Capítulo 1

Con el corazón roto, la diosa decide tomar un camino diferente y huir antes del dolor, quiere un respiro, quiere despejar su mente, pero lo que no sabe que entre más se aleje, más sufrirá, ya que los recuerdos y el dolor siempre estarán presente.

La grieta que tiene incrustado en su corazón no dejara que la reina intente pensar en lo que es bueno o malo para su vida, para ella el orgullo va de la mano con su personalidad.

¿Será que el tiempo sanará las heridas?

Elliott Carrington ha quedado destrozado después de ver como la diosa se ha alejado de él; ella no es una simple chica o la exnovia de su hermano, para él es y será la mujer que conquistó poco a poco su corazón, no criticando su personalidad y menos huyendo de los gustos ocultos que tiene el amo y señor Elliott Carrington, pero ahora que ella se ha ido la vida de él no tiene sentido.

Él está dispuesto a tenerla a su lado para el resto de su vida, implicando enfrentar a su familia, al hermano y al nuevo rival.

Krystle.

(...)

—Señorita… señorita… —abro mis ojos al escuchar una voz insistente que interrumpe las ganas de no abrir mis ojos nunca—. Bienvenida a Nueva Zelanda—abro mis ojos como plato y volteo a ver a mi alrededor y dentro del avión no hay ninguna alma excepto de la azafata y yo.

¡Me he quedado dormida! Que vergüenza.

El vuelo fue casi de veinticuatro horas y no puedo creer que tato tiempo me haya quedado completamente dormida. Ah, es que las ganas de desaparecer y de no abrir los ojos hacen que las horas sea rápidas y a veces lentas.

—Oh... —me quedo boquiabierta y toda desorientada me levanto—Muchas gracias.

Me siento demasiada apenada porque pude haber roncado y babeado, hasta pude dar un concierto delante de todos los pasajeros y yo sin darme cuenta.

Ay, Dios mío, un día lejano o cercano se cumplirá eso de que no dejarán entrar a pasajeros que les encanta dar conciertos gratis, pero tipo concierto de espanto, ya que mis ronquidos nos son cánticos celestiales.

—De nada, vamos, la acompañaré hacia la salida —la azafata me regala una sonrisa.

Muy amable, pero no voy a negar que se está riendo de mí, ¡Dios, trágame tierra!

Ella camina hacia la salida y yo la sigo, ¿cuántas horas he dormido?

La chica es muy amable, pero la verdad no quería despertar, ya que todo me parece un mundo del que no quiero vivir.

Fuera del avión nuevamente me despido de la chica para luego seguir mis pasos e irme al rumbo que tengo predestinado desde hoy.

Después que vaya a recoger mi equipaje buscaré un teléfono público, ya que el mío en este momento se encuentra en la b****a. No quiero ver a nadie y menos que me llamen.

La madre que me trajo al mundo es capaz de contratar a alguien que rastree mi móvil y lo último que quiero en este instante es que me encuentre o que mis ojos la vean.

***

—Hola —susurra cerca de mi oído y yo doy un pequeño grito—. Cálmate, soy yo—alza sus manos y retrocede.

—Eres un maldito —chillo como loca y él se sorprende por mi vocabulario—, no me mires así Lorenzo, tú tienes la culpa porque no me avisaste que estarías aquí—protesto y luego bajo mi mal humor porque las personas que están a mi alrededor me ven con una mirada extraña.

Ah, él se lo gana porque en este momento me encuentro como una osa rabiosa y lo último que quiero es que me sorprenda, suficiente con las sorpresas que tuve en casa de Elliott. Ah, porque tengo que acordarme de él.

El primer paso para olvidar es estar lejos de todo lo que me afecta, ya lo estoy, ahora tengo que dejar de pensar en él, ya que me hace daño, mucho daño.

—¡Claro que te avise! ¿Dónde está tu móvil? —extiende la palma de su mano y mueve sus dedos.

—Lo tiré —encojo los hombros y sonrío un poco apenada.

—Ahí esta tu respuesta —da dos pasos hacia delante tras llevar ambas manos en la bolsa de su pantalón—. Vamos, tu nueva casa te espera.

¡Nueva casa! Que raro se siente eso, por un lado, me siento agradecida por su amabilidad y por toda la ayuda que me está dando, pero por otro lado me siento como una aprovechada.

—Espera, tengo que ir por mi equipaje —le señalo la fila de espera para ir por mi equipaje.

