Capítulo 7

Krystle.

Dios mío, que es lo que he hecho, porque siento que voy a morir.

—Señorita Krystle, tiene que ir al médico —me quejo una y otra vez de la insistencia de Karina.

Tengo un par de semana con muchos malestares, pero los he ocultado porque no quiero incomodar y menos molestar a Lorenzo, no quiero que se preocupe aún más cuando me siento incómoda estando en su casa, aunque él me dice que no tengo por qué sentirme mal, ya que puedo estar todo el tiempo que quiera.

Llevo un mes aquí, pero no me puedo acostumbrar estar lejos de mi casa y de la madre que me toco, pero nuevamente recuerdo porque estoy aquí y me tranquilizo.

Ah… Me levanto, corro al baño y llego justo a tiempo antes de derramar todo el piso de vómito. Ay, como me duele el estómago y no se diga de la garganta, luego de unos minutos consigo levantarme con ayuda de Karina hasta caminar a la cama. Me tiro en ella y cierro mis ojos para que el mareo se me pase y las ganas de vomitar también.

Estoy demasiada enferma y no sé qué es lo que me hizo daño, ¿por qué me sucede esto a mí?

—Puedes irte Karina, solo es una mala digestión —susurro.

Eso es lo que más deseo porque la verdad no quiero enfermar por mucho tiempo porque eso significa que daría más molestia.

—Le traeré una sopita y algo para los malestares y vómitos —escucho el tono de su preocupación.

Después que escucho que la puerta se cierra siento que nuevamente mi estómago se contrae y nuevamente vuelvo al baño. Estoy nuevamente aquí, me encuentro mejor cada vez que vomito siento un alivio. Después de un rato me encuentro mejor, me levanto y nuevamente voy a la cama.

La cama es mi amiga y la única que me ayuda a estabilizarme después de que vomite y vomite.

¿Qué es lo que me ha caído mal? ¿Será que es la semana que estuve comiendo esas galletas de chocolate que preparó Karina? Aaahh… No creo que unas galletas caseras me hayan hecho daño, ¿entonces que es?

La cabeza me da vueltas e intento pensar que es lo que tengo y porque he enfermado. Intento dormir para que se me vaya el mareo, pero es imposible lograrlo.

Luego de unos minutos abro mis ojos, ya que Karina acaba de entrar y con su vocecilla me despierta. Lo primero que veo es una bandeja y sobre ella hay una taza de sopa y una de té. Ignoro lo que acaba de traer porque no tengo apetito e incluso lo primero que me dan son náuseas.

Camino hacia al espejo y veo mi rostro pálido, ese cabello mechudo, ese rostro de un zombi moribundo y de esas enormes ojeras. ¡Parezco un monstruo!

—No… no… no… no puede ser —llevo mi mano hacia mi cabeza, en mi cabeza está rondando una estúpida idea.

—Tiene que tomarse un té y tomar esta sopita para que se mejore —Karina viene hacia mí.

Mi mente se bloquea al quedar en completo shock, mi estómago se contrae de nuevo y corro de nuevamente al cuarto del baño.

Diez minutos después de estar vomitando y ya me duele el estómago al solo tirar las bilis porque no tengo nada. Estoy tirada en el suelo y no tengo ni fuerza de levantarme. Todo me da vueltas. Acabo de percatarme que llevaron tener la regla más de lo que debía pasar.

Siento que me falta el aire… Creo que me va a dar un infarto de un momento a otro, es que esa teoría de la que divaga en mi cabeza va a un paso de la verdad. Cuando consigo que la cabeza deje de darme vuelta, caigo al suelo y luego me incorporo con ayuda de Karina.

—Gracias, Karina —siseo.

Me tumbo en la cama y cierro mis ojos, me siento cansada y adolorida.

—Usted necesita que un médico la vea —propone desesperada.

No, no puedo hacer un escándalo y menos quiero que Lorenzo se entere de que me encuentro mal, he estado ocultándolo, pero hoy todo se me salió de las manos. Intento pensar y ahora que me esfuerzo me quedo pasmada porque hace un mes que me debería venir la menstruación o puede que no me venga por el estrés.

Pero el tiempo que me acostaba con Elliott estuve con anticonceptivos y no puedo creer que no sean efectivos como dijo la chica de la farmacia.

¡Farmacia! Oh, m****a, será que olvidé tomarme la pastilla o se me paso por alto. Con Hunter jamás tuve relaciones sin condón, eso porque él era demasiado precavido y mi madre estaba ahí para recordármelo mientras que con Elliott se me olvidaba la responsabilidad de usar protección.

—Necesito un test de embarazo —esas son las únicas palabras de desesperación que me salieron.

—Tengo que llamar a un doctor.

—No…, No…, No —abro mis ojos como plato y me siento—No quiero que metas a Lorenzo en esto, te estoy pidiendo ayuda Karina—palmeo dos veces a lado de la cama para que ella se siente—, por favor, quiero saber qué es lo que tengo y sacar de dudas mis sospechas para luego buscar a un médico que me ayude.

—La compraré y antes que venga el señor, se la tendrá que hacer —ella se sienta a la par mía—, no tardaré y mientras salgo quiero que se tome esa sopita antes que se le enfríe—la señala tras advertirme.

—Gracias.

Ella se levanta y sale dejándome sola…, sola…, sola y con mi cabeza patas arriba.

***

—Esto no puede estar pasando, ¿por qué no se bebió la sopita y el té? —poco a poco abro mis ojos y veo la furia de Karina.

—Ah, Karina, no me regañes, pero lo último que quiero es probar bocado —arrugo mi rostro.

—Está bien, en la farmacia me recomendaron que usted debería ir al médico para hacerse el examen de orina o de sangre —extiende una bolsa y puedo deducir que son las pruebas de embarazo, ya que con una no basta.

Tomo la bolsa y me levanto de la cama tras ir al baño. Le digo a Karina que agradezco de su ayuda, pero también agradecería que tenga mucha discreción porque quiero primero confirmar mis sospechas o saber qué es lo que tengo.

Con los ojos como plato, saco una caja de prueba de embarazo. Leo las instrucciones y por lo que logro analizar todo es básicamente 99%. Dice que tengo que hacer pis sobre la banda.

Con las manos temblorosa, sacó el test y camino hacia el retrete, me siento. Con manos temblorosas, tengo el test. Cuando por fin atino a mojar el absorbente, además de mi mano. Rápidamente coloco el test en mi posición horizontal, dejo el test sobre la encimera de baño.

Una vez me recompongo y me subo mi pijama, sí, no tengo ganas de ponerme nada y sé que doy asco, pero la verdad no tengo ganas de nada.

M****a…, m****a…, m****a, que miedo me da.

¿Yo madre? Na-ah, puede que esté enferma y no toda esta estupidez de la que estoy imaginando. No puedo estar embarazada.

Es que de solo imaginarme esa teoría me suelto a reír porque es una idea estúpida, totalmente estúpida, dado que jamás podría traer un bebé al mundo, no... Es que no puedo traer un bebé a este mundo y menos en las circunstancias en la que me encuentro.

Por favor Dios, no me abandones, no permitas que esa idea absurda de que estoy embarazada solo sea mentira y que todo lo que siento es debido al estrés o una mala indigestión. Sí, que sea una mala indigestión.

Cruzo los dedos, sí, ¡no embarazo! Aún no estoy lista, tal vez en un futuro lejano... lejano... muy lejano.

Nooo… Nooo… Nooo...

Han pasado tres minutos y la verdad que me da nerviosismo esos dos minutos más que hacen falta para ver el resultado total. Intento no desmayarme antes de ver los resultados.

Respiro profundo y voy directo a ver el resultado del test.

Oh, m****a… No… No… No y no, ¡definitivamente no puede ser cierto!

Con desespero nuevamente vuelvo a leer y dice. Si salen dos rayitas, es positivo y si sale solo una, negativo. Por primera vez en mi vida, deseo y anhelo un negativo. Puede que los números sean mi fuerte, pero esta vez quiero un negativo en todo.

—Oh, m****a, dos rayitas —suelto el test y vuelvo a coger la caja de instrucciones.

 Dos rayitas, positivo. Una, negativo.

Pero que m****a..., ¡mi madre la que me parió!

No, tengo que volver a leer, esto debe ser una enorme confusión y puede que por los mareos no pueda leer bien. Vuelvo a releer. Dos rayitas, positivo. Una, negativo y me sale lo mismo.

Me desplomo al suelo, me suelto a llorar porque no puedo creer que esta maldita prueba diga que estoy embarazada. Esto es un sueño o es una pesadilla, una maldita pesadilla.

No puede ser… No puede ser.

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