Celeste sacó su celular, pero antes de que pudiera ver quién llamaba, Lorenzo, con su actitud dominante, la tomó suavemente por el cuello, obligándola a mirarlo a los ojos.—No contestes. Bésame.—No seas pesado, necesito contestar la llamada.—¿Es más importante el teléfono que yo? —Lorenzo arqueó una ceja, la molestia cruzando su atractivo rostro—. Bésame ya, o te tiro el celular.Su amenaza, infantil y autoritaria, era tan típica de él.Lorenzo disfrutaba sabiendo que siempre ocupaba el primer lugar en la vida de Celeste, incluso por encima de algo tan simple como una llamada.Celeste pensó que si le tiraba el celular, él mismo tendría que comprarle uno nuevo, pero no pudo evitar sonreír ante lo absurdo de la situación.Sabía que Lorenzo cedía más cuando lo trataba con suavidad, así que decidió calmarlo.Se puso de puntillas y lo besó. Sus labios fríos y perfectos le recordaron la sensación de los copos de nieve cayendo sobre su piel en invierno.Cerró los ojos lentamente, sus pesta
Mientras la seguía hacia el interior, Celeste echó un vistazo al extenso jardín que rodeaba la mansión.—¿Cuándo se mudaron aquí? —preguntó, sin ocultar su sorpresa.—Hace poco más de un mes. La señora dijo que la casa costó varios millones. La familia Jiménez sigue siendo muy poderosa financieramente —respondió la mujer, con un tono claramente adulador.Celeste no pudo evitar notar que hacía más de un mes que se habían mudado y ella apenas recibía la nueva dirección.La mansión era más grande que la anterior, y la decoración, aún más lujosa y ostentosa.La ama de llaves mencionó que Manuel estaba en el estudio, por lo que la condujo por el amplio vestíbulo hasta las escaleras. Justo al llegar al segundo piso, se cruzaron con Viviana, que bajaba.—¿Hermana? —Viviana la miró con aparente sorpresa, aunque pronto sonrió con una dulzura calculada. Corrió hacia ella y la tomó de la mano con afecto.—Celeste, ¿viniste a verme?Viviana aún no estaba lista para la cena. Su salud siempre tan fr
En el estudio, Celeste y Manuel se sentaron frente a frente, con una mesa de centro entre ellos.—Nos mudamos hace un tiempo, y aún no habíamos tenido la oportunidad de decírtelo. Tu habitación está decorada, deberías echarle un vistazo luego.Dijo Manuel con una sonrisa paternal. Luego añadió—: Ah, y Rosalina ha cambiado mucho. Sabe que su actitud hacia ti no fue la mejor y prometió no volver a comportarse así.Había pasado más de un mes desde la mudanza, y recién ahora lo mencionaban. Manuel decía que no habían tenido tiempo de avisarle, pero ni siquiera un mensaje o una llamada...Celeste sonrió levemente.—¿Les ha ido bien en los negocios últimamente? —preguntó, cambiando de tema.El rostro de Manuel se iluminó de inmediato.—Justo eso quería contarte. Los negocios van muy bien, la empresa ha crecido muchísimo. Estaba pensando en que podrías unirte a la compañía para ayudarnos. Sé que te dedicas a escribir guiones, pero eres mi hija, y como Viviana está enferma, en el futuro deberí
Pero las insinuaciones calculadas de Manuel habían destruido cualquier ilusión de afecto.Sin embargo, escuchar las palabras de Lorenzo le llenó el corazón de una cálida sensación. El frío desapareció lentamente.Para Lorenzo, el dinero siempre había sido su prioridad.Pero acababa de decirle que ella era más importante que eso.Saber que significaba tanto para alguien más la hizo sentir increíblemente bien.—¿Por qué me llamaste? —preguntó Lorenzo con su voz grave, directa.Celeste apretó los labios antes de responder:—Lorenzo, olvidé decirte algo. Escuché que Samuel está en contacto con un grupo inversor. ¿No crees que deberías investigarlo?—Está bien —respondió Lorenzo, con un deje de diversión en su tono.—No pierdas contra él —insistió Celeste, su voz un poco más seria.Lorenzo dejó escapar una risa leve, despreocupada.—No te preocupes, no vamos a quebrar. No te dejaré sin dinero para gastar.Celeste mordió su labio, titubeando. Luego dijo en voz baja:—Lorenzo, te extraño.El
