Narrador:El Hospital Derek era un hervidero de actividad constante, un escenario perfecto para los mejores talentos médicos. Entre esos talentos brillaban Robert y Rafaela, dos estrellas en ascenso. Ambos, destacados no solo por su pericia médica, sino por la conexión que compartían, eran la envidia de sus colegas. Siendo médicos destacados cada uno en su área, sus jornadas eran maratónicas, pero encontraban en el otro una especie de bálsamo para las tensiones de sus días.Aunque Rafaela era todo lo que Robert alguna vez pensó que no necesitaba era inteligente, seria, íntegra y con una paciencia inquebrantable, además de extremas atractiva, ella había hecho lo impensable: había conquistado al hombre más mujeriego del hospital.Robert, el mismo que antes coleccionaba conquistas como si fueran trofeos, ahora solo tenía ojos para Rafaela. No fue una transición fácil; los chismes en el hospital no ayudaron, pero Robert estaba decidido a demostrar que ya no era el mismo. Rafaela lo compl
Axel:Mi vuelo a Inglaterra estaba cargado de una emoción que pocas veces había sentido. Aunque el pretexto oficial eran los negocios, la verdadera razón que me impulsaba era mucho más personal, más íntima: encontrar el regalo perfecto para Victoria. Desde el día en que la miré a los ojos por primera vez, esos ojos verdes que parecían contener la inmensidad de un bosque, supe que mi vida había cambiado. Había algo en su mirada, una mezcla de ternura y fortaleza, una rebeldía interna que me atrapó sin remedio.Victoria es especial. No es solo su belleza, que parece sacada de un sueño, sino su esencia: esa mezcla de inteligencia y determinación, además de una dulzura en sus pucheros cuando quiere pedirle algo a Derek. Ahora que sé que cumplirá 18 años y entrará a estudiar medicina, quiero apoyarla, motivarla, intentar entablar una amistad, demostrarle que siempre estaré allí para ella. Así que decidí que un regalo cualquiera no sería suficiente. No, tenía que ser algo tan único como el
Narrador:Un avión privado, imponente en su diseño y decorado con grandes letras que resaltaban “SULLIVAN” en un elegante dorado, aterrizó con precisión en el aeropuerto de Nueva York. De él descendió un hombre cuya sola presencia irradiaba autoridad y carisma. Vestía un impecable traje de tres piezas en un sofisticado tono gris claro, cuya confección evidenciaba un gusto exquisito. Cada paso que daba era una mezcla perfecta de confianza y elegancia, este no era otro que Axel Sullivan.En sus manos llevaba dos cajas que parecían ser más valiosas que cualquier contrato multimillonario que hubiese firmado en su vida. Una, más grande, contenía el vestido perfecto, envuelto con un delicado papel de seda, casi como si protegiera una obra de arte. La otra, más pequeña, albergaba un collar exclusivo, diseñado con una meticulosidad que desbordaba significado, pues el pequeño fonendoscopio inspiraba su sueño de ser doctora.A pesar de su habitual compostura y el aura de autocontrol que solía
Narrador:El lujoso The Plaza Hotel, un ícono neoyorquino, resplandecía esa noche en toda su magnificencia. El cumpleaños de Victoria se celebraba en su legendario Grand Ballroom, un salón de ensueño que parecía haber salido de un cuento de hadas. Los techos altos y abovedados, adornados con relucientes candelabros de cristal, reflejaban la luz cálida que envolvía el ambiente. Las paredes, decoradas con molduras doradas, contrastaban con los arreglos florales en tonos azules, celestes y blancos que llenaban el espacio. Las flores, elegidas cuidadosamente, incluían hortensias, lirios y rosas, creando un ambiente elegante y fresco, casi etéreo.El centro del salón estaba presidido por una imponente pista de baile de mármol blanco, rodeada de mesas redondas cubiertas con manteles de lino azul celeste y adornadas con delicados candelabros dorados que sostenían velas parpadeantes. Todo estaba impecablemente dispuesto, una combinación perfecta de lujo y calidez que reflejaba el esmero con e
