Amir observaba desde la cocina, su primo tenía una expresión preocupante.Elena, por otro lado, parecía perdida en su mundo, con los ojos rojos y húmedos. Nadie hablaba, y la tensión dentro del apartamento era casi palpable.Mientras se preparaba un café para el y un té para Elena, Amir comenzó a repasar mentalmente posibles escenarios. El rey no solo era un hombre terco y orgulloso; era calculador. El desafío de Hades podría ser visto como una afrenta pública, algo que requería una respuesta contundente. Pero, ¿cómo manejaría esa situación si ahora estaba involucrado un heredero no planificado?Amir tragó saliva. Ese bebé, el hijo de Hades y Elena, lo complicaba todo. Era un Alfa Mega Dominante con una Omega única, una combinación tan rara como poderosa. Esto podía ser visto como una amenaza para el equilibrio del poder dentro de la familia. Pero, al mismo tiempo, ese niño podía ser una pieza clave en el juego político, si el rey decidía aceptarlo.—¿Por qué estás tan callado, Amir?
Ya no había vuelta atras.El salón principal era un lugar digno de la aristocracia: techos altos con candelabros imponentes, paredes cubiertas de retratos familiares.Elena entró al castillo con paso decidido, aunque su corazón latía a toda velocidad. Su mano, firmemente sostenida por la de Hades, le daba la fuerza que necesitaba. Hades, vestido con su imponente traje simbólico como príncipe de Abu Dabi, caminaba con la confianza y el porte de alguien acostumbrado a liderar. Su mirada no titubeaba, como si supiera que cada paso era una declaración de intenciones.Amir, en cambio, se mantenía en silencio unos pasos detrás. Su figura alta y su semblante alerta lo hacían destacar. Su prioridad era clara: proteger a ambos jóvenes y garantizar que pudieran salir de allí sin contratiempos, si las cosas se complicaban.Al cruzar las grandes puertas de madera tallada, el ambiente del castillo pareció cambiar. Las luces cálidas de las lámparas iluminaban los detalles dorados de las paredes y l
La cena había comenzado. Todos permanecen activos a, cualquier gesto. Aunque los sirvientes servían con esmero los exquisitos platillos, el verdadero espectáculo estaba en las miradas que intercambiaban los Winchester con Hades.Sir William tomó un sorbo de su copa y miró a Hades con una expresión inquisitiva.—Dime, joven Al-Rashid, ¿cuál es tu formación académica? ¿Es esta tu primera carrera, o has intentado antes en otros campos?Hades limpió suavemente la comisura de sus labios con una servilleta antes de responder, manteniendo una postura relajada pero respetuosa.—Estudié Economía en la Universidad de Cambridge, donde me gradué con honores. Sin embargo, siempre he sentido una pasión por la Arqueología y el Arte. Es por eso que decidí dedicarme a ellos después de cumplir con mis responsabilidades iniciales.—¿Arqueología? —intervino el tío de Elena, con una sonrisa desdeñosa mientras tomaba un trozo de pan—. Vaya, eso suena más a un pasatiempo de aristócratas aburridos. Déjame ad
Si hay algo que he aprendido en esta vida, es que los imprevistos familiares siempre tienen el mejor (o peor) tiempo.Justo cuando pensaba que la noche no podía ponerse más tensa, se abrieron las enormes puertas dobles del comedor, y un silencio reverencial cayó sobre todos.Mi abuela Isabelle, había llegado.—Disculpen mi tardanza —dijo con su voz pausada, pero con ese tono autoritario que no necesitaba elevarse para ser escuchado. Su caminar era elegante. El bastón que llevaba, era más un accesorio decorativo que una necesidad, golpeaba el suelo con un ritmo constante.Todos se pusieron de pie al instante, como si alguien hubiera accionado un resorte debajo de sus sillas.Bueno, casi todos. Amir no. Él estaba lidiando con un trozo de carne tan grande que, honestamente, parecía haberlo confundido con un desafío personal.—¡Amir! —susurré entre dientes, intentando que él se percate del momento solemne.Pero no, el muy descarado seguía masticando como si su vida dependiera de ello. Sus
Si, estoy definitivamente loca, por no medir mis palabras por la desesperación.El silencio que siguió a mi confesión era tan absoluto que casi podía escuchar cómo los pensamientos de todos daban vueltas en sus cabezas. Mi hermosa declaración, tan valiente como precipitada, había caído como un rayo en medio de una tormenta ya de por sí complicada. Si bien esperaba reacciones fuertes, no estaba preparada para el nivel de caos que se desató.La abuela dejó caer su cuchillo al plato con un tintineo metálico que hizo eco en el salón. Su gesto parecía marcar el inicio de una batalla. Amir abrió los ojos como platos, claramente sorprendido. Dante, mi hermano mayor, se atragantó con su copa de vino, mientras Lucas, mi hermano menor, permanecía congelado, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Mi madre ahogó un grito, llevándose ambas manos a la boca. La mirada de Victoria era puro veneno, mientras que la pobre Nana, Macarena, parecía al borde del desmayo. Pero mi padre… oh, mi padre
Mi abuela volvió a su asiento, y con un gesto severo, indicó que todos debían sentarse nuevamente.—Seguiremos discutiendo esto más tarde —anunció, mirando especialmente a mi padre—. Por ahora, voy a comer, no quiero que se hable de esto aquí, iremos a mi despacho al terminar, Zara trae mis medicamentos de la presión. Este es un momento importante, y debemos procesarlo juntos.—Si, su majestad, enseguida.El ambiente seguía tenso cuando las puertas del comedor se abrieron de golpe, revelando a un hombre alto, de complexión atlética y mirada intensa. Su presencia imponente llenó la habitación al instante, y todos los ojos se dirigieron hacia él. Llevaba un elegante traje oscuro que parecía hecho a medida, y sus botas resonaban con fuerza en el suelo de mármol mientras avanzaba con paso decidido.—¡Westin, cariño! Por lo menos algo bueno llegó—exclamó la abuela Isabelle con una sonrisa radiante, contrastando el estado de ánimo que tenía minutos antes..El hombre inclinó la cabeza en un
Las palabras de Sir William cayeron como una bomba en la mesa, dejando a todos en completo silencio por un momento. El peso de su amenaza era muy evidente, y la mirada furiosa de Hades no tardó en responder.Hades, cuyo control hasta ese momento había sido impecable, sintió cómo una ola de ira recorría su cuerpo. No podía permitir que nadie, mucho menos el padre de Elena, decidiera sobre la vida de ella y de su hijo sin tener en cuenta sus propios deseos. Sin pensarlo, se levantó de su silla con una rapidez que sorprendió a todos los presentes, y su presencia dominó la habitación de inmediato.—No vas a hacer eso —dijo, con su voz profunda y desafiante.El tono no admitía discusión. Miró como Sir William, y los demás alfas de la familia, se levantaron también, dejando escapar sus feromonas con la intención de mostrar quién tenía el control de la situación.Sus feromonas de poder masculinos y femeninos Alfas, llenaron el aire, haciendo que las omegas presentes, como Macarena, y la serv
El asistente asintió, sacó su teléfono y salió rápidamente para investigar, dejando a la familia con una sensación de desconcierto.La abuela de Elena, que había estado observando en silencio, se levantó lentamente. Su mirada intensa no dejó de seguir los movimientos de su hijo, Sir William. Había algo en la forma en que él había hablado, como si las decisiones de la familia pudieran ser tomadas a la ligera, y ella no podía permitirlo.—William —dijo, con una voz que denotaba toda su autoridad de matriarca—, para la próxima vez, piensa bien antes de hablar. No solo por ti, sino por la familia. Si no reflexionas sobre lo que acabas de decir, lo perderás todo. Perdóname, pero no puedes tratar a Elena como si fuera una propiedad más. Ella es adulta, y tiene derecho a tomar sus propias decisiones aunque no sean exactamente las que queremos.Su mirada se suavizó levemente cuando se dirigió a las demás mujeres de la familia.—Victoria, Alena, las necesito a las dos. Vayan a alcanzar a Elena