—Espérame aquí, iré por el —¿qué lo esperé?, pero si no tengo donde irme.

 [Flashback]

Doy dos pasos hacia delante y como el tiempo estuviese a mi favor, poso mi mano en ese pechito, mmm… ¡Está duro!, puedo sentir cómo su cuerpo se tensa y ese corazón empieza a latir a mil por hora.

—No me digas que te estás ofreciendo —dice bruscamente, pero sin quitar su mirada de la mía.

¡Eso es más ni menos que nerviosismo!

—No me digas que eres gay —hablo entre risas.

Es inevitable no reírse, aunque sería una lástima que fuese una de las mismas porque no negaré que el muchacho está que se come solo. Muerdo mi labio inferior y de una vez me deleito de todo ese cuerpo y rápidamente lo desnudo con la mirada.

—¡Estás loca! —con rapidez tomó mi mano y la estrujó fuertemente hasta hacerme gemir de dolor—. Eres la novia de mi hermano—protestó.

—¿Y? —esas fueron mis únicas palabras que pudieron salir.

No comprendo por qué se enoja, puesto que si es gay no hay problema que lo toquetee y manoseo ese cuerpazo que quisiera explorar, pero al parecer no puede salir del closet y como yo soy una buena samaritana ¡lo ayudaré!

Lo primero que desearía tocar y ver por mis propios ojos es el tamaño de su pepino.

Sin esperar me abalanzo sobre él y cómo puedo lo empujo contra la pared. Uno mis labios con los suyos. Profundizo el beso antes de que me empuje o me rechace. Él permite que mi lengua recorra la suya, para luego responder en la manera que lo deseaba. Jadeo.

¡Wao…!

—Estás loca si crees que traicionaría a mi hermano —en un abrir y cerrar de ojos se aparta de mí.

Trato de recuperar el aliento, mi corazón late a toda prisa. Quiero inclinarme y sujetarme en rodillas, pero eso sería demasiado, puesto que él me observa detenidamente.

¡Mierda! ¿Qué es lo que acaba de pasar?

Es obvio que no es gay…

—Así que no eres gay —sonrió emocionada, pero luego se esfuma al ser rechazada, ¿será que nací el día de los defectos o de los rechazos?

Estoy destinada al rechazo.

[Fin del Flashback]

—Puedo saber de qué tanto sonríes —parpadeo un poco y sacudo mi cabeza, alejando los pensamientos que viene a mi cabeza.

Lorenzo aparece con mi maleta; él es una buena persona y yo aquí pensando en Elliott, sí, esa persona de la que pensé que jamás me mentiría.

Elliott me rechazó por respeto a su hermano, pero no se resistió mucho tiempo y es obvio que nadie se puede resistir antes mis provocaciones, además yo descubrí que el maldito no es ningún gay. Es un papacito sexi, todo un hombre, un amo y yo era su sumisa.

—Oh, es que me he dormido en el avión y no me di cuenta cuando aterrizo y lo vergonzoso es que la azafata estuvo luchando para que despertara —miento, no puedo decirle que en mis pensamientos todavía está Elliott, pero también está lo que Hunter y mi madre hicieron—. Ahora dime como pudiste obtener rápido mi equipaje—me cruzo de brazos y veo que la fila no avanza.

—Ah, porque esa fila no es la del equipaje y para uno querer su equipaje no hay necesidad de hacer fila y menos esperar tanto —reprime una sonrisa—. Vamos—extiende su mano y yo me quedo viendo y pensando si estoy haciendo bien o mal.

¡Espero no ilusionarlo!

Una y mil veces me repito en mi cabeza que Lorenzo es un gran hombre que no merece que lo lastimen y menos que lo engañen, por ello le diré de una vez por todas que jamás se ilusione conmigo, le agradezco por todo lo que hace, pero no puedo mentir y menos quiero intentar tener algo nuevo. No, eso seria engañarme a mi misma. El único perjudicado aquí seria Lorenzo, ya que no podría corresponderle de la misma manera que él.

No sé si hice bien en venir y pedirle ayuda.

Ya, cero arrepentimientos, ahora a disfrutar de esta bella ciudad pintoresca.

¡Nueva ciudad, nueva vida!

—Vamos —acepto su mano y me acerco a él y dejo reposar mi cabeza en su hombro—. Y todo porque me salvaste de estar más tiempo en una fila de la que jamás debí hacer.

Ah, eso me pasa por no preguntar.

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