susurró—. Quiero escuchar lo que tienen que decir.Hades apretó la mandíbula, pero dio un paso atrás, aunque su cuerpo seguía rígido como si estuviera listo para intervenir en cualquier momento.Alena avanzó primero, su rostro mostraba un conflicto interno que no podía disimular.—Elena, lam
Al día siguiente, el ambiente en la mansión era tenso.William, Westin y Dante, todavía heridos en su orgullo después de los acontecimientos de la noche anterior, se reunieron en el despacho de William. Aunque las palabras de la abuela habían dejado claro que Hades no era un enemigo a tomar a la ligera, ninguno de ellos estaba dispuesto a aceptar que un Alfa externo, y mucho menos uno con una reputación como la de él, se quedara con Elena sin luchar. Menos sin saber de que clase de casta viene. El bebé de Elena para ellos era más un peligro que una bendición.—Esto no puede seguir así —dijo William, cruzándose de brazos mientras miraba por la ventana. Su mandíbula estaba apretada, claramente molesto.—¿Y qué propones? —preguntó Westin, sentado con las piernas cruzadas en uno de los sillones de cuero, jugueteando con un vaso de whisky.—Separarlos —respondió William con firmeza—. Es la única manera de salvar a Elena de sí misma y unirla a tí.Dante, que estaba apoyado en el escritorio
Victoria se sentó en su oficina, rodeada de pilas de papeles y la pantalla de su computadora mostrando un informe que no había avanzado desde hacía horas.Los números y gráficos parecían un idioma desconocido, incapaz de retener su atención. Su mente estaba atrapada en un bucle, recordando una y otra vez esa absurda guerra de feromonas que se desató la noche anterior en la casa de Elena y Hades.El perfume natural de Amir había sido una bomba atómica para su sistema. Su pecho se tensaba con solo pensarlo, algo completamente inaceptable para una Alfa dominante como ella.“¿Cómo demonios pasó esto? Nadie me había afectado jamás.”—Victoria, ¿me estás escuchando? —preguntó Lucas, su hermano menor, mientras dejaba una carpeta en su escritorio.Ella lo miró, sobresaltada. Lucas era más relajado, siempre despreocupado, pero no por eso menos observador. Su ceja arqueada dejaba claro que había notado su desconcentración.—Claro que sí —mintió, enderezándose en su silla.—Ajá… Entonces dime, ¿
Elena respira hondo mientras camina por los pasillos de la universidad, acompañada por Hades y Amir.Sentía una mezcla de emociones: nerviosismo por regresar a clases después de tanto drama y determinación por avanzar lo más posible en su carrera antes de que su embarazo fuera evidente. Hades, como siempre, estaba alerta, con una mano en la parte baja de su espalda, asegurándose de que estuviera bien.Amir, caminando a su lado, intentaba bromear para relajar el ambiente, pero Elena sabía que ambos estaban tan preocupados como ella.—¿Estás segura de que quieres hacer esto, Elena? —pregunta Hades por tercera vez, inclinándose hacia ella.—Sí, ya te lo dije. No quiero dejar todo tirado. Avanzaré lo más que pueda antes de suspender por un tiempo —respondió con firmeza, acariciando ligeramente su vientre con discreción.Llegaron a la biblioteca, donde su amiga Leila ya la esperaba. Era una joven brillante, con una personalidad vibrante y una sonrisa que iluminaba cualquier lugar. Al verla
Hades camina rápidamente hacia la sala de maestros, su corazón latía con furia contenida.No iba a permitir que nadie tocara a Elena, ni mucho menos que la vieran como una víctima de rumores infundados cual sea que se esté expandiendo como pólvora. Cuando llegó a la puerta, se detuvo por un momento, respiró profundamente y entró sin esperar.Al ver a Elena sentada allí, rodeada de los tres profesores, una oleada de ira lo invadió. Los tres maestros la miraban con una mezcla de incomodidad y preocupación, pero ninguno de ellos se atrevió a interrumpirlo cuando Hades irrumpió en la sala.—¿Qué está pasando aquí? —demandó, su voz grave y autoritaria.Elena levantó la vista, aliviada al verlo, pero al mismo tiempo algo nerviosa. No quería que Hades se metiera en problemas por ella.—Hades ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías en tu clase de deporte... esto...—intentó decir, levantándose de su asiento.—Terminé antes de tiempo y te estaba buscando, ¿nos vamos?. —Hades cortó su intento de exp
En otro rincón del campus, Hillary sonreía con suficiencia mientras escuchaba a un grupo de estudiantes comentar los rumores que ella misma había sembrado estratégicamente. Sabía que no podía arriesgarse a ser descubierta, pero disfrutaba cada segundo viendo cómo la atención se desviaba hacia Elena y Hades.Lo que no sabía era que Hades estaba dispuesto a hacer lo que fuera para proteger a Elena, sin importar quién estuviera detrás del escándalo, haciendo de su privacidad un show mediático.Frente al pasillo que llevaría a Elena a su clase, él la miró con suavidad, tomando su rostro entre sus manos.—Elena, no dejaré que nadie te haga daño, ni a ti ni a nuestra familia. No me importa lo que digan o piensen los demás. Lo único que me importa es que estés bien. Y no voy a permitir que hablen de ti de esa manera.Elena sonrió, tocando su pecho, donde sentía el calor de su amor y protección.—Gracias.Pero antes de que pudiera decir más, un sonido interrumpió su momento: alguien pasó rápi
Hades sabía que el tiempo era su mejor aliado y su peor enemigo. Durante días había esperado pacientemente, observando cada movimiento de Hillary y su pequeño grupo de cómplices.Aunque tenía pruebas suficientes para confrontarla, quería manejar el asunto de forma directa. Hillary no solo estaba jugando con la reputación de Elena, estaba jugando con su paciencia, y eso era algo que nadie en su sano juicio debería hacer.Una tarde, mientras cruzaba uno de los pasillos de la universidad, la vio sola. Era el momento perfecto.—Hillary —llamó su atención con voz firme, deteniéndose a unos metros de ella.La joven se giró con aparente sorpresa, aunque su sonrisa forzada traicionaba su nerviosismo.—¡Hades, cariño! Qué inesperado encontrarte aquí. ¿Qué puedo hacer por ti? —respondió con una voz demasiado dulce para ser sincera.Hades no perdió tiempo en rodeos. Su mirada, fría y calculadora, era suficiente para hacer retroceder a cualquiera, pero Hillary no era cualquiera. Aunque se notaba