La brisa nocturna agitaba suavemente las hojas, llenando el aire con un susurro tranquilo.Detrás de la majestuosa mansión de los Jiménez, un automóvil negro permanecía estacionado en la penumbra.Dentro del coche, tres figuras ocupaban sus asientos: el conductor en el frente, mientras Isabella y un hombre corpulento se encontraban en la parte trasera.—¿Dónde está? —preguntó el hombre, mirando con impaciencia a Isabella.Justo entonces, Viviana apareció y abrió la puerta del copiloto. Al entrar, lanzó una mirada fría hacia los pasajeros de atrás, deteniéndose un instante en el hombre antes de hablar:—Ya llevé a Celeste al jardín. Ahora todo depende de ustedes.En el jardín, bajo la sombra de los árboles, la delicada figura de Celeste parecía sacada de un sueño, casi irreal, iluminada por la suave luz de la luna.Isabella señaló con un destello de odio en sus ojos:—Esa es Celeste, ¿la ves?El hombre, de constitución robusta y algo torpe, tenía una expresión vacía, casi infantil.Sin
Gabriel permanecía en silencio. Celeste miró a su alrededor, preocupada, y decidió levantarse.—Vamos, te acompaño a buscar a tus papás —dijo, recordando que Gabriel siempre necesitaba alguien que lo cuidara debido a sus problemas mentales.—Celeste, hace mucho que no te veía. ¿Estás bien? —dijo Gabriel, sonriendo torpemente. Su voz y tono eran claramente diferentes a los de una persona normal.Celeste le devolvió la sonrisa.—Estoy bien, ¿y tú?Sus palabras fueron suaves y su rostro irradiaba calidez. Sus ojos, grandes y llenos de luz, parecían brillar bajo la tenue iluminación del jardín. El viento de la noche ondeaba la falda de su elegante vestido blanco, dándole una apariencia casi etérea, como una diosa bajo la luz de la luna.Gabriel la miraba, su corazón latiendo con fuerza. Con manos temblorosas, sacó del bolsillo un pequeño y colorido estuche y se lo tendió.—¿Es para mí? —preguntó Celeste, sorprendida.—Sí —respondió Gabriel, asintiendo con entusiasmo.—Gracias —dijo Celeste
En medio del caos, Gabriel y Andrés luchaban como dos bestias.Aunque Andrés tenía entrenamiento profesional, Gabriel, en su estado descontrolado, era una fuerza bruta, casi imparable. La tierra salpicaba y las ramas se rompían mientras los golpes resonaban con fuerza en el aire.A lo lejos, en el auto negro estacionado en las sombras, Isabella y Viviana observaban con sorpresa la escena que se desarrollaba en el jardín.—¡¿Por qué no me dijiste que Lorenzo también estaba aquí?! —la voz de Isabella estaba cargada de frustración. Su rostro reflejaba una mezcla de rabia y sorpresa.Viviana tampoco esperaba que las cosas salieran tan mal.—¡No invitó a Lorenzo! ¡No sé cómo ni cuándo llegó! —respondió, visiblemente nerviosa.—¡Con Lorenzo aquí, esa maldita perra se salvó de nuevo! —Isabella murmuró entre dientes, claramente furiosa.…En el jardín, Lorenzo levantó a Celeste en brazos y la colocó suavemente sobre la mesa de piedra. Su rostro estaba pálido y asustado. Lorenzo, tratando de oc
Lorenzo no mencionó el intento de agresión contra Celeste, protegiendo así su reputación.Pero todos los presentes, siendo personas astutas, notaron el detalle. Celeste llevaba puesto un saco que claramente no le pertenecía. El color del saco coincidía exactamente con el de los pantalones de Lorenzo.¡Esa prenda era de él!El murmullo entre los invitados no se hizo esperar. Todos sabían que Celeste era la supuesta novia de Samuel Vargas. Pero ahora, con esta escena, quedaba claro que había algo más entre ella y Lorenzo.La mente de los presentes comenzó a sacar conclusiones.Si Celeste tenía una relación tan cercana con los dos hermanos Vargas, eso significaba que la familia Jiménez podía ascender rápidamente en el mundo empresarial.Los empresarios, calculadores como siempre, comenzaron a pensar en cómo estrechar lazos con los Jiménez.Mientras tanto, los padres de Gabriel palidecieron. No podían creer que su hijo hubiera provocado a Lorenzo Vargas, uno de los hombres más poderosos. L