—¿Estás seguro de que será tan sencillo? —intervino Zahir, con su tono gélido—. Iris no es una mujer que acepte un rechazo fácilmente, y su familia no es alguien con quien quieras enemistarte.Hades asintió, consciente de los desafíos que enfrentaría.—Lo sé, pero no voy a retroceder. Este es mi camino, y no necesito su aprobación para recorrerlo.Elena lo mira, con sus ojos brillando con una mezcla de amor y gratitud. Sabía que no sería fácil, pero Hades estaba decidido a luchar por ella y por su futuro juntos.Elena y Hades salieron del salón después de lo que les pareció una eternidad. El peso de la conversación los había dejado agotados, pero también más unidos.—¿De verdad piensas llevarme contigo a Abu Dabi? —pregunta Elena mientras caminaban por los pasillos del castillo.—Por supuesto —responde Hades sin dudar—. Si vamos a enfrentar esto, lo haremos juntos.Elena asintió, su mano encontrando la de Hades mientras se dirigían hacia el jardín. Sabía que el viaje sería una prueba
El palacio es majestuoso a la distancia, el sol se alza y juega a esconderse tras los altos árboles del jardín de la residencia Winchester Aragón. Hades y Elena estaban sentados en un banco de hierro forjado, rodeados por el aroma de las flores que el viento suave traía hasta ellos, mientras esperan a Amir que no saben a dónde se metió. El silencio entre ambos no era incómodo, pero estaba cargado de pensamientos no dichos.—¿Estás segura de esto? —pregunta Hades, rompiendo finalmente el silencio.Su mirada intensa se clavó en ella, buscando una respuesta más allá de las palabras. Elena suspira, jugueteando con un mechón de su cabello.—No —admite, mirando al suelo por un momento antes de alzar la vista hacia él—. Pero si no lo intento, nunca sabré si puedo hacerlo.Hades asintió lentamente, como si sus palabras hubieran confirmado algo que ya sospechaba. Se levanta y le ofrece una mano.—Entonces, empecemos. Tenemos maletas que hacer. Amir puede llegar solo a casa.Elena toma su mano,
El día se le había arreglado a Victoria y a Amir, el comenzaba a filtrarse a través de las cortinas gruesas de la habitación de invitados, arrojando haces de luz sobre los muebles elegantemente tallados.Amir estaba sentado en el borde de la cama desnudo, con la mirada fija en el suelo, mientras Victoria se acomodaba contra las almohadas, luciendo una expresión despreocupada que contrastaba completamente con la intensidad del momento anterior.Finalmente, Amir rompe el silencio.—Vida mía, ¿puedo preguntarte algo? —su voz era tranquila, pero cargada de curiosidad y algo más que no lograba identificar.Ella se estiró perezosamente antes de asentir.—Claro, pero si es algo aburrido, me reservo el derecho de no responder.Amir resopló una carcajada suave antes de continuar.—¿Por qué cambiaste de parecer? Hace poco parecías completamente reacia a... bueno, a cualquier cosa conmigo. Y ahora… esto. ¿Qué cambió?Victoria lo observa durante un momento, con su sonrisa habitual desapareciendo
Después de la ducha, Hades y Elena salieron del baño envueltos en una atmósfera de cálida complicidad.Hades se aseguró de que Elena estuviera bien arropada en su bata antes de tomar una toalla para secar su cabello. A pesar de la simplicidad del gesto, había algo profundamente íntimo en la forma en que lo hacía, sus movimientos lentos y cuidadosos, como si estuviera manejando algo más que hilos de cabello, algo esencial para él.Elena lo miraba desde el espejo, su sonrisa suave reflejaba el agradecimiento y la calma que sentía.—No necesitas hacer todo esto, Hades. Estoy perfectamente capaz de secarme el cabello.—Lo sé —responde él, dejando la toalla sobre la encimera y acercándose para besar su frente—. Pero me gusta cuidar de ti. Ahora más que nunca.Ella giró sobre sus talones para enfrentarle, sus manos subiendo para tocar su rostro.—Tú también necesitas cuidar de ti mismo, Hades. Esto no puede ser solo sobre mí y el bebé. Somos un equipo, ¿recuerdas?Hades sonríe, esa sonrisa
