Capítulo 14
Alguien da dos golpecitos en el umbral de la puerta y me obliga a detener el trazo con el lápiz y a alzar los ojos de la tableta.

Ross está en la entrada, sostenido al picaporte de la puerta, observándome con una pequeña y triste sonrisa.

Contengo un suspiro pesado y sigo con lo mío.

Dentro de media hora he de hablar con Marco sobre los avances que le envíe y quiero terminar la siguiente ilustración antes de esa reunión.

Oigo los pasos de mi amigo adentrarse en mi estudio y quedar frente a mi mesa, pero no aparto la mirada de mi tarea.

—Nena, ¿seguirás sin hablar con nadie? — murmura bajito.

Aprieto los labios y sigo trazando líneas en el dibujo.

Tiene razón; no me apetece charlar con él, ni con nadie.

He estado muda los últimos cuatro días. Ni mi madre, ni mi amigo, ni siquiera mi reservado primo, han logrado que diga una palabra sobre lo sucedido. Aunque sé perfectamente que Airi los ha puesto al día con la escenita que monté. Aún escuece, no voy a negarlo. Como tampoco
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