Narrador:La mañana amaneció con un brillo especial, como si el universo supiera que aquel día sería inolvidable. Thomas Carson observaba desde la ventana el ir y venir de las nubes en el cielo, perdido en sus pensamientos. La noche anterior en la fiesta de Victoria había sido un recordatorio de lo mucho que amaba compartir momentos con Helena. Aunque la vida les había regalado un pequeño milagro con el nacimiento de Eliot, sentía que aún le debía algo esencial: una boda religiosa que simbolizara la unión de sus almas bajo la bendición de Dios.Con esa determinación, Thomas comenzó a preparar cada detalle para la Nochebuena. Había reunido a todos sus amigos y familiares, desde Derek y Emily hasta Victoria y Axel, quienes habían pasado por tantas vivencias recientes. La cena sería sencilla pero exquisita, con un banquete que reflejaba el espíritu de las fiestas y un ambiente cálido en la gran sala adornada con luces doradas y velas parpadeantes.Thomas revisó el anillo que había esco
Narrador:Los preparativos de la boda de Thomas y Helena avanzaban con delicadeza y esmero. Habían escogido el 14 de febrero, el día de San Valentín, como la fecha para sellar su amor, un gesto cargado de simbolismo.Helen, con su habitual entusiasmo, se sumergió en cada detalle, desde la elección de las flores hasta el diseño de las invitaciones. Emily, su gran amiga y dama de honor, estaba a su lado en todo momento, compartiendo su emoción y ayudándola con cada decisión. Para Emily, la boda no solo era una celebración del amor Helena y Thomas, sino también una oportunidad para reflexionar sobre su propia relación con Derek.Derek, al observar a Emily tan emocionada con los preparativos de la boda, comenzó a gestar en silencio un plan. Quería hacer algo especial, algo que mostrara cuánto la amaba y cómo ella había transformado su vida. Decidió que no habría mejor momento para sellar su amor que el inicio de un nuevo año, un símbolo perfecto de los nuevos comienzos que quería comparti
Narrador: Los días pasaron como hojas arrastradas por un suave viento de invierno, cada uno trayendo consigo las ocupaciones y expectativas propias de quienes estaban construyendo futuros llenos de promesas. Para Robert y Rafaela, la vida transcurría entre los preparativos de su boda, una ceremonia que habían decidido celebrar a finales de enero. Este nuevo capítulo no solo los llenaba de alegría a ellos, sino también a sus familias. Los padres de Robert, quienes durante años habían aguardado pacientemente a que su único hijo sentara cabeza, estaban extasiados al saber que lo haría junto a una mujer tan maravillosa como Rafaela. En Venezuela, los padres de la novia, ahora disfrutando de su jubilación en Caracas, recibieron la noticia con una felicidad que iluminó su tranquila rutina. Saber que la boda se celebraría en su país natal fue un regalo inesperado, una oportunidad para compartir un momento inolvidable en el lugar que siempre había sido su hogar. La ceremonia sería ínt
Helena: Todo ha sido una montaña rusa de emociones. Thomas y yo hemos vivido tanto, enfrentado retos que parecían insuperables, pero aquí estoy, sintiéndome la mujer más feliz y afortunada del mundo. Tener su amor, verlo cuidarnos y entregarse de lleno a nuestra familia, me llena de gratitud. Ahora, con Eliot en nuestras vidas, nuestro amor se siente más pleno, más fuerte. Hoy, a pocas horas de casarme con el hombre más maravilloso que he conocido, quise cerrar un capítulo importante de mi vida. Por eso, estamos aquí, en la tumba de mi padre. Traje conmigo a mis dos grandes amores: Thomas y Eliot. Mientras acaricio la fría lápida con la inscripción de su nombre “Arthur Russell”, siento que mi corazón late en un compás entre la alegría y la melancolía. —Querido papá —susurro, dejando que mi voz se rompa un poco..,—cuánto dolor me causó tu partida. Te extraño todos los días de mi vida. Eres mi primer gran amor, el que me enseñó a soñar y a creer en la bondad de las personas.—