Me duele todo, pero, al mismo tiempo no soy capaz de mantenerme acostada durmiendo. Por eso, aún no he salido del quirófano cuando he despertado para ver el pánico de los doctores que observan hacia un punto con temor.— Si algo sale mal asegúrense de decirle a mis hijos que los amo mucho. — dice una mujer angustiada.— ¿Qué sucede?— ¡¿Por qué ha despertado?! — grita el doctor.— Con las amenazas del señor Krick, es mejor que este despierta.— Creo que será tu última cirugía como anestesiólogo.— ¿Qué sucede?— ¡¿Por qué está mi mujer despierta, idiotas?! — grita Arnold.— Ya la voy a…— No. — digo con dificultad.Todo se queda en silencio, pero, nadie se atreve a mirar hacia el lugar donde se encuentra Arnold. Porque aunque no lo veo sé que está viendo todo.— Entonces…— Quiero saber qué pasa.— Debes descansar, Eva. Deben dormirte. — dice la voz de Arnold y reconozco que está listo para matar, su enojo en su voz es evidente.— No quiero.— Eva, por favor…— ¡Dije no! — digo y de i
Arnold ni siquiera lo piensa, él saca su arma y dispara a todos angustiándome, porque ellos no se defienden y Arnold no muestra intenciones de perdonarlos. Por eso, todo queda en absoluto silencio después de asesinarlos.— Lo hiciste.— Te aclararé las cosas porque pareces aturdida: yo no perdono errores. Quien no es capaz de cumplir con sus responsabilidades, lo único que va a obtener de mi parte es la muerte.— Son seres humanos…— Ellos me vendieron su vida, les pago lo suficiente para que cumplan como corresponde con su responsabilidad, así que, si han fallado en eso, la muerte es lo que van a obtener. Ellos lo saben y espero que lo tengas claro porque no será la primera vez que me veas asesinándolos. — dice Arnold con frialdad y yo tensiono mi cuerpo.‘¿Qué esperabas, Eva? Es un jefe de la mafia, no puedes esperar que resuelva las cosas de fo
Todo es muerte para Arnold, él no puede pensar en otra solución para las dificultades si no es asesinando. Es agotador intentar controlar esta bomba sin seguridad, una que podría acabar con mi vida en cualquier momento.— Arnold, estoy cansada de esto. si quieres asesinar a alguien por el dolor que tengo, deberías asesinarte, porque por tu culpa es que fui objetivo de esos bastardos y por tus estupideces es que me lastimé recientemente.— No digas tonterías.— Son los hechos, Arnold. Por tu culpa es que estoy envuelta en toda esta situación de la que no tenía pensado ser parte. Por tu maldita obsesión a no dejarme ir es que estoy herida, con un loco de mierda que quiere matar incluso si una mosca me toca.Tengo muchas cosas más por decir, pero me quedo en silencio al sentir el dolor de mi herida. Una que parece preocuparle mucho a Arnold, ya que, se sienta en una silla cerca d
La herida se siente húmeda, es evidente que se ha abierto por la visita molesta de Arnold que solo complica todo. Pero eso no parece importarle a él que solo está interesado en ordenar y humillar o maltratar a los demás.— Tu locura no tiene límites.— Eres mi mujer, Eva y no voy a permitir que ningún bastardo que te ha tocado este con vida.— ¿Matarlos me regresará la virginidad? — pregunto con molestia.— Es verdad, eso no lo hará. ¡Doctores! ¡¿Dónde están los doctores?!La puerta se abre para mostrarse dos doctores y muchas enfermeras que no son capaces de observar a Arnold a los ojos.‘Su poder parecer inmenso.’ Me digo mentalmente.— ¿Qué desea señor Krick?— Reconstrúyanle la vagina a mi mujer, quiero que quede como si fuera virgen. — ordena Arnold y yo sie
Ni siquiera me esfuerzo por mirar la fuente del ruido, solo me concentro en correr, pero antes de bajar el siguiente piso, la puerta se abre con varios escoltas que me observan asustados.— ¡Señora Krick! — gritan ellos.— No se atrevan a tocarme. — les advierto.Pero, mi amenaza no eran los hombres que obstruían mi paso si no el hombre que me levanta como si fuera un pequeño perro que ha sido alzado.— Sí, ninguno puede atreverse a tocarla. — amenaza Arnold con frialdad.— ¡Bájame ahora mismo! — grito con todas mis fuerzas lastimándome la herida.— Pareces un pequeño chihuahua, ¿tendré que vacunarte contra la rabia? — pregunta Arnold en tono burlón, causando que sienta mucho más enojo, pero no puedo demostrarlo, por lo menos no así.— Por favor, déjame ir.— Vayamos a va
Nadie me defiende, por eso, Arnold me lleva a la que será mi prisión hasta el fin de mis días y como si estuviera llevándome en sus brazos con mucho amor y delicadeza, me deja hace entrar a una habitación donde después de dejarme en la cama, confirmo que será mi calabozo. Uno muy lujoso, pero, calabozo al fin.Arnold, no se marcha, si no que comienza a desvestirse porque su perfecto traje blanco, tiene sangre. Entonces, alguien toca a la puerta y él le permite el paso al robot que se acerca a mí con una pinzas que me asustan.— ¡Aléjate de mí! — grito, pero como las personas, el robot me ignora.— No necesitas preocuparte por lo que pueda hacerte el robot, lo que va a hacerte es curar tu herida.— Estoy bien.— Si no dejas que el robot te toque, lo haré yo, pero, no soy alguien que lo hace de forma delicada.No me niego a ello, despu&e
En este punto no es posible para mí saber si no moverme es una ventaja o desventaja, porque si pudiera hacerlo, no sé si intentaría escapar o subirme sobre su cuerpo para saber de una vez por toda qué es lo que tanto alardea.— ¿Sabes? Dicen que cuando el hombre tiene la polla muy grande no se endurece lo suficiente porque la sangre que bombea no puede endurecerla tanto porque tiene mucho terreno que cubrir, pero, a mí no me pasa eso. incluso parece un mástil, solo falta tu bandera.— Sin duda, eres un romántico que colocaría en problemas a cualquier escritor de romances.— Te lo dije, no te enamoraré de forma tradicional pero eso no quiere decir que no seré dulce al momento de decirte las cosas que harán enamorarte de mí.— Con tanto dulce en sus palabras, no entiendo porque no estoy rodeada de hormigas o no hay unas abejas creyendo que aquí
Tensiono mi cuerpo, sobre todo, porque él parece saber cómo atender a una persona, ya que, con cuidado me coloca cerca del lavamanos y sin desagrado, me desnuda desde mi cintura hacia abajo para sentarme sobre el inodoro.Me sorprende ver que Arnold sea delicado cuando me sienta y que me espere pacientemente cuando debería darle vergüenza… no, vergüenza es algo que él no posee.— Necesito que salgas.— También sé cómo cuidar a alguien de una herida de bala, me tocó hacerlo con mi madre, así que, no necesitas preocuparte. En estos momentos no te veo como mujer.— ¿Madre?— La mujer que mi padre tuvo después de que mi madre muriera. También tuve que hacer lo mismo con mi hermana.— ¿Por qué tú?— Me encantaría que dijeras que estás celosa por lo que he dicho, pero dudo que sea eso.