El aeropuerto de Luxemburgo estaba particularmente animado aquella tarde. Elena, Hades, Amir y Macarena, que avanzaban hacia la zona de embarque, se encontraban detenidos por el padre de Hades.—Padre, no tienes por qué ser tan irritante con mi prometida—dijo Hades, conteniendo la voz, ante su progenitor, un gesto que apenas disfrazaba su desagrado.El rey de Abu Dabi observó a su hijo en silencio durante un momento, antes de que su mirada se posara en Elena. No era sorpresa para ella: la fría expresión del rey nunca había cambiado desde su primer encuentro. Los ojos oscuros del rey brillaron con desdén y, aunque no dijo nada, su actitud era una clara señal de lo que pensaba de Elena.Amir sabe que si interviene no le pondrá las cosas fáciles a Hades o a Elena. Macarena toma de las manos a Elena en forma de protegerla.Su tono cortante lo dijo todo.—Elena Victoria Winchester Aragón —dijo el rey, pronunciando su nombre con una clara tensión, como si fuera una palabra venenosa. A pesar
El odio entre Elena y el rey era evidente, y la conversación no hacía más que sumergirla en una atmósfera cargada de resentimiento. Pero Elena, sin dejarse intimidar, mantuvo su postura, sin dar paso al miedo ni a la frustración que comenzaba a formarse en su interior.—¿Que acabas de decir padre?—la indignación invadió a Hades, mientras intenta contener su ira, su hermano que está casado con dos mujeres no objeto para que Elena sea la tercera más bien pudo notar una sonrrisa desagradable como si fuera él el que ha insinuado esa barbaridad. Y no solo planean alejar a Elena para que se case con su hermano, encima quieren que Hades no reconozca a su hijo como suyo, todo por los malditos planes de su padre.—Lo que sea que haya planeado, su majestad, no lo aceptaré —dijo Elena, mirando al rey con dureza—. No voy a dejar que nadie interfiera en mi relación con Hades. Creo que he sido más que clara con esto, solo espero que cuando la señorita Iris cancele el compromiso, nos dejen en paz a
La mansión donde Amir vivía con su padre era impresionante. Situada en un área apartada, rodeada por muros altos de piedra y puertas ornamentadas, la residencia parecía una fortaleza de lujo, que emanaba una sensación de poder y misterio. Al ingresar a la propiedad, un camino de mármol blanco llevaba hacia un gran patio central.Un mayordomo y varios sirvientes los escoltaron ayudándolos con los equipajes. En este, fuentes de agua adornaban el espacio, creando un ambiente relajante con su sonido cristalino. Palacios como este estaban pensados para reflejar el estatus de Amir y su poderosa familia, y todo en el diseño estaba destinado a transmitir su grandeza.La fachada de la mansión estaba decorada con intrincados detalles islámicos: arabescos, columnas altas, y ventanas con marcos dorados. Las luces cálidas de las lámparas suspendidas sobre las puertas se reflejaban en el suelo de mármol, dándole una sensación de sofisticación al lugar.No era simplemente una casa, era un símbolo de
Elena parpadeó, sorprendida por la llegada inesperada de Kiara y la presentación tan directa de Amón.La mujer que acababa de entrar llevaba un vestido largo y holgado, diseñado para acomodar su avanzado embarazo, y a pesar del cansancio evidente en su rostro, había en ella una serenidad que irradiaba confianza y calidez.Kiara sonrió amablemente a Elena, aunque sus ojos evaluaban cada detalle con discreción.—Es un placer conocerte, Elena. Amir me ha hablado mucho de ti.Elena asintió, tratando de mantener la compostura.—El gusto es mío, Kiara. Espero que te encuentres bien.—Ah, como puedes ver, llevo a un pequeño terremoto en camino —respondió Kiara, acariciando suavemente su vientre con una risa ligera—. Pero estoy bien. Gracias por preguntar.Amón rodeó los hombros de Kiara con un brazo y la ayudó a sentarse en un sillón cercano. Zahir, quien había permanecido observando en silencio, arqueó una ceja al ver cómo su hijo mayor manejaba la situación.—Kiara, querida, ¿no te